El vaso de leche

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Había una vez un niño pobre que pasaba sus días vendiendo periódicos de puerta en puerta para pagar la escuela.

El pobre niño pidió comida pero se le negó todo el tiempo, hasta que llegó a la puerta de una niña. Pidió un vaso de agua, pero al ver su mal estado, la niña regresó con un vaso de leche. El niño le preguntó cuánto le debía por la leche, pero ella se negó al pago.

Años más tarde, la niña, que ahora era una mujer adulta, se enfermó. Pasó de médico en médico, pero nadie pudo curarla. Finalmente, fue al mejor médico de la ciudad.

El médico pasó meses tratándola hasta que finalmente se curó. A pesar de su felicidad, temía no poder pagar la factura. Pero, cuando el hospital le entregó la factura, decía: «Pagado en su totalidad, con un vaso de leche».

Cuando decides ayudar a otros, estás sembrando semillas. Nunca sabes cuándo cosecharás, pero seguramente lo harás. La Biblia confirma esta realidad. Dice «Un hombre cosecha lo que siembra», Gálatas 6:7.

Aprovecha cada oportunidad y haz lo que es bueno y recto ante el Señor, Él mismo te recompensará por lo que haces.

«Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones«, Proverbios 19:17.