Cómo el mes del orgullo LGBT se convirtió en una festividad religiosa

Joe Carter
Coalición por el Evangelio
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El mes de junio aún no había comenzado cuando Donald Trump se convirtió en el primer presidente republicano en expresar su apoyo al mes del Orgullo LGBT. El 31 de mayo, el presidente Trump tuiteó sobre la celebración del mes del Orgullo LGBT y cómo deberíamos “reconocer las contribuciones sobresalientes que las personas LGBT han hecho a nuestra gran nación…”. 

El resto de Estados Unidos pronto siguió su ejemplo, ya que personas de todo el país publicaron imágenes con la bandera del arcoíris en sus páginas de Facebook y casi todas las empresas del país se apresuraron a estar “entre las empresas que celebran la inclusión, la igualdad y el amor por el Mes del Orgullo LGBT”, como publicó la revista Newsweek.

¿Cómo llegamos al punto en que celebrar la homosexualidad y el transgénerismo se convirtió en un evento de todo un mes que compite con la Navidad?

Conmemoración del Orgullo

Los orígenes del Mes del Orgullo LGBT se remontan a las marchas del Orgullo Gay que comenzaron en la ciudad de Nueva York en 1970 como una conmemoración de los disturbios de Stonewall en Manhattan, los cuales habían sucedido el año anterior. Germán López describió la marcha original más como una protesta que una celebración. “Había miles de personas, pero no había carrozas, música ni hombres con poca ropa”, agrega López. “Los manifestantes, en cambio, llevaban carteles, cantaban y saludaban a los espectadores que según consta, estaban sorprendidos”.

En cuatro años, los desfiles se habían extendido a docenas de ciudades de Estados Unidos. Las marchas del Orgullo, los eventos del Orgullo y los festivales del Orgullo se convirtieron en algo común desde mediados de la década de 1970 hasta los 1990. En 1999, el presidente Clinton designó oficialmente junio como el “Mes del Orgullo Gay y Lésbico”. De 2009 a 2016, el presidente Obama también declaró junio como el Mes del Orgullo LGBT. Una nueva fiesta secular había nacido.

El mes del Orgullo LGBT a menudo se compara erróneamente con el Mes de la Historia Negra o el Mes Nacional de la Herencia Hispana, como una celebración de ciudadanos del mismo trasfondo. Pero ya existe un Mes de la Historia LGBT (en octubre). Fue creado en 1994 por una coalición de organizaciones educativas, y en 1995 fue incluido dentro de una lista de meses conmemorativos por el mayor sindicato de maestros, la National Education Association (Asociación Nacional de Educación, NEA).

El Mes del Orgullo LGBT no es solo una conmemoración secular de un pueblo, sino una celebración religiosa de una creencia: la creencia de que “Gay es bueno” y que la oposición moral al comportamiento homosexual o la ideología transgénero es intrínsecamente intolerante.

El mes del Orgullo como el Adviento y la Pascua

En Estados Unidos, los adultos homosexuales, lesbianas y bisexuales tienen una probabilidad sustancialmente menor de afiliarse a un grupo religioso que los adultos heterosexuales. Cuatro de cada diez (41%) se identifican como ateos, agnósticos o “nada en particular”, en comparación con solo el 22% de los adultos heterosexuales que dicen lo mismo. Sin embargo, las personas son religiosas por naturaleza. Si abandonan una fe, eventualmente adoptarán otra. Para algunos en la comunidad LGBT, eso ha significado abrazar el Templo Satánico. Pero para la mayoría de los “no” LGBT ha significado imbuir de un simbolismo religioso a una fe que ya tenían. Es por eso que el Mes del Orgullo LGBT se ha convertido en el equivalente secular del Adviento.

La palabra adviento se deriva de la palabra latina adventus, que significa “venida”. Para los cristianos, el Adviento es una celebración de casi un mes de la anticipación del nacimiento de Cristo. Como explica Justin Holcomb, el Adviento simboliza la situación actual de la iglesia en estos “últimos días” (Hch  2:17, He 1:2), mientras el pueblo de Dios espera el regreso de Cristo en gloria para consumar su reino eterno.

