LARGO DÍA DE HOY

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
https://www.youtube.com/user/daniel5459
Todos los derechos reservados-Publicado con permiso



Hola. Buen día! Sabés de qué me río? Que a veces me parece escuchar la voz de mamá diciendo: “-Che, ya saliste del baño? Apagá la luz!” O si no: “-Cerrá la heladera, que no es para abrirla y estar mirando. No es una vidriera! Así que, sacá lo que querés y después cerrá”. Y así. “Che! Qué? Tenés cola, vos que no cerrás la puerta? Sos un dinosaurio, o qué?”

Como verás, aquí hay varias cosas. Una, es que no pienso que estos tips son escuchados por niños, porque estoy hablando de la infancia. Otra cosa: que no tengo nostalgia, porque en cierta forma son hermosos recuerdos porque en este momento estoy viviendo más o menos igual. La eterna infancia. Una especie de Peter Pan del evangelio que se llama pastor Dany y que te agradece que le prestes tu oído para compartir lo que pasa por su cabecita loca. A ver si también se puede compartir en tu cabecita loca. Y me estoy refiriendo a los días que en el Salmo 23 se llaman “los días largos”. Los días largos. Una de las referencias seguramente -en nuestra mente quiero decir, no?- es a los días de la infancia. Mirá vos qué casualidad! En los días de la infancia, vivíamos en una casa que no era nuestra, individual; pero sí que era nuestra casa, porque era la casa de nuestro padre y madre, donde nosotros vivíamos. En la mayoría de los casos, hay otras personas que vivían en diferentes circunstancias. Pero generalmente, o casi todas las veces, los niños viven en “casa ajena”, por decirlo de alguna forma, y propia a la vez. La casa de los padres o la casa de los abuelos que los criaron, o ese tipo de cosas así.

Es lo mismo que vivir en el Reino de Dios, verdad? Porque el Reino de Dios es nuestro, pero no es nuestro. Dicho esto, porque por ejemplo, cuando uno era niño, no se preocupaba por el gasto de la luz. Porque, aunque era mi casa, yo no pagaba mi luz, no pagaba mi comida, ni mi planchadora de ropa. No pagaba la escuela, no pagaba nada! No pagaba nada! Cuando éramos niños no pagábamos nada! No nos hacíamos cargo de nada. Por eso es tan difícil, a veces, hacerle entender a los niños, cuando su infancia se prolonga, que cuiden, por ejemplo, de no hacer correr el agua caliente, porque eso se paga con la poca plata que entra en casa. Te das cuenta?

Es lo mismo en el Reino de Dios. Digamos, nosotros vivimos en una casa donde no pagamos nada y donde derrochamos… o no derrochamos? Decime la verdad! Cuántos recursos de la Casa de Dios, que es el mundo, nosotros derrochamos! Nos los usamos adecuadamente. Te das cuenta dónde voy? Pero el foco en este salmo 23:6 donde dice así: 

Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, 

Te das cuenta? Hoy es uno de esos “todos los días de mi vida”. Hoy! Sí, hoy y todos los días de mi vida! 

Y en la casa de Jehová moraré por largos días.

(Salmos 23:6 RV 1960) 

Una palabra hebrea, una expresión hebrea que está traducida casi literalmente acá: largos días [horeq y om] así dice en hebreo. Horeq quiere decir: laaaargos! No los días estos que uno vive en una “vorágine”, que es una palabra que todo el mundo usa y muchos no saben qué quiere decir. Vivimos en “la vorágine contemporánea” y nos volvemos locos porque en el noticiero aparecen: “estos todos los días te salen con algo nuevo!!!” y entonces, la sensación de vivir es que uno está en un inodoro donde alguien tiró la cadena y uno está dando vueltas ahí y sabe que se va a ir! Así, o si quieren una ilustración más elegante, en el lavatorio se está escurriendo el agua y vos te sentís como que estás flotando en ese torbellino y sabés que te va a chupar la rejillita en cualquier momento! Y esa sensación de dónde estamos viviendo nosotros como hijos de Dios! 

