Débora es su nombre
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Débora, la esposa de Lapidot,
era una profetisa que en ese tiempo juzgaba a Israel. Solía sentarse bajo la
Palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la zona montañosa de Efraín, y los
israelitas acudían a ella para que los juzgara. Un día Débora mandó a buscar a
Barac, hijo de Abinoam, quien vivía en Cedes, en el territorio de Neftalí y le
dijo: —El SEÑOR, Dios de Israel, te ordena: reúne en el monte Tabor a diez mil
guerreros de las tribus de Neftalí y de Zabulón. Y yo haré que Sísara, el
comandante del ejército de Jabín, vaya al río Cisón junto con sus carros de
combate y sus guerreros. Allí te daré la victoria sobre él. Barac le dijo: —Yo
iré, pero sólo si tú vienes conmigo. —Muy bien —dijo ella—, iré contigo. Pero
tú no recibirás honra en esta misión, porque la victoria del SEÑOR sobre Sísara
quedará en manos de una mujer. Así que Débora fue con Barac a Cedes. En Cedes,
Barac reunió a las tribus de Zabulón y de Neftalí, y diez mil guerreros
subieron con él. Débora también lo acompañó. Ahora bien, Heber el ceneo, un
descendiente de Hobab, cuñado* de Moisés, se había separado de los demás
miembros de su tribu y armó su carpa junto al roble de Zaanaim, cerca de Cedes.
Cuando le dijeron a Sísara que Barac, hijo de Abinoam, había subido al monte
Tabor, mandó llamar a sus novecientos carros de combate hechos de hierro y a
todos sus guerreros, y marcharon desde Haroset-goim hasta el río Cisón.
Entonces Débora le dijo a Barac: «¡Prepárate! Hoy es el día en que el SEÑOR te
dará la victoria sobre Sísara, porque el SEÑOR marcha delante de ti». Así que
Barac descendió las laderas del monte Tabor al frente de sus diez mil guerreros
para entrar en batalla. Cuando Barac atacó, el SEÑOR llenó de pánico a Sísara y
a todos sus carros de combate y a sus guerreros. Sísara saltó de su carro de
guerra y escapó a pie. Entonces Barac persiguió a los carros y al ejército
enemigo hasta Haroset-goim, y mató a todos los guerreros de Sísara. Ni uno solo
quedó con vida. Mientras tanto, Sísara corrió hasta la carpa de Jael, la esposa
de Heber, el ceneo, porque la familia de Heber tenía amistad con el rey Jabín,
de Hazor. Jael salió al encuentro de Sísara y le dijo: —Entre en mi carpa,
señor. Venga. No tenga miedo. Así que él entró en la carpa, y ella lo cubrió
con una manta. —Dame un poco de agua, por favor —le dijo él—. Tengo sed. Así
que ella le dio leche de una bolsa de cuero y volvió a cubrirlo. —Párate en la
puerta de la carpa —le dijo a ella—. Si alguien viene y pregunta si hay alguien
adentro, dile que no. Pero cuando Sísara se durmió por tanto agotamiento, Jael
se le acercó en silencio con un martillo y una estaca en la mano. Entonces le
clavó la estaca en la sien hasta que quedó clavada en el suelo, y así murió.
Cuando Barac llegó en busca de Sísara, Jael salió a su encuentro y le dijo:
«Ven, te mostraré al hombre que buscas». Entonces él entró en la carpa tras
ella, y allí encontró a Sísara muerto, tendido en el suelo con la estaca
atravesada en la sien. Por lo tanto, ese día Israel vio a Dios derrotar a
Jabín, el rey cananeo. Y a partir de entonces, Israel se hizo cada vez más
fuerte contra el rey Jabín hasta que finalmente lo destruyó.
