HABLANDO EN EL MISMO IDIOMA

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Cuando Jesús terminó de decir estas cosas, las multitudes se asombraban de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tenía autoridad, y no como los maestros de la ley.

(Mateo 7:28-29 NVI) 

Hoy tengo una noticia muy buena para compartir con vos. En serio! Posta! Seguro! Estoy sincero con vos, mírame a los ojos. ¿Ves? Ni parpadeo! Nosotros tenemos la nietita Juanita, la más chiquita de las nietas que tenemos ahora, que vive pegado a casa. Entonces nos visita, viene a “mal criarse” a casa dos veces al día más o menos. A la mañana, a la tarde, a veces comemos juntos, hacemos cosas juntos, etc. En mi casa tenemos un teléfono viejo, chiquito, esos que se usaban antes, que no sirve más está en el cementerio de cosas electrónicas que yo tengo. Y ahí se me ocurrió dárselo a ella para que juguemos al teléfono. Entonces, la idea mía era, yo le doy este teléfono y en vez de agarrar los teléfonos nuestros que valen una fortuna, agarra ese chiquito y jugamos. “-Hola! Holáa! Holáaa!” Y así.Probé varias veces, la nena no me toma el teléfono. Y me di cuenta anoche tarde. ¿Por qué? Y es porque ella está acostumbrada ya a esa edad, todavía no sabe ni a hablar, pero ella sabe que el teléfono brilla y tiene imágenes de colores en movimiento y que ve la cara de gente y todo, y que de paso, puede decir una palabra como “-Haláa!” y que eso es todo, y “-Muáa!” que quiere decir “beso”. Es decir, en mi mente el teléfono es algo para hablar. Y en su mente, el teléfono es una cosa para ver. Cuando yo le doy un teléfono que no tiene cómo “ver”, sino una cajita de plástico negra, que no prende ni un led, a ella no le da ningún interés.

Eso que te pongo por ejemplo, es el ejemplo de un diálogo de sordos de cuando alguien le habla a otro creyendo que el otro lo está escuchando. Eso es una cosa muy común cuando uno habla. Que uno habla y dice: “-Pero yo les dije tal cosa”, y cree que por haberlo dicho, la cosa ha quedado. Y eso desde el punto de vista de las comunicaciones, es un error bastante común. Nosotros lo que decimos no necesariamente es lo que la gente o alguien escucha que nosotros le decimos. Y en el camino inverso de la comunicación, cuando una persona dice algo, no necesariamente lo que nosotros creemos que nos dijo, es lo que él nos quiso decir. A veces, una persona se queja porque estaba la sopa fría, cuando en realidad lo que está diciendo es: “-Hoy estoy medio tristón y me gustaría recibir un poco de cariño”. Entonces, si vos escuchás una queja de que la sopa está fría, vas a tener una escalada de violencia que va a reforzar en esa persona la idea de que, bueno, si hoy esperaba escuchar una palabra de cariño, te podés ir bien a pedirle que te haga la sopa tu madre y eso sería justamente lo opuesto de lo que quisieras escuchar.

Todos nosotros somos así. Incluso los que somos caracterizados por la frase: “Este tiene una labia!” ¿Sabés cuántas veces la escuché esa? ¡Es un don! !Es un don! ¡Es el don de la “labia”! ( * ). Que quiere decir: “-Yo les dije”, pero a mí, como a cualquier “labioso” que anda por ahí le gustaría muchísimo saber; que cuando él dice algo que para él es fundamental, alguien lo esté recibiendo con ese mismo sentido.

Una cosa que dijeron de Jesús, que es muy importante, ¡es muuuy importante! es la que está en Mateo 7:28 y 29. Jesús acababa de contar… ¿te acordás la parábola del que construye sobre la roca, versus el que construye sobre la arena? Si hay alguien que construyó sobre la arena con una palita y un baldecito de los juegos esos de playa, se hace su casita le pone unos palitos y ya está. Que de paso, es el origen teológico del cuento de los tres chanchitos que hizo famoso Walt Disney, el dibujante norteamericano. Apenas terminó eso, está este comentario: 

“Cuando Jesús terminó de decir estas cosas, las multitudes se asombraban de su enseñanza”, porque lo hacía con verdadera autoridad, algo completamente diferente de lo que hacían los maestros de la ley religiosa. La pregunta acá es: ¿En qué idioma estás hablando? y ¿En qué idioma estás escuchando? o como diría “mother” (mi madre-nde): “-¿En qué idioma querés que te lo diga? Porque parece que el castellano, no lo entendés.”

