Persiguiendo al viento

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Luego observé que a la mayoría de la gente le interesa alcanzar el éxito porque envidia a sus vecinos; pero eso tampoco tiene sentido, es como perseguir el viento. «Los necios se cruzan de brazos, y acaban en la ruina». Sin embargo, «es mejor tener un puñado con tranquilidad que tener dos puñados con mucho esfuerzo y perseguir el viento».

(Eclesiastes 4:4-6 NTV)



Decime la verdad! Decí la verdad, eh? Estás cansado? Vos sabés que hay personas que están realmente cansadas. Fuera del de algo específico. Están cansados. Y algunas personas, con el tiempo de estar cansados, se cansan de estar cansados! Espero que no sea un sofisma esto que te estoy diciendo, sino la descripción de la realidad. Hay gente que se termina cansando de estar cansado, de que siempre está cansado. Y en momentos peores y momentos mejores, pero nunca un momento en que puede decirse: “en este momento estoy tranquilo, estoy relajado, estoy feliz, estoy completo, estoy tranquilo”.

En la Biblia, en el libro de Eclesiastés, que es un libro considerado de esos libros de sabiduría; es decir que están para decir: “esto es ser sabio”. Eclesiastés tiene montones de párrafos uno más lindo que el otro, que hablan de esto. De cómo ser piola, cómo ser sabio, como pilotear una época; que la época sea en alguna forma, cansadora.

Algunos ya deben estar sospechando, como yo, que vivir en Argentina en este siglo y en el anterior, es cansador. Que no hay forma de no estar cansado.

Yo quiero presentarte ese enfoque que está en Eclesiastés 4:4 hasta el 6; tres versículos, para que estemos pensando esta mañana sobre este tema de estar cansado. Y vas a notar, por ejemplo, a una persona deprimida, simplemente porque todo el tiempo está cansada; todo el tipo está cansado, está bufando. Mamá nos tenía prohibido bufar, así que a mí, hasta ahora me cuesta bufar. Lo hago disimuladamente. Mamá cuando decía, por ejemplo, “bueno, andá y barré la pieza” y yo hacía así, ella decía: “Qué!! Sos toro vos, que bufás así?? Andá barré la pieza bufando todo lo que quieras, ya barriendo la pieza!!” Oh! Qué cosa detestable la de barrer la pieza. Lo que más bronca me daba de barrer la pieza, que abajo de mi cama y abajo la cama de mis dos hermanos había zapatillas, medias tiradas, por ahí un libro… había que sacar todo eso! Pero, dónde lo metés? Si vas a barrer! Barrés y después lo volvés a poner ahí donde estaban tiradas las cosas, o las acomodás? Entonces tenés que acomodar todo, un lío! Y yo ya estaba cansado, siempre cansado!

“Por qué no estudiás? Por qué no hacés los deberes?” Y… por porque estoy cansado! Por qué no te ponés a leer? No, porque estoy cansado! Y ese cansancio, es un cansancio, “cansancio” medio raro.

Luego observé -decía Eclesiastés- que a la mayoría de la gente le interesa alcanzar el éxito porque envidia a sus vecinos;

Esta expresión debería ser quizás mejor traducida como: “a nosotros nos gusta que nuestro esfuerzo sea apreciado por los demás y que la gente aprecie las cosas que hacemos bien”. Pero esto tampoco tiene sentido. Es como perseguir al viento. Mirá qué linda metáfora! Es perseguir al viento! Vas a arreglar tu casa para que la gente no diga: “Mirá el mugriento ese!”, o hacés tu trabajo prolijito para que alguien diga: “Ché, qué lindo que te salió!” Pero eso es perseguir al viento, porque la mayoría de las veces no pasa nada! Cada uno que se cruza con vos, en vez de estar pensando: “a ver, me voy a fijar en el trabajo de este hombre, a ver qué bien está hecho”; va a estar una persona que va a estar pensando en: “cómo puedo yo hacer que mis cosas estén satisfactorias para los demás”. Es decir, vos estás persiguiendo al viento, porque el otro que se cruza con vos, también está persiguiendo al viento, porque el otro está persiguiendo al viento, y todos están persiguiendo al viento! Y ninguno lo alcanza! Dice:

«Los necios se cruzan de brazos, y acaban en la ruina».

