Dios nunca nos prometió...

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Dios nunca prometió revelarnos todas las cosas mágicamente o monitorear nuestros pasos cada segundo. Nunca dijo que controlaría totalmente nuestra vida, al contrario, nos otorgó el libre albedrío.

Dios nunca prometió que tendríamos una vida sin sufrimientos, pero prometió que nunca nos dejaría solos. Nos entregó a su hijo y nos demostró que su pacto con nosotros es real y que por muchas circunstancias desfavorables que atravesemos, siempre podremos contar con su amor.

Dios nunca prometió que sería fácil, ni nos dijo que todos nuestros días serían serían color de rosas, que nunca experimentaríamos la traición, o que nuestra voluntad se haría en todo momento, al contrario, nos enseñó que aun cuando los planes no salgan como esperábamos, siempre podemos confiar en que los suyos son mejor.

Dios  nunca nos prometió un camino sin desvíos ni agujeros. Lo que prometió fue que cuando la vida se volviera demasiado difícil y desesperada, él sería nuestra fuerza y ​​nuestra verdad; que nunca se apartaría de nuestro lado y nos llevaría en sus brazos cuando estuviéramos demasiado débiles para caminar solos.

Dios nos dio su palabra y mandamientos para guiarnos en nuestros caminos, nos enseñó la senda correcta por la que debíamos andar; nos dio un mundo hermoso, lleno de belleza y vida, familia y amigos, milagros, parábolas y bendiciones inesperadas para hacer aún más hermosos nuestro transitar.

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Dios no nos prometió un camino ya recorrido, respuestas prontas y aciertos repentinos; no nos dio nada con un chasquido de dedos, pero garantizó que estaría a nuestro lado en todas nuestras batallas.

Dios prometió que siempre estaría a una oración de distancia y dijo que siempre nos escucharía; y aunque no fuera posible responder a todas nuestras solicitudes, él prometió ser nuestro mejor y más verdadero amigo.

Nuestra fidelidad a Dios no será lo que nos lleve a vivir una vida perfecta; ni mucho menos  será la garantía de obtener todas las respuestas. La vida es un viaje único y desconocido que siempre nos dejará grandes lecciones, en ocasiones los dolores serán necesarios para mostrarnos que hay un Dios que está con nosotros en medio del sufrimiento.

Dios nos creó para ganar, ser felices y hacer una diferencia en este mundo. No siempre será fácil, pero nunca estaremos solos; siempre podemos contar con quien nos ama y se preocupa por nosotros más que nadie.

No importa qué desafíos nos aguarden, tenemos a Dios de nuestro lado, y eso significa que podemos  vencer a  cualquier enemigo.

El amor y el poder de Dios siempre nos llevarán más lejos y nos harán triunfar sobre todo mal.

Dios nunca prometió que sería fácil, pero prometió que nunca estaríamos solos, y eso es más que suficiente para seguir adelante. 

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