Cuál era el «aguijón» en la carne de Pablo?

Por: Bibliatodo Reflexiones
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El apóstol Pablo en algunos textos de la Biblia hace mención del «aguijón» que padecía en su carne; muchas personas han afirmado que este aguijón al cual el se refería se trataba de un problema en la vista, esto basándose en lo sucedido de camino a Damasco cuando Jesús se le apareció y quedó ciego por un lapso de tres días.

Pablo yendo de camino a Damasco a pedir cartas para poder apresar a los cristianos, fue sorprendido por Jesús, quien se le apareció como una luz resplandeciente y sostuvo una conversación con Pablo, donde le dijo: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?», Hechos 9:4.

«El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón», Hechos 9:5.

«Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió», Hechos 9:8-9.

Debido a este acontecimiento muchos afirman que el padecimiento constante que Pablo tenía en su cuerpo se trataba de una enfermedad en la vista; sin embargo al estudiar unos versículos más adelantes del mismo libro de Hechos, nos encontramos con esto:

«Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo», Hechos 9:17.

«Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado», Hechos 9:18.

Al leer el pasaje anterior, es notable que Pablo fue sanado de la ceguera producida durante el encuentro con Jesús, es decir, que la teoría de que el aguijón de Pablo hacía referencia a una enfermedad visual se vuelve un poco menos acertada en este punto.

Si embargo, lo que si podemos afirmar es que el aguijón del apóstol era necesario para este no se exaltara sobremanera ni se gloriase a causa de las visiones que Dios le permitió ver, por lo que Pablo afirmó:

«Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera», 2 Corintios 12:7.

Estas palabras nos confirman que las visiones que vio el apóstol fueron muy reveladoras y sublimes, por lo cual para que esto no fuera un motivo de vanagloria para sí, Dios le permitió tener una «espina» en su carne para que de esta manera recordara que no era por sus méritos que Dios se las había revelado, sino por su misericordia.

Pablo continua diciendo: «Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí», 2 Corintios 12:8.

Notablemente el apóstol había pedido al Señor en tres oportunidades que quitara de el esa situación que lo afligía en su cuerpo; aunque era dolorosa su condición, no hizo sino tres rogativas, hasta que Dios le dio a entender que en medio de las debilidades es donde Él lo iba a perfeccionar.

«Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo», 2 Corintios 12:9.

Reflexión:

Todos de alguna manera tenemos un aguijón en nuestra carne, una situación que ya sea física o espiritual nos hace recordar nuestra bajeza ante la sublime majestad de nuestro Dios; este aguijón espiritual quiere llevarnos a humillarnos ante el Señor y a reconocer que nada podemos hacer sin Él, que no son nuestros talentos ni nuestras capacidades las que nos hacen actos ante Dios, sino que es su gracia inmerecida la que nos ha traído a sus pies.

Por eso debemos entender que todas las situaciones adversas serán necesarias, no olvidemos que es en medio de esas circunstancias donde Dios quiere trabajar en nosotros, moldearnos hasta que lleguemos a la estatura del varón perfecto, CRISTO JESÚS.

 

 

 

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