CAVAR TRINCHERAS O CONSTRUIR PUENTES

Luis Caccia Guerra
La Roca Ministerios
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Pero María Magdalena estaba llorando fuera del sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó hacia dentro del sepulcro (Juan 20:11-BEMH)

“Ella, la de infundada mala reputación, fue la única que estuvo junto al sepulcro de la persona más perseguida de aquél momento. El amor la impulsó hasta allí; sin considerar los peligros a los que se exponía. Lloraba frente a la tumba de Jesús sin atreverse a mirar dentro.” (Guillermo H. Prein) 

Alguien ha descrito el interior del alma humana como un abismo oscuro, al que pocos tienen la osadía de asomarse a mirar dentro.  Y algo de razón debe tener… 

“Atreverse a desnudar el alma es cosa de valientes.” (Elizabeth Wright-Open Hearts Ministries) 

¿Saben? Hubo una época de mi vida en la que vivía en conflicto permanente. Conmigo mismo y con el resto del mundo.  Enojado con la vida. Cada vez me fui “refugiando” más y más dentro de mí, como la tortuga que ante la menor señal de peligro introduce rápidamente sus patitas y la cabeza dentro de su caparazón. Sin poder afrontar como es debido los conflictos, éstos, muy lejos de cesar, ya no fueron sumándose ¡sino, multiplicándose! Es que realmente no me atrevía a mirar “lo que había adentro”. La sola idea de asomarme a contemplar mi propio abismo interior y de que lo que iba a encontrar allí no iba a ser ni remotamente de mi agrado, me aterraba. 

“Sin embargo, es sensato explorar a fondo mi espacio interior, para llegar a la conclusión de saber porqué mi mundo interior es un proyecto para toda la vida. Pero estoy seguro de que algunos, ni siquiera comienzan el viaje.” (Gordon Mac Donald) 

Así anduve años de mi vida dando vueltas, trazando círculos en un desierto sin poder encontrar la zarza ardiendo ni escuchar la voz de Dios. Por eso, mi “ministerio” era una y otra vez  llegar a una comunidad, comenzar a crecer, a participar. Llegar a un punto máximo e invariablemente algo salía mal, algo se salía de control. Comenzar entonces, los desequilibrios, los manotazos tratando de sostenerme, de asirme de algo, hasta finalmente comenzar la franca bajada. Cuesta abajo en la rodada para terminar en otro portazo, en otra renuncia, en otro “divorcio” espiritual con esa comunidad para comenzar un nuevo ciclo en otro sitio. En todos los ámbitos de la vida, fue así. He tenido cosas lindas y prometedoras, pero fui pésimo administrador y finalmente renuncié a esas cosas, las tuve que dejar ir por no saber qué hacer con ellas. Ciclos, ciclos y más ciclos sin poder llegar a ninguna parte, sin poder crecer verdaderamente, sin un destino. 

El resentimiento, la desconfianza, el temor, comenzaron a hacer estragos en mi vida. Fui cortando puentes, terminando vínculos y cavando trincheras para “protegerme”. Entretanto, dando manotazos para sostenerme de la nada, remando con bravura sólo para navegar hacia atrás y a la más completa deriva, tratando de salir adelante con mi propio esfuerzo sin atreverme a entregar mi derrota y corazón roto a Dios. 

“El Dr. Andrew Bonar me contó cómo en el norte de Escocia, las ovejas se descarrían hacia las rocas, hasta llegar hasta lugares de donde no pueden volver. La hierba de estos lugares es muy dulce y a las ovejas les gusta, de modo que saltan tres o cuatro metros, y cuando no pueden regresar, el pastor las escucha balando y en peligro. Pueden estar allí durante días, hasta que se comen toda la hierba. El pastor espera hasta que están tan débiles que no pueden permanecer de pie y entonces ata una soga alrededor de él y se lanza a rescatarlas de las garras de la muerte.” (D. L. Moody) 

¿Por qué hace esto? Porque si el pastor se lanzara en rescate de las ovejitas apenas bajan por el despeñadero, éstas intentarían eludirlo, salir por sus propios medios y terminarían lanzándose al vacío. 

Cuando estuve exhausto, tan débil que ya no podía intentar más nada, cuando ya no podía salir de mis trincheras por mis propios medios, no me quedó otra opción que permanecer muy quietecito y permitir que el Buen Pastor viniera por mí. ¡COMPLETAMENTE ENTREGADO! Como tiene que ser. 

Nada más atreverse a mirar dentro de mi propia tumba y hallar enterrados conmigo mis más bellos sueños, mis más caros anhelos… Nada más entregar un corazón roto en las dulces manos del Salvador… 

Hoy ya no estoy elaborando el duelo de un fracaso anterior. Hoy Dios ha obrado el milagro de capitalizar ese fracaso, tanto recurso mal gastado, tanto tiempo perdido; en experiencia, en victoria, en sanidad de heridas del alma. Por eso es que si bien las relaciones me cuestan un cierto esfuerzo y voluntad de mi parte, hoy ya no estoy cavando trincheras para “protegerme” de la gente, sino edificando puentes para establecer relaciones saludables y edificantes, toda vez que las trincheras se CAVAN y es hacia ABAJO; en cambio, los puentes, se EDIFICAN y es hacia ARRIBA. 

Encomienda al SEÑOR tu camino; confía en él, y él hará. (Salmos 37:5-BEMH) 


Autor: Luis Caccia Guerra
Escrito originalmente para: www.devocionaldiario.com
Todos los derechos reservados-Se publica con permiso


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