Lo sustancial: SIEMPRE LLEGAR

William Brayanes
Haz de Sabiduría
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Es inspiradora la historia de John Stephen Akhwari, el atleta  de Tanzania que quedó en último lugar en las Olimpiadas de 1986 en México.

Sucede que la ceremonia de clausura de tales olimpiadas había concluido. El público empezaba a abandonar el estadio. Ya había anochecido. De repente, por los altavoces del estadio se pidió a los  pocos asistentes que aún quedaban, que se sienten. 

¿Qué acontecía? … Pues que  Akhwari,  se acercaba  cojeando al estadio olímpico, con muestras  evidentes de dolor en una de sus sangrantes  y vendadas  piernas.  Había sufrido una caída, unos kilómetros atrás, golpeándose la rodilla y dislocándose un hombro.

Y de esta manera, John llegó prácticamente caminando hacia la meta. 

 

Minutos más tarde algún  periodista le preguntó:


 -¿Por qué después de la caída, con el dolor que sentía, y sin opciones de lograr una posición relevante, decidió seguir en la competencia?

 

 Akhwari contestó:


-“Mi país no me envió a México a iniciar la carrera, sino  a terminarla.”

Querid@  amig@

La actitud de John Stephen Akhwari es aplicable a la carrera de nuestra existencia: habrán muchos obstáculos, muchas circunstancias en el camino que nos estimulen a abandonar el propósito que tiene Dios para nuestra vida: contratiempos, infortunios, reveses económicos, falta de  salud, adversidades como la actual pandemia del Coronavirus, u otras catalogadas como desgracias. Pero aun así,  nuestro paso no debe ni puede suspenderse; debemos avanzar hasta el final. No importa el lugar en el que lleguemos; lo sustancial  será siempre llegar.

Podríamos entonces tomar la frase de dicho atleta, señalando también que Dios no nos ha enviado a este mundo a iniciar su carrera y a abandonarla, sino a continuarla a cualquier costo, y a concluirla,  convencidos que en todo el trayecto Él nos acompañará; y cuando caigamos, nos extenderá su diestra para levantarnos.

Por lo tanto, también nosotros, que tenemos tan grande nube de testigos a nuestro alrededor, liberémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.

(Hebreos 12:1)

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