(Jueces 4:4-24 NTV)
Así
que si conocés a una persona que se llama Débora o vos misma te llamas Débora, te felicito, porque tenés un
nombre muy lindo que quiere decir en la Biblia “abeja”. Era el nombre dado a
dos mujeres, a una de las cuales nos vamos a dedicar hoy, porque hay muchas. Hay
un relato muy lindo, probablemente este, figura un cántico de Débora,
probablemente este cántico de Débora sea la pieza más antigua de la poesía
hebrea. De hecho, todo su relato es de más de mil años antes de Cristo. Entonces
es sumamente interesante, aún desde su aspecto, digamos, literario de esta producción,
del relato de la vida de esta mujer que se llamaba Débora. Hubo dos, ésta era
homónima de otra que fue enfermera de Raquel, pero se la menciona solamente como
enfermera de Raquel. En cambio Débora la abeja, se la llamaba así probablemente
para señalar el carácter de una persona, que es como una abeja, que va de un
lado para el otro, que es laboriosa como una abeja o que tiene su espíritu ardiente.
Porque es un hebraísmo, para mi juicio; no literalmente, sino como un hebraísmo.
Dice que era mujer de Lapidot. Lo curioso es que no se menciona en ningún lado
a un tal la Lapilot. Y Lapidot, en hebreo, quiere decir “antorcha”. Y la idea de
antorchas, es de algo que si te descuidás te quema, te prende fuego el rancho. No
la podés levantar adentro del rancho y decir: “-Tengo la victoria!” porque le
prendés fuego al rancho! Esa es la idea de ese poder, de esa vitalidad, que
hasta es peligrosa.
Entonces,
ella no era solamente mujer de un hombre, que su marido se llamaba Lapidot;
sino que eso de “mujer de Lapidot” quiere decir que era como que hacía pareja
con una vida como una antorcha. Cuidado, es picante esta mujer como una abeja,
es laboriosa como una abeja, tiene carácter como una abeja y ahí viene otra
cosa muy importante. Siempre la gente cree que la Biblia es un libro machista. Y
dicen: “-Sí, porque la Biblia es un libro machista!” porque no leen cosas como
por ejemplo: ¿Cuántos libros de la biblia llevan nombre de mujer, y cuántos
libros de la literatura, digamos, fuera de la literatura hebraica de la
antigüedad, llevan nombre de mujer? Te das cuenta?
Había
una importancia de las mujeres en toda la Biblia, aún en épocas donde la cultura
en general era machista. Que eso es cierto, te lo digo yo que soy hombre! Muchas
veces la gente toma un pequeño eslogan y hace de eso, toda una causa mundial, cuando
en realidad no está viendo un panorama más amplio, que simplemente leyó un vio
un vídeo sobre el machismo y entonces sale a defender el feminismo a ultranza sin
pensar las cosas. No estoy contra el feminismo, sino en contra de la radicalización
de cualquier cosa que termina con “ismo”. El feminismo, el comunismo, el
anarquismo, o el cristianismo. Porque también hay unos fanáticos que usan la
identidad nuestra y no son según la mente de Cristo, sino según la mentalidad
humana de que si vos no creés en lo que yo te estoy diciendo, entonces vas a ver
cómo te rompo la cabeza de un garrotazo. Y ahí vas a entender: esa idea
autoritaria y violenta; sumá: “autoritaria” y “violenta”. Y eso, ¿vos creés que
Dios quiere eso? Dios conmigo: ¿es autoritario y violento? Ah, no! Al revés! El
que es autoritario y violento, soy yo con Él. Y Él me perdona y sigue adelante.
Ah, bien! Eso es el Evangelio. Eso es el Evangelio.
Débora,
querida Débora! Qué lindo llamarse así! Yo me llamo Daniel, por eso estoy
orgulloso de llevar ese nombre. Porque son nombres que tienen un significado. No
solamente que es un nombre, como, no sé, no quiero mencionar a ninguno para no
ofender, pero no es un nombre que no significa nada, sino este significa abeja,
“bzzzzz!”.
En
el relato este, la heroína en realidad no es Débora. Dice Jueces 4:4 (y ss.) que
en aquel tiempo, Débora, una profetiza, que quiere decir: “mujer de espíritu
ardiente”. No necesariamente profetiza en el sentido de que predicaba, porque
eso no es lo que hacía, sino que es una mujer que tiene un espíritu ardiente. Y
qué podría ser, por ejemplo? Compositora de música. Por eso está en el famoso Cántico
de Débora que está en el capítulo siguiente de Jueces que yo no lo voy a leer.