Si no sos hijo de Dios no sabés de qué estoy hablando. Hacete hijo de Dios ya! Querido, hacete hijo de Dios ya! Dale tu vida a Dios ya, porque así vas a poder vivir todos los días de tu vida como si fueran esos días de la infancia o los días de las vacaciones. Cuando uno recuerda los días de las vacaciones no? Esos días que eran largos, largos pero no largos pesadamente, interminablemente pesados de largo que eran. Sino hermosamente largos! Jugábamos a hacer barriletes, por ejemplo, y no pensábamos: bueno, vamos a dedicar a ser barriletes una hora, una hora y media… No! Qué hora y media? Hacíamos el barrilete y a veces se hacía de noche y escuchábamos la voz de mamá otra vez, que decía: “-Chicos, ya se puso fresco! Entren! “Entren” quería decir: “Se terminó la jornada. Hay que entrar a asegurarse todas las cosas, para irse preparando para la comida, para el baño, para dormir, porque mañana hay que ir a la escuela de vuelta”. Pero, Ufa! Mami! Pero ya me faltaba muy poquito! O como decía nuestro hijo Matías: “-Paráaaa! No ves que me quedan todavía dos vidas? Jugando a alguna de esas tonterías, el juego de la computadora! “-Paráa! No ves me que me falta una vida?” Siempre le faltaba una vida, como una especie de gato que no se quería perder justo la última que le quedaba.

Los días largos como los de las vacaciones, donde uno se levanta a la mañana, y dice: “-che, qué vamos a hacer hoy?” No sé… quieren que vamos al centro? Bueno, a ver; bueno, vamos al centro, damos una vuelta y después venimos a comer”. O sino, “Che, querés que haga un fueguito? Para comer un asadito! Jejeje! Eso es fe! Eso es una experiencia de fe! Decir: “-Vamos a comer un

asadito!” ESO ES FE! ESO ES “DÍAS LARGOS”. Empieza a juntar ramitas, toma mate, mira los pajaritos y dice: “-Qué bárbaro! Qué lindo! Mirá qué raro el árbol ese! Qué color raro que tiene el árbol!"

Por qué? Porque está completamente desconectado de las obligaciones y está completamente conectado con el universo. Vos lo viste a Dios alguna vez apurado? Se siente que a Dios los días le pasan y Él mira su gigantesco reloj eterno y dice: “-Ay! cómo va pasando el tiempo!" La respuesta es: no. Porque para Dios mil años es como el día de ayer que pasó. O mil años, es un segundo. En los ojos de Dios el tiempo no significa absolutamente nada. Y los que viven en su casa, viven así: sin tanto apuro. ´

Sí tienen apuro para terminar el barrilete. Tienen apuro para tomar la leche y volver a seguir jugando a la pelota. Tienen ese tipo de apuro que hay que distinguir del otro tipo de apuro que es el que nos corre habitualmente.

Que cuándo me van a vacunar? Que cuándo se va a acabar esto? Que cuándo va a terminar de aumentar la luz y el gas? Que cuándo… y eso es una vida completamente enfermiza. Y quiero dejar este punto que ya mencioné, pero lo quiero dejar puntualizado hoy:

Que la misericordia y el bien de Dios me siguen. Porque vos ya sabés el tema del tiempo verbal, que yo ya lo hablé alguna vez. Esto está en un eterno presente y el hijo de Dios puede declarar “ciertamente el bien y la misericordia me siguen todos los días de mi vida y en la casa de Jehová moro por largos días”.

Ojalá que se te alargue el día de hoy, pero en el disfrute, en el sentir la compañía y presencia de Dios en cada instante.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

UNGES MI CABEZA CON ACEITE...

El poder del ayuno

70 veces 7