CONFIANDO A PESAR DE LA ADVERSIDAD

Por: Brendaliz Avilés
http://EscritosdelSilencio.blogspot.com



Hay ocasiones en que nuestro corazón se siente triste, cargado y apesadumbrado y no es porque queramos sentirnos así, ni tampoco porque queramos victimizarnos.  En esta vida hay aflicciones que pueden golpearnos y hacer que sintamos y mostremos nuestra vulnerabilidad humana.  Hay situaciones que nos estremecen y es probable que caigamos al piso.  Pero cuando estas cosas suceden, recuerdo una palabra de consejo, consuelo y fortaleza que mi amado Salvador dijo: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”.  (San Juan 16:33).

Esto me hace saber que mi dulce Señor sabía que íbamos a enfrentar situaciones que de verdad nos entristecerían y en vez de juzgarnos, nos susurra sutilmente, “a pesar de que enfrenten todas esas cosas, tengan paz, confíen, yo sigo estando en control”.  Mi amado padre siempre dice: “Brenda, nosotros solo podemos ver lo que está delante, pero Dios puede ver todo”.  Lo que está delante, detrás, a los lados y aún las cosas invisibles e intangibles.  Saber que él es mi refugio y fortaleza es lo que me da esperanzas cuando todo a mí alrededor parece un caos o una enorme bola de confusiones.

Puedo centrar mis pensamientos en Dios y en sus promesas y entonces voy saliendo de aquello que parece un profundo abismo del que nadie pudiera rescatarme.  Sentir la melodía de su amor resonar en mi corazón reaviva mis fuerzas, me centra y entonces mis debilidades se convierten en fortalezas.  Y mis derrotas en victorias, solo porque él se hace suficiente en medio de mis insuficiencias.  Percibir yo misma que resurjo de lo que pienso que son mis ruinas o peor aún, mis cenizas, solo porque ante el toque de su presencia y la verdad de sus palabras soy transformada, vivificada y resucitada, es algo en verdad maravilloso.

Nada es eterno, aún los dolores y sin sabores de la vida son pasajeros.  En las estaciones de la vida y del tiempo tienen que haber una primavera y un otoño, un verano y un invierno.  Hace falta la luz de la noche y también la del día.  Tiene que existir un lunes para que llegue un domingo.  Es necesario el sol, pero también la lluvia.  Y mientras esas cosas suceden Dios puede cambiar mis sequedades o desiertos, en verdores de verano y en estanques de agua del cual pueden fluir frutos maravillosos de su Espíritu Santo.

Hoy, tal vez, te encuentres atravesando una estación en tu vida que parezca eterna, pero pasará, sin embargo, hay algo que nunca cambiará ni pasará, existe algo que no perecerá y que siempre será eterno y eso es el amor perfecto e infinito que Dios siente hacia nosotros.  Sus misericordias nuevas extendiéndose cada mañana.  Su mano presta a auxiliarnos y socorrernos. ¿Confías en su amor y sus palabras?  Yo las creo con todo mi corazón y las reafirmo continuamente en mi vida.  Porque Dios es real y está por encima de cualquier circunstancia.  Por encima de cualquier adversidad, enfermedad, tristeza, ruptura, decepción, adicción o lo que sea que puedas estar pasando sigue estando Dios y si tú le crees al que cree todo le es posible.

 

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