Si te interesa leerlo, está en jueces 4:4 en adelante está el relato, que era
poetisa y que era una mujer fervorosa y que de hecho los acompañó al combate. Mujer
de Lapidot, era juez en Israel. Juez, otra vez, no es un juez como los jueces contemporáneos,
sino más de mil años antes de Cristo, digamos entre mil trescientos antes de Cristo,
hubo una época donde Israel no tenía ninguna autoridad centralizada. Entonces
lo que había era, como aquí en Argentina hubo una época de estos patriarcas, de
estos líderes que eran como personas que aparecían en una zona, con un carácter
muy impetuoso y que funcionaban como líderes de ese lugar. Ella, era una de
estas. Y tenía un lugar entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín, en
una palmera donde ella se sentaba y la gente que necesitaba consejo venía con
ella. Sea por consejo espiritual, sea por consejo de pareja, sea por consejos
psicológicos, sea por consejos comerciales, o lo que fuera. Y los israelitas
subían a donde ella, en busca de justicia.
Ella
mandó llamar a Barac (este nunca fue presidente de los EE.UU) hijo de Abinoam,
que vivía en Cedes, de Neftalí; que era el líder militar. Y mirá lo que dice Débora,
“la picante”: ¿No te ha dado ya Dios de Israel esta orden, vete y recluta y
toma contigo en el monte Tabor, diez mil hombres de los hijos de Neftalí y de
los hijos de Zabulón, que yo atraeré hacia ti al torrente del Quisón; a Sísara,
Jefe del ejército de Jabín, con sus carros y sus tropas, y los entregaré en tus
manos?
Y
Barac, a la sombra de la palmera, le respondió: si vienes tú conmigo, voy. Pero
si no vienes conmigo, no voy porque no sé en qué día me dará la victoria el ángel
de Jehová.
Este
Barac iba porque iba Débora, pero no porque Dios le había dicho. Te das cuenta?
El líder militar no confiaba en que Dios iba a darle la victoria como le había
dicho. Pero Débora, Sí, iré contigo dijo ella, sólo que entonces no será tuya
la gloria de la campaña que vas a emprender porque Yaveh entregará a Sísara en
las manos de una mujer. Débora se levantó y marchó con Barac a Cedes.
Cuando
uno lee eso, cuando yo leo eso, digo: “-Ah! Es porque ella iba a tener la victoria!”
No, otra mujer! Pero era un papelón para el este general que tuvo que ir porque
iba de la mano de su madrastra Deborita que lo llevó a la victoria. Y la
victoria, finalmente, la consiguieron por otra mujer, que se llamaba Jael.
Dice;
y Barac convocó en Cades, Zabulón y Neftalí y subieron tras él 10.000 hombres. Adelante
de él, el GENERAL BARAC, tomado de la mano de la profetiza! El resultado fue
que le ganaron como Dios le había prometido. Dios hizo que esto fuera en ese
lugar que les había dicho. Ahí se le “empiojó” el ataque y entonces los judíos
los pudieron vencer fácilmente. Y escapó su Jefe que se llamaba Sísara. Y
encontró unas tiendas de la casa de Jael, cuyo padre era aliado estratégico de
los cananeos que estaban luchando contra Israel, y la hija Jael lo recibió y le
dijo: “-Vení, vení; metete en mi carpa!”. Lo hizo meter en la carpa, lo hizo
tapar, el tipo estaba cansado, le dio de tomar un poco de leche. Cuando el tipo
se durmió, ella agarró una estaca -mirala Jael, linda nena!- agarró una estaca,
se la clavó en la sien y lo clavó al piso. Cuando vino Barac, le dijo: “-Vení, la
persona que ustedes están buscando está acá, en mi carpa, agárrenlo!” Cuando entraron,
lo encontraron muerto y entonces todo el mundo decía: “Qué bárbaro! El que mató
al general enemigo, fue la Jael!”
Dicho esto, es con todo respeto, seas hombre o mujer, te llames Débora o te llames Juan Carlos, este mensaje está, y por eso está en la Biblia; ella y un montón de otros textos más están para decirnos:
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