Nuestro verdadero YO

Sheridan Voysey
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Leer: 1 Juan 3:1-3

La Biblia en un año: 2 Crónicas 25–27; Juan 16

… sabemos que cuando [Cristo] se manifieste, seremos semejantes a él… (v. 2).

En el álbum de fotos antiguas de mis padres hay una de un muchachito: cara redonda, pecas y cabello rubio y lacio; le encantan las historietas, odia los aguacates y tiene un solo disco: de Abba. Y hay otra de un joven: cara larga, cabello ondulado y sin pecas; le gustan los aguacates, mira películas en lugar de historietas ¡y jamás admitiría tener un disco de Abba! El muchachito y el joven se parecen un poco. Según la ciencia, tienen piel, dientes, sangre y huesos diferentes. Y aun así, ambos son yo. Esta paradoja ha desconcertado a los filósofos. Puesto que cambiamos a través de los años, ¿quién es el yo real?

Las Escrituras nos dan la respuesta. Desde que Dios comenzó a formarnos en el vientre materno (Salmo 139:13-14), se fue desarrollando nuestro diseño particular. Aunque no podamos imaginar cómo luciremos finalmente, sabemos que si somos hijos de Dios, al final seremos como Cristo (1 Juan 3:2): nuestro cuerpo con su naturaleza, nuestra personalidad con su carácter; todos nuestros talentos, relucientes, todos nuestros pecados, ausentes.

Hasta que Cristo vuelva, nos iremos acercando a nuestro futuro yo. Mediante su obra, paso a paso, podemos reflejar más claramente su imagen (2 Corintios 3:18). Aún no somos lo que se planeó que fuéramos, pero al asemejarnos más a Él, nos volvemos nuestro yo real. — Sheridan Voysey


Jesús, hazme hoy más como tú.

¿Ayudan las canciones y películas a encontrar nuestro «verdadero yo» o no basta con eso? ¿En qué áreas puedes asemejarte más a Cristo hoy? 

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