Ahí está! Es tonto decir: “Bueno, sí!! Al final, tiene razón el pastor! No laburo más y listo! Que se vaya todo a la «miércoles», chau!” Hay varios lugares donde podés mandar a la gente o al mundo, al trabajo, al gobierno; lo que vos quieras. Lo podés mandar a la «miércoles» o a algún lugar en el barco, por ejemplo el lugar recóndito del barco, hay alguna metáfora coprológica; hay varios lugares donde solemos mandar… Pero, qué dice este texto, de esa persona? El tipo que se cruza de brazos y dice: “Má’ sí! Yo no me caliento más!” Esa persona acaba en la ruina.

Porque no podés estar con “cero” motivación; no me importa nada! No se puede vivir con: “No me importa nada!” Porque dentro un rato va a venir la hora de comer, y si no te importa nada, si no te importa, incluso la comida, no comas. Y a la segunda comida que no comas, algún interés en la comida te va a surgir. Sigo:

Sin embargo, «es mejor tener un puñado con tranquilidad que tener dos puñados con mucho esfuerzo -y qué? y perseguir el viento».

Era “de cajón”. Este es un dicho que evidentemente usaban en la antigüedad, como diez siglos antes de Jesús, que fue escrito esto. “Es mejor tener un puñado con tranquilidad que tener dos puñados con mucho esfuerzo y perseguir al viento”.

Muchas veces, gente me ha dicho –gente pobre- me ha dicho: “pastor, pero por qué esa gente ya tienen para vivir 20 vidas, por qué siguen afanando?

Te explico: la palabra “afanar” en la Biblia, o “afanarse” en sentido pasivo, quiere decir: “hacer algo esforzadamente”. Es como uno que tenía un reloj muy bonito y le preguntó otro: “Ché, qué lindo reloj! Y cuánto te costó?” Y él dice: “Ah sí! El susto y la disparada!” Robar es “afanarse” para sacarle algo a alguien, y por eso la palabra en castellano que usamos en el “lunfardo” (*), “afanar” quiere decir “robarle a otro”. Quiere decir eso: de hacer un esfuerzo y una tensión ahí, para sacarle algo a otro. Y de ahí viene lo que decimos: estos afanes. Entonces, mucha gente pregunta pues esto: “Por qué esta persona sigue afanando, con toda la plata que tiene? Sabés por qué? Porque ese mecanismo de perseguir al viento no se alcanza nunca. Es como la famosa zanahoria atada delante del hocico del burro para que avance. Y cuándo va a alcanzar la zanahoria? Nunca! Y cuándo va a dejar de perseguir la zanahoria? Nunca! A menos que un día diga: “Yo me cruzo de patas -porque los burros no tienen brazos- y acaba en la ruina. Porque el otro método para que avance, es que le van a pegar con un palo en el lomo. Es seguir la zanahoria o te pegan un palo en el lomo!

Así es la vida, mi querido, mi querida! De que deberíamos aprender a disminuir un poco la expectativa. Eliminar la expectativa de quedar bien con los demás. Eliminarla hasta donde sea posible. Eliminar la expectativa de cómo le caés a los demás, porque te vas a encontrar con las otras personas que también están viendo cómo te caen a vos. Entonces, vos podés aprovechar para decirle a esas personas, lo que están esperando, buscando; lo que está esperando encontrar y que vos le digas: “Qué lindo que te queda el pelo!”, “Qué lindo que te queda esa remera!” Porque es lo que está buscando, vos sabés que es una cosa trivial. Porque es perseguir al viento, pero le das el gusto y le ayudás a bajar sus “decibeles”.

Pero vos también podés bajar los “decibeles”. No te preocupes tanto qué aspecto tenés, sino quién realmente sos. Y un verdadero hijo de Dios, un verdadero hijo de Dios; no debe estar preocupado por el aspecto que tiene.

(*) LUNFARDO: El lunfardo es una jerga que surgió entre las personas de clase baja en la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX y que tomó palabras de las lenguas que hablaban los inmigrantes recién llegados al Río de la Plata. Muchos términos de esta jerga forman parte hoy de la lengua coloquial rioplatense (Argentina y Uruguay). Inclusive autores de letras de tango se nutrieron del lunfardo para sus creaciones literarias.

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