Efectivamente, Dios -escuchá esto- habla nuestro mismo idioma. Por eso es que yo soy medio reacio a eso de que distinguimos en el vocabulario y los religiosos hablamos con palabras rimbombantes, como por ejemplo…  bueno, iba a poner un ejemplo, pero alguno me va a decir: “!cómo te vas a burlar de eso!! Para decir, en síntesis, que Dios “se  rebaja” a hablar como nosotros y no nos pide que nosotros hablemos como Él. Alguno de ustedes que conoce la Biblia, ya estará pensando: “Por qué no citaste el texto donde Jesús dijo: “¿Estas cosas los ofenden? ¿Qué pasaría si yo en vez de hablar de cosas de acá de la tierra, les hablara las cosas de la vida eterna? ¿Eh? ¿Quién entendería?”  Y efectivamente eso también aclara este mensaje, que está por ejemplo, en el hecho de que el Nuevo Testamento no fue escrito… mirá que aquí hay una cosa rara, Jesús y todos sus compañeros eran todos judíos, sin embargo el Nuevo Testamento fue escrito en griego. ¿Por qué? Porque era como el inglés de esta época. Es el idioma que conocía todo el mundo. No el hebreo y no el galileo, que es un dialecto que Jesús hablaba, porque era de su zona. Es como si nosotros habláramos en catamarqueño (**),  quisiéramos predicar en catamarqueño en Bolivia, en Colombia, en países de habla hispana. ¿Te entenderían? No. Entonces, ¿qué tenés que hacer? Aprender a hablar en colombiano. Hablar como ellos hablan. Usar las palabras que ellos usan en el sentido que ellos las usan.

Hablando de eso, dice que “las multitudes quedaron asombrados de su enseñanza, porque hablaba con verdadera autoridad”. Y hay que poner un punto ahí. Porque esto de que Jesús hablaba con autoridad, hace que mucha gente, muchos pastores, se paren en el púlpito que es una especie de trono pero al revés. Donde vos estás sentado adelante del trono y en el púlpito estás parado atrás del púlpito. Entonces vos te agarrás del púlpito y decís: “-¡Ahora que estoy acá arriba, ahora me van a escuchar! Y decís palabras rimbombantes “!OHHH, DIOS HOY DICE QUE…!!!”  y hablás en ese tono así… y eso es “tener autoridad de la Palabra”!

Perdón… pero, no! La autoridad que dice acá que tenía Jesús, que nunca hizo eso, y que nunca probablemente usó un púlpito y leyó una Biblia más que cuando estuvo en la sinagoga de Cafarnaúm -fijate en eso, Jesús no andaba con la biblia en la mano por todos lados, porque tener la Biblia en la mano no te hace ninguna diferencia, lo que te hace la diferencia es tener la Biblia en el corazón- y esta palabra que Él dice que hablaba con verdadera autoridad, en realidad yo personalmente la traduciría “coherencia”. Porque no era “autoridad”, en el sentido de que algún autoritario le gusta esto de: “Por eso, porque hay que hablar con autoridad!”…  Ser autoritario y tener autoridad, no es lo mismo. El autoritario cree que porque hace fuerza de arriba, mete las cosas así violentamente, como una violación, digamos. 

Pero la persona que está llena de amor por el que lo está escuchando, puede hablar con la coherencia que se necesita en la identificación personal con el mensaje. La identificación con el que escucha, que Jesús tenía. Por eso la gente se admiraba de Él y no de los otros, los escribas que hablaban bien, que hablaban con autoridad, pero cuando Jesús hablaba, SE ENTENDÍA.

 

( * ): Labia. Argentinismo. Facilidad de palabras.

(**): Catamarqueño. Propio de la provincia de Catamarca, noroeste argentino. Cada provincia y/o región en Argentina tiene palabras, modismos, significados y sentidos propios de su región.


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