Una gran riqueza

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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He obedecido todos esos mandamientos—respondió el joven—. ¿Qué más debo hacer?
Jesús le dijo:
—Si deseas ser perfecto, anda, vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.
Cuando el joven escuchó lo que Jesús le dijo, se fue triste porque tenía muchas posesiones.

Mateo 19:20-22 (NTV)

Hola, buen día! Que Dios te bendiga! Doy por sentado que Dios te está bendiciendo y que tenés un diálogo con Él y que sentís que Dios te escucha y vos escuchás a Dios.

Yo voy a hablar de esa idea que probablemente ya has escuchado antes. De que el frío es la ausencia de calor, y de que el color negro es la ausencia de luz, y que el silencio es la ausencia de sonidos. Ahora, yo te quiero decir que si uno estuviera perdido en un desierto a la noche, una noche de luna y no escucharas nada, ese sería lo que muchos escritores, a los novelistas les gusta hacer presión, dirían: “es un silencio ensordecedor”. Y hay una experiencia  muy linda que se hace en una cámara que se prepara especialmente. Hay varias en nuestro país. Se llama cámara anecoica. Es una cámara donde se trata de eliminar todo tipo de rebote de sonido y entonces adentro de esa cámara si nadie produce un sonido, llega un punto que una persona no escucha absolutamente ningún sonido. Y empieza a escuchar sonidos internos por ejemplo, ruidos propios, de errores de la conducción neurológica de los nervios que tienen que ver con el sonido, con la captación del sonido del oído.

Empieza a escuchar el ruido de su propio latido del corazón y algunas personas en el horror ese, que se está en un lugar donde no hay absolutamente ningún ruido y ningún sonido, comienzan a tener y percepciones que se llaman fantasías acústicas. Es decir, el cuerpo empieza a producir, el cerebro propiamente dicho, comienza a producir la impresión de que estás escuchando algún sonido. Es tremendo eso del silencio.

Y yo quisiera que hoy pensáramos en eso. Es una idea un poquito cruel lo que te voy a decir esta mañana. Es una imagen cruel. Pero justamente por cruel, es que me llamó la atención a mí. Porque está puesta en un texto de Mateo 19:20 donde a Jesús lo vino a ver un joven que era rico, evidentemente. Un joven de plata, tenía tatuajes por todos lados, tenía una Ferrari (®) último modelo, los piercings que tenía, eran todos de oro, y así. Fue a ver a Jesús y a mí lo que me llama la atención desde hace muchos años de este texto y es una impresión un poquito amarga no? El gusto a fósforo quemado en la boca. Es lo que no dice acá. Lo que no dice acá, en síntesis, es un joven rico, de mucha plata, se acerca a Jesús para decirle: “-Señor qué tengo que hacer para tener la vida eterna?” Y que Jesús entonces le dice: “-Bueno, ya sabés, el tema de los mandamientos…” Y dice: “-Bueno, pero yo los mandamientos los he cumplido siempre!” Jesús le dice: “-Bueno, te falta de una sola cosita más: vendé todos tus bienes. Vendé el auto ese que tenés, total te podés arreglar a pie como los demás. Vendé esas joyas de oro, qué diferencia hay que una cadena sea dorada, si es de oro o si es de aluminio? Qué diferencia hay? Y dejá de gastar plata; toda esa  plata, ponela para los pobres que hay bastantes pobres por todos lados. Y vení, vení juntate con nosotros, seguime. Vamos a juntarnos.

Es muy impresionante, porque es una de las veces que Jesús invitó a alguien a que sea su apóstol fuera del grupo de los doce. Y Jesús nunca hablaba en chiste, hablaba en serio. Aunque Jesús conocía su corazón. Y el tema que yo quería decirte, el agujero negro que hay en este relato, es que el joven cuando escucho eso, dice que se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 

He obedecido todos esos mandamientos—respondió el joven—. ¿Qué más debo hacer?
Jesús le dijo:
—Si deseas ser perfecto, anda, vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.
Cuando el joven escuchó lo que Jesús le dijo, se fue triste porque tenía muchas posesiones.

Mateo 19:20-22 (NTV)

No se fue triste porque tenía muchas posesiones. El texto quizás mejor debería decir: “estaba tan atado a sus posiciones que no las podía dejar” y ahí está la razón por la cual se fue triste. Porque se fue en ese agujero negro que es la vida lejos de Dios. Había seguido todos los mandamientos, según él. Pero cuando tuvo la última cosita que le faltaba, que era entregar su vida a Jesús, no lo pudo hacer. Y por qué no lo pudo hacer? Qué defecto tenía? Era demasiado rico.

Ahora, vos escuchá esto: si estás en el desierto a las 3 de la mañana y hay luna y vos estás en un desierto no escuchás nada, es terrible! Pero si escuchás a un coyote aullando a lo lejos, ya no es tan malo porque por lo menos tienes la noción de que hay una presencia. Aunque sea una presencia hostil, pero que hay una presencia en ese lugar donde estás, y no completamente solo. Y esa terrible, completamente soledad, esa ausencia de toda luz, de todo calor, de toda música, de toda palabra de amor, de toda guía para tu vida; la vida se te va al tacho. La vida que ingresa en un agujero negro del cual nunca más va a salir. Eso, la Biblia lo llama “perdición”. Es lo que realmente pasa con las personas indiferentes a Dios. La perdición que les espera es eso. Escuchó lo que Jesús le dijo. Pero se fue triste porque tenía muchas posesiones y para mí, que te decía, acá hay algo que yo he pensado muchas veces desde que era chico, pero que no está en el texto; está y no está; está y no está! Es: Qué hizo Jesús cuando este muchacho se fue triste? Y la respuesta es: no hizo absolutamente nada!

En la vida una persona puede llegar a un punto donde Dios no haga  absolutamente más nada en su favor. Eso es la perdición, eso es lo que apocalipsis llama “la segunda muerte”. La primera muerte es la muerte física. Pero, pobre muchacho! Después de todo, tuvo un accidente con la Ferrari (®) y se mató. Qué triste! Qué lástima! Lloramos en el velorio, y ahí tuvo la primera muerte.

Pero hay un consuelo, en que esa persona podría haber ido a la presencia de Dios. En el caso de este joven sabemos que no, que va para estar para siempre, lejos de Dios y pensando: “-Pensar que Jesús me dijo: sígueme y yo lo dejé hablando solo y me fui. Por qué? Porque tuve muchas posesiones.”

Me querés decir cuál es la lógica, cuál es la razonabilidad, cuál es la ventaja, cuál es la suerte, cuál es la causa de envidia; para experimentar como ese joven, esa profunda soledad?

Bien, ahora damos vuelta a la página y te pregunto:

No es un excelente motivo, para pensar que los que ya tenemos la gracia de Dios con nosotros, que podemos hablar con Él, que le hemos entregado nuestra vida, que no tenemos muchas riquezas… alguna sí eh? Alguna, sí. Por lo menos el Gobierno piensa eso. Pero tenemos la gran riqueza de poder hablar con Dios y que Él nos escuche y que nosotros le escuchemos a Él.

Bendiciones!!

(®): Es Marca Registrada

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