Ocho cosas que los papás podemos aprender de las mamás

Alex López
La Catapulta
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Todos los derechos reservados-Publicado con permiso

Las mamás ocupan un lugar especial en el corazón de sus hijos. Un lugar tan especial, que tan solo mencionar a una mamá como insulto, es suficiente para que algo desencadene en una desgracia.

¿Por qué será que los papás no somos ni siquiera dignos de insulto? Ha escuchado alguna vez a alguien insultar a otra persona diciéndole: “¡Tu padre!”. Nunca… Pero mencione a su mamá y eso será otra historia.

Hay cosas que los papás debemos aprender de las mamás. No para convertirnos en dignos de insulto, sino para que nuestros hijos encuentren en nosotros, lo que también encuentran en sus mamás.

Claro está, no todas las mamás son buenas mamás y necesitan en sus vidas, un reseteo que sólo Dios puede dar. Pero una mayoría, manifiesta en su vida y en su relación con sus hijos, características que nosotros los papás debemos imitar para cosechar una mejor relación con nuestros hijos. ¿Cuáles son algunas de esas cosas que los papás podemos aprender de las mamás?

Las mamás escuchan antes de aconsejar.
Cuéntele a un hombre una situación y rápidamente obtendrá un consejo. Los hombres estamos acostumbrados a resolver problemas y muchas veces no escuchamos o interrumpimos las historias. Las mamás suelen escuchar, esto les permite comprender mejor la situación y entonces y sólo entonces, aconsejar o animar. Además, como escuchan más, los hijos suelen abrir más fácilmente su corazón, vez tras vez. Las mamás suelen ser un lugar seguro, para hablar sobre los problemas. Escuchan antes de aconsejar.

Las mamás son tiernas y abrazan el corazón.
Desde el vientre, la mayoría de mamás aman a sus bebés. Ni siquiera los han visto, pero el amor que les tienen, es único. Esto les permite ser más tiernas con sus hijos. Al dirigirse a sus hijos les dicen: “Hijito, mijito, mi bebé, cariño, etc.” Este trato con ternura o no con rudeza, se convierte en un abrazo al corazón. Y el corazón que es amado, rebosará de amor de regreso.

Las mamás tienen empatía y comprenden los sentimientos del corazón.
Una mamá suele ponerse en el lugar de sus hijos. Esto les permite experimentar en cierta medida, los sentimientos que sus hijos están experimentando. Ponerse en los zapatos de otros, es necesario para ver todo a través de la perspectiva del otro. El comprender mejor los sentimientos de otra persona, hace que las mamás sean más empáticas y conecten con sus hijos. Comprender una situación a través de los ojos de los sentimientos, cambia la óptica del juicio, hacia la compasión.

Las mamás son detallistas y marcan el corazón.
Una mamá siempre anda pensando sobre cómo agradar a sus hijos. Cuando hacen pasta, apartan algo para el hijo que no le gusta cierta salsa. Cuando es un cumpleaños, aunque no exista mayor cantidad de dinero en casa, siempre tienen un detalle por simple que sea. Esos detalles que se manifiestan en palabras o en pequeños regalos o acciones, marcan el corazón. Y un hijo cerca del corazón, se siente un hijo amado, seguro y comprometido con su mamá.

Las mamás se equivocan y piden perdón.
Cuando una mamá se equivoca y pide perdón, no pierde el respeto de sus hijos. Al contrario, se gana un lugar de doble honor. La fuerza de una mamá no está en su ego, sino en la humildad de reconocer su metida de pata, pedir perdón y corregir el rumbo.

Las mamás aman incondicionalmente.
Cuando una persona está apunto de ser ejecutada por la pena capital en su contra, a pesar que muchos estén contentos porque a su manera de ver se hará justicia, siempre existirán dos ojos de los que brotan lágrimas y serán las lágrimas de una mamá que ama, al que nadie más ama.

Las mamás corrigen, sin destruir la relación.
Un amigo me dijo: “No es lo mismo decirle a alguien usted le faltó a la verdad. Que decirle de un solo mentiroso”. En ambas tiene razón, pero la forma en que lo dice, cambia todo cómo se recibe. Las mamás suelen corregir sin destruir la relación. El problema, comprenden, es la actitud, no el hijo por completo. Y eso hace la diferencia. Corregir, sin devastar. Corregir y animar al mismo tiempo, dando esperanza.

Las mamás están disponibles, lo que hace que la relación crezca
Cuando una mamá pasa más tiempo con sus hijos, esa relación crece. A veces el simple hecho de estar en casa, hace que el hijo naturalmente gravite hacia ellas en pequeñas interacciones. Ya sea para mostrar un video, platicarle rápidamente sobre algo o tan sólo para decir estoy aburrido. Estar disponibles, hace que los hijos se acerquen y que la relación crezca con esas pequeñas interacciones.

Probablemente dirá, Alex, usted no conoce a mi mamá. Nada que ver con todo lo que está diciendo. Es más, es probable que diga, mi papá refleja más estas ocho cosas que mi mamá. En este mundo hay de todo, porque el problema lo tenemos todos y lo tenemos en el corazón. El corazón representa nuestros sentimientos, pero también nuestros pensamientos y nuestra voluntad.

Ni el mejor cardiólogo del mundo, es capaz de abrir un corazón y sacar el odio para meter amor. Nadie en este mundo es capaz de cambiar un corazón duro, por otro que vuelva a sentir. Pero Dios sí puede hacer esto en la vida de todo pecador que cree en Jesús como su paz con Dios. Que cree que Jesús nunca pecó y murió en la cruz, para llevar el castigo de nuestros pecados y darnos a nosotros libertad.

Tanto mamás, como papás y todo ser humano, es un pecador. Y necesita una cirugía del corazón que sólo Dios puede dar. No necesita que le reparen, sino que le cambien el corazón. El resultado de esta cirugía es un antes y un después de Cristo. Un antes lleno de dolor y pecado y un después lleno de arrepentimiento, paz y obediencia.

Oremos todos, porque Dios opere nuestro corazón y el de los demás. Y podamos andar en sus caminos que son vida, paz y salud al cuerpo, siempre.

Mamás, feliz día de la madre. Que Jesús sea su todo, hoy y siempre… 

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