Lo que el Señor espera de tí

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.

(Miqueas 6:8 NVI)

Aunque uno no trabaje, hoy arranca una nueva semana laboral, así que vamos a ponernos las pilas y enfrentar esta nueva semana en la presencia de Dios.

Había, en el cuento que ya hemos citado; me impactó mucho cuando era chico, por eso me han quedado algunos recuerdos. El cuento se llamaba Tom Sawyer. Era un cuento con visos de realidad, basado en la realidad  contemporánea de EE.UU. en ese tiempo en el sur de los EE.UU. a las orillas del río Mississipi. Y Tom Sawyer, el protagonista de estas historias, tenía un amigo que era un vago, era un chico de la calle. Y ese chico se llamaba Huckleberry Finn. Y entonces, era interesante cómo se encontraba este muchachito con su amigo y las cosas, las aventuras que vivían juntos. Realmente muy hermosas desde el punto de vista de la aventura, no es cierto? Bien, dice que un domingo a la mañana estaban los dos jugando, a las bolitas o a que estarían jugando a la hora de ir a la iglesia. Y el pastor de la iglesia esta, no me acuerdo qué era, y salía a recorrer el pueblo buscando a los chicos para llevarlos a la iglesia. O sea, todo como una pequeña caravana y los encontró a éstos jugando, que no pensaban ir a la iglesia. Entonces, les dice: “Pero qué hacen ustedes acá? Es que no van a venir a la iglesia?” “Y… no, no, hoy no…” Y entonces dice que él les preguntó: “Es que no quieren ir al cielo?” Y entonces dice que Tom Sawyer dijo “sí!”, pero Huckleberry dijo “no!” Y entonces el pastor le dice: “Pero, cómo Huck! Cómo no quieres ir al cielo? Cuando te mueras, no vas a querer ir al cielo?” Y el chiquito le dijo: “Ah! Cuando me muera, sí! Yo pensé que estaban juntando gente para ir ahora!” Todos queremos ir al cielo, pero no queremos ir ahora! En este momento, justo ahora!

Bueno, mirá. Una cosa a la que quiero referirme esta mañana, es a que a veces, uno las expectativas que ponen para ser cristiano, digamos, son tan altas que corre de espanto a las personas que se están acercando. Porque dicen: “No, pero lo que este hombre me está proponiendo es una cosa imposible!

Y debería haber, quizás en nuestras iglesias, no?; yo hago un mea culpa de esto, ahora que no soy más pastor, de que deberíamos tener en la puerta de los templos una lista de decir “Si vos empezás a venir a venir a esta iglesia, se te van a pedir las siguientes cosas: barbijo, y que te limpies con alcohol, etc. y se te va a pedir tal, tal, tal, y tal cosa; y aclarar en la forma lo más clara posible, valga la redundancia, de que si a vos te están invitando, la iglesia te está invitando, yo te estoy invitando, de hecho, por eso hago los tips también; para invitar. Porque en mi vida, la parte esta, es la parte espiritual, me ha significado una cosa tan valiosa, tan de atesorar; que es lindo poderla compartir con los demás, verdad? Pero no para lucirse, sino para compartirla. Es para compartir una comida, para compartir un chocolatín. Vos tenés un chocolatín y ves a otro y decís “Hola, todo bien? Cómo está todo?” No te dan ganas de compartir el chocolatín? La vez pasada que ustedes de ilustración me dijeron: mirá, vos disculpame, y varios, eh? y no quiero hacer nombres! Me dijeron mirá, yo comparto mil cosas, pero chocolate, no! Me lo guardo en el bolsillo, y cuando se va el otro lo termino! Gracias por la sinceridad! Una señora una vez la iglesia me dijo: “Sabe lo que pasa? A mí me hablaron de Jesucristo, y fue muy lindo para mí. Fue una experiencia que cambió mi vida”. Cada vez que le hablaban en los estudios bíblicos, las reuniones, ella iba a una reunión en un barrio allá en Mendoza, en una casa de familia. Me dice: “Salgo tan, tan, bien… he aprendido algo y he crecido en mi fe con Dios. Todo me encantó. Pero después, cuando me dí cuenta, me ofrecieron un curso de discipulado y después me di cuenta que esperaban que venga todos los domingos a la iglesia. Y entonces, digo, me he metido en una especie de carrera universitaria sin saberlo! Yo al principio no sabía que tenía que meterme en tantas cosas. Y ahora mi vida cambió en algunos hábitos, donde, por ejemplo, todos los domingos a tal hora voy a la iglesia cambiada, bañada y arregladas las cosas de casa, y todo eso lo descubrí después que ya estaba adentro!” Y no se quejaba, pero un poquito, sí.