Sin embargo, para la comunidad LGBT, su Adviento secular tiene un enfoque diferente. En lugar de la venida de Cristo, esperan con ansias el día en que el comportamiento que Dios ha llamado pecaminoso (1 Co 6:9-10, et al.) no solo sea tolerado sino también celebrado como “bueno” por todas las personas. Es una visión esbozada en un discurso del presidente Obama en la proclamación del Mes del Orgullo del 2014: “Nuestra nación ha hecho grandes avances en el reconocimiento de lo que estas valientes personas sabían que era verdad en sus corazones desde hace mucho tiempo: que el amor es amor y que nadie debe ser juzgado por nada más que el contenido de su carácter… Hago un llamado al pueblo de los Estados Unidos para que elimine el prejuicio en todos los lugares donde exista”.

Ya que la agenda LGBT de normalización de la homosexualidad y el transgénerismo entra en conflicto con el cristianismo (al menos en sus formas no apóstatas), busca “eliminar el prejuicio” y para eso se requiere anatematizar las creencias de los cristianos que creen en la Biblia. En el futuro, la celebración de las opiniones LGBT probablemente sea obligatoria. Pero por ahora, todo estadounidense simplemente debe elegir un bando.

Es por eso que el Mes del Orgullo LGBT es también, como dice mi colega Betsy Howard, una forma de la Pascua. En la Pascua original, los israelitas pusieron la sangre de un cordero en los postes de las puertas para que Dios pasara de largo su casa y no trajera juicio sobre las personas que estaban adentro (Éx 12:7-13). Hoy en día, el pueblo estadounidense enarbola una bandera de arcoíris, usa un broche de “aliado” o cambia sus avatares en las redes sociales para mostrar que observa el Mes del Orgullo LGBT. Cuando lo hace está demostrando que han doblado sus rodillas ante la causa LGBT y no provocarán la ira que será derramada sobre aquellos que no los están “afirmando”.

Deberíamos esperar tal comportamiento sumiso de las corporaciones, quienes han adoptado sin crítica alguna el “capitalismo woke”. También podemos esperarlo de agencias gubernamentales, como las embajadas de EE. UU., ya que a menudo son supervisadas por presidentes que afirman la causa LGBT, como Clinton, Obama y Trump. Las corporaciones y los gobiernos pueden ser absueltos por mostrar su apoyo a causas anticristianas. ¿Pero qué excusa tienen los cristianos?

Cuando los “aliados” cristianos se convierten en idólatras

¿Por qué tantos que profesan ser creyentes adoptan un símbolo que muestra al mundo que se oponen a la Palabra de Dios? ¿Por qué pasamos por alto tales demostraciones de idolatría por parte de aquellos que afirman ser “aliados” LGBT y también nuestros hermanos y hermanas en Cristo?

Como escribí hace unos años atrás, muchos de nosotros en la iglesia nos hemos quejado de que nosotros mismos hemos guardado silencio sobre esta franca idolatría por mucho tiempo. Tenemos temor de que las personas abandonen nuestras congregaciones si señalamos con demasiada claridad o de manera enfática que no se puede servir a Dios y respaldar el pecado al mismo tiempo. Parece que nos preocupa más perder al voluntario para la guardería del domingo por la mañana o el diezmo regular en la urna de las ofrendas que las almas de aquellos en rebelión abierta e impenitente contra Dios.

También parecemos más preocupados por el juicio de los chicos en el ministerio de jóvenes que por el juicio de un Dios santo y airado. Estamos tan preocupados por la idea de que los defensores LGBT se aparten de la fe, que no nos damos cuenta de que ya han rechazado la fe del cristianismo histórico y ortodoxo y la han reemplazado con una herejía idólatra. Una herejía que es tan destructiva y aborrecible como cualquiera que haya existido antes.

No amamos a nuestro prójimo cuando les decimos que pueden seguir participando en una rebelión impenitente contra Dios. No podemos continuar con la mentalidad de “estoy de acuerdo solo para que nos llevemos bien” que está llevando a la destrucción de quienes decimos amar. Si realmente amamos a nuestros vecinos LGBT, debemos hablar la Palabra de Dios con valentía (Hch 4:31). Es posible que tengamos que aceptar el hecho de que los que se han apartado tal vez nunca regresen, pero no debemos dirigirlos al infierno porque somos demasiado cobardes para decirles que el evangelio requiere arrepentimiento.

Debemos elegir a quién serviremos. ¿Amaremos a nuestro prójimo y apoyaremos al único Dios sabio, o odiaremos a nuestros amigos LGBT al aliarnos con los necios creadores de ídolos del Mes del Orgullo LGBT?

Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.

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