POR QUÉ POSTERGAS TU VIDA ESPIRITUAL?

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En ocasiones nos acostumbramos a vivir en constante afán buscando nuevos rumbos, soñando con obtener nuevos diplomas, queriendo ser mejores en nuestras carreras o en cualquier ámbito de nuestra vida, pero olvidamos que esas cosas son pasajeras y que nuestro enfoque debe estar en lo eterno. 

Poned la mira en las cosas de arriba

Una joven desinteresada en el Evangelio, estaba por terminar sus estudios de medicina y se preparaba para la vida laboral, cuando un profesor le preguntó:

–¿Cuánto tiempo crees que va a durar tu carrera?

–Pueden ser unos 40 años, en realidad menos si la edad para jubilarme se adelantara– fue la respuesta de la joven.

–Te haré una pregunta más– agregó el profesor –¿Cuánto tiempo te llevó obtener tu diploma?

Quizás unos 5 años, además de los años de preparación y práctica– contestó la chica.

Nos capacitamos cinco años, o menos dependiendo de la profesión, para un futuro de 40 años terrenales, y olvidamos e ignoramos consagrar al menos una hora de preparación para nuestro porvenir en la eternidad.

Estudiamos muchos libros para instruirnos en cualquier especialidad, libros que quizás sean superados mucho antes del fin de nuestra carrera, pero recordemos que estos libros no cambian nuestras vidas, nos aportan múltiples conocimientos, pero es solo terrenal; el único libro que instruye en las verdades eternas es la palabra de Dios (la Biblia) y muy poco le dedicamos tiempo para aprender de ella.

«No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas»2 Corintios 4:18.

No sigamos postergando nuestro crecimiento espiritual

No está mal que deseemos superarnos, obtener buenos puestos de trabajo, anhelar ser el mejor de la clase, ser reconocido por nuestros logros, pero… ¿Sucede lo mismo con nuestra formación espiritual? No dejemos a un lado el conocimiento que da el Espíritu Santo.

Examinemos nuestra vida, tomando en cuenta lo que ya hemos recorrido al lado del Señor y comencemos a dejar de preocuparnos tanto por las cosas que se echan a perder, tal como la comida, el vestido, es decir, lo material.

Coloquemos nuestra energía en buscar la vida eterna que puede darnos el Hijo de Dios. Ya que de Él proviene el mejor sello de aprobación.

«Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?»Mateo 6:25.

Debemos estar preparados para el mañana

Si pensamos en comprar la mejor de las vidas, entonces estamos equivocados, pues solo Jesús nos promete la vida eterna y esta no tiene costo alguno.

Tampoco tenemos certeza de cuánto tiempo viviremos en la tierra, por eso, nuestra preparación espiritual debe ser diaria, no debemos descuidarla.

No importa cuántos títulos obtengamos aquí en la tierra, o cuán conocidos sea nuestro nombre por el prestigio profesional, esas cosas no te servirán en la eternidad. En cambio, dediquemos tiempo a nuestra relación con Dios desde ahora y constantemente.

Pidamos pues al Espíritu Santo el querer como el hacer para leer la biblia, orar y adorar el nombre de Dios, trabajemos en aquello que tiene valor de eternidad.

«He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría»Salmos 51:6.

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