Qué es lo que pide Dios de nosotros? Es decir, yo, está bien, quiero tener mi vida en línea con Dios. Y… en qué me estoy metiendo? Bueno, el problema este, es porque de principio, lo que Dios pide de nosotros es que le demos la vida. Y ahí es donde hay un “ruido”. Primer ruido de los dos que te voy a mencionar. El primer “ruido” es que Dios no se va a conformar con que yo le rece un Padrenuestro una vez por semana. Dios quiere mi vida. Dios quiere mi corazón. Dios me quiere a mí. Es como una persona que se enamora de otro. Cuánto de esa otra persona quiere? Qué horarios quiere que le cumpla? No, quiere a la persona completa. Para siempre, todo, así en absoluto. Las demandas absolutas del Evangelio. Y si uno no está dispuesto a darle a Dios eso, entonces no vale la pena de seguirlo a medias. Así de pensar que de vez en cuando pienso que hay un Dios, y que si hay un Dios debería haber mejores condiciones para la gente. Pero no alcanza con eso. Especialmente un Dios  como el nuestro, que ha dado a su Hijo único y lo dio por nosotros.

Pero en cuanto a las demandas de la vida, de las cosas que hay que hacer día por día, si vos querés a la religión, a la fe, a la parte de tu vida que llamaríamos “la vida espiritual”… Bueno, yo vuelvo a traer a Miqueas 6:8. Ese texto, que ya hemos leído pero como hace como un año que lo leímos ya nadie se va a acordar, dice así: Qué tenemos que hacer, decía Miqueas, para agradar a Dios en la vida cotidiana? Qué tenemos que hacer, millones de sacrificios? Tenemos que hacer holocaustos todo el tiempo? Y Él dice:

¡No!, oh pueblo. El SEÑOR te ha dicho lo que es bueno, y lo que él exige de ti: que hagas lo que es correcto, que ames la compasión y que camines humildemente con tu Dios.

(Miqueas 6:8 NTV)

Vamos a repasarlas. Dice Miqueas: lo que Dios quiere de una persona, básicamente; básicamente, esto no es todo; pero, básicamente es hacer lo que es correcto.

Y qué es lo correcto? La pregunta está mal hecha, porque vos sabés lo que es correcto. Y si tenés a Dios en el corazón Él te va a estar indicando lo que es correcto y lo que es incorrecto. O no?

Amar la compasión. Es decir, si yo veo a una persona que está pasando un mal momento de cualquier forma. Porque siempre pensamos en la comprensión de una persona, por ejemplo, que está enferma o que sufre de alguna forma. Pero también al débil mental, por ejemplo, la persona deficiente que tiene un problema mental. A la persona que es mala. Como podríamos tener compasión por la persona mala? Podríamos tener compasión con una persona que consideraríamos un enemigo?

Bueno, Dios quiere que hagamos eso. Que tengamos compasión por esas personas. Ah! Me hiciste mal y ahora venís al pie? Ahora, entonces me vengo! Está bien eso? No. Hay una luz roja prendida en tu interior que te va a decir: “Yo te lo puse en tus manos, pero para que tengas compasión y no para que tengas impiedad con él. Después de todo, es lo que yo hago con vos.

Y caminar humildemente con tu Dios. Esas muestras que se ven en la  televisión, en los videítos de Youtube, de expresiones de fe grandilocuentes, en unos torrentes de adrenalina chorreando en cultos hechos a los gritos y todo. Vos creés que eso es lo que agrada a Dios? Te digo que no. Dice acá: “que camines humildemente con tu Dios”. Una vida en comunión con Dios, pero que no tenga un estándar tan alto, como muchos llegan al matrimonio con la idea de que el matrimonio o el enamoramiento es una maravilla de cosas idílicas, así como que vamos a comer perdices, lo que hace es hacer irreal el vínculo con el otro.

Que Dios te bendiga, y no te olvides: Dios, cuando vino a la tierra, nació en un pesebre.

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