Pararse en la brecha

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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He buscado entre ellos alguno que construyera un muro y se mantuviera de pie en la brecha ante mí, para proteger la tierra e impedir que yo la destruyera, y no he encontrado a nadie.

(Ezequiel 22:30 - Biblia de Jerusalén ed. 2001) 

Si vos sos una de esas personas que todos los días ora por este tema de la pandemia y por los problemas que hay, ¿sabés qué estás haciendo exactamente? Lo que Dios quiere que hagas y lo que Dios te mueve a hacer. Muchas personas tienen la idea de que como ven que el mundo está así, sin chaveta, que va para todos lados;y que entonces se desesperan y claman a Dios porque es lo que están acostumbrados a hacer en cualquier situación difícil. Pero piensan que esto es una cosa como extraordinaria. La verdad es que no, es la norma. Y si lo estás haciendo bien, bien; no te felicito y te abrazo simplemente porque estamos en medio del combate. Y en el medio del combate, uno no puede abrazar al compañero soldado que está luchando ahí en el medio de la batalla. Pero te digo una cosa: vamos a ser amigos por el resto de la vida. Porque sabemos en el fondo del corazón, por lo que hemos pasado juntos.

Este lunes a la mañana falleció el doctor Santiago Jerónimo. Era un muchacho que vino de Salta, aquí a Córdoba a estudiar. Y después se quedó. Finalmente recaló en Altagracia donde era director del Hospital Arturo Illia (a). Otro nombre ¡Mirá esos nombres! ¡Cuántos hay! Favaloro (b), etc., eran nombres de personas que en medio de una situación difícil se han plantado, se han puesto ahí a decir: “-¡Esto no puede ser así!”

Ese muchacho murió porque tenía COVID y tenía como factor de comorbilidad, que era medio gordito. Y probablemente, en este increíble estrés al que fue sometido como director ahí en Terapia Intensiva del hospital de Altagracia, quizá comía un poquito de más por causa de la ansiedad. La cosa es que cuando se enfermó, se fue agravando. Tenía dos dosis de la vacuna Sputnik ® y sin embargo murió. Dejó una esposa y dos chiquitos por los cuales le pedimos a Dios que los esté bendiciendo ahora mismo.

Estoy pensando en las personas que frente a un desastre como el hundimiento del Titanic, la Segunda Guerra Mundial, la pobreza en una villa, o lo que fuera; en vez de decir: “-¡Qué bárbaro, qué mal que está todo!”, hacen algo. Si vos les preguntás, van a decir: “-No estoy haciendo lo suficiente”. ¿Te acordás de aquel hombre –un argentino– que estuvo salvando especialmente a niños, del sacrificio de los nazis? (*) Una vez le dieron un premio, y él dijo: “-Ojalá hubiera podido hacer más!”

Ese espíritu, digamos, esa forma de reaccionar es profundamente divina, por decirlo de alguna forma. Nosotros muchas veces pensamos, inmediatamente en la fe en Dios como “un acto religioso”. Y enseguida, por ejemplo, pensamos: “-Esta persona es un Hijo de Dios, si declara el Credo. Eso fue una cosa que algún día le podemos dedicar un rato. Que al principio de la iglesia cristiana cuando enfrentó el paganismo, salió. Y queda hasta el día de hoy. Mucha gente dice que si esta persona declara que está de acuerdo con el Credo, entonces es cristiano; y si no, no es un verdadero Hijo de Dios. Algún día hay que buscar las bases bíblicas para eso, y nos va a cambiar la cabeza. ¡Nos va a cambiar la cabeza!

Y hablando de “credo” ¿sabés? este muchacho cuando se recibió (trajecito nuevo, recién peinadito a la gomina, etc.) tuvo que decir el famoso Juramento de Hipócrates. ¿Lo escuchaste alguna vez? Bueno, te lo digo ahora. Hay varias versiones, porque el juramento propio de Hipócrates era diferente a éste y mucho más largo. Pero en distintas Facultades de Medicina, cuando el médico se recibe, declara solemnemente: 

“Como miembro de la Profesión Médica prometo solemnemente dedicar mi vida al servicio de la humanidad: Velar ante todo por la salud y el bienestar de mis pacientes. Respetar la autonomía y la dignidad de mis pacientes. Velar con el máximo respeto por la vida humana. No permitir que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor; se interpongan entre mis deberes y mis pacientes. Guardar y respetar los secretos que se me hayan confiado incluso después del fallecimiento de mis pacientes. Ejercer mi profesión con conocimiento y dignidad conforme a la buena práctica médica. Promover el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica. Otorgar a mis maestros, colegas y estudiantes, el respeto y la gratitud que merecen. Compartir mis conocimientos médicos en beneficio del paciente y del avance de la salud. Cuidar de mi propia salud bienestar y capacidades, para prestar una atención médica del más alto nivel. No emplear mis conocimientos médicos para violar los derechos humanos y las libertades ciudadanas ni siquiera bajo amenaza. Hago esta promesa solemne y libremente, empeñando mi palabra de honor.” 

Todos los médicos han hecho eso. Ya sé que vos me estarás diciendo: “-Sí, pero durante la Dictadura había médicos que juraron esto y después le sacaban los bebés a las chicas que eran torturadas en los campos esos que había en varios lados en nuestro país; como el de La Perla (c), que está acá, a unos pocos kilómetros de mi casa. Y esos chiquitos eran vendidos en un mercado negro, que fue una atrocidad. Sí, sí, claro! Sí, Mengele (d) también era médico! Pero si nosotros tenemos que pensar en un paradigma médico, ¿qué elegimos? ¿Creer en el Mengele, o creer en el Favaloro? ¡Ahí te maté! O el doctor que te atiende, que es un muchacho que hace poco se ha recibido, y sin embargo está mirándote con cara de “cómo puedo ayudar a esta persona?”

Esa actitud, la actitud de en vez de quedar inerme frente a algo, hacer algo. Y otra vez, estar puesto, porque no es hacer perfecto algo. Porque vos, ni yo, ni nadie, ni ningún médico, va a ser el Juramento de Hipócrates perfectamente. Se va a equivocar, y todo; ¡pero está!. A mí, yo prefiero que venga un practicante y me encuentre tirado en la calle en un accidente; que venga un practicante. No esperamos que venga Favaloro, porque no va a venir. Pero que ese practicante esté transpirando mientras me atiende dice “-Ojalá no me equivoque, voy a hacer algo para ayudar a este tipo que está tirado, que ni siquiera sé quién es. Entonces yo abro el ojo, y le digo: “¿Cómo que quién soy yo? ¡Soy Daniel, el de los Tips para pensar en Cuarentena”! Y él me va a tratar de hacer lo mejor posible con las cosas que tiene. Va a contener una hemorragia con una bolsita de plástico que tenía una señora que estaba curioseando ahí. Y otro va a estar llamando con su celular a una ambulancia, que venga con un médico de veras y así. ¡Y me sano de la vida y yo “chocho” de la vida! Y los voy a saludar y les voy a decir: “!Gracias! ¡Gracias, chango, me salvaste la vida!” Y dice: “-Sí, pero yo todavía no hice el Juramento Hipocrático”. No, no hiciste el Juramento formalmente, pero ya tenés estos principios en tu vida.

En Ezequiel 22:30 el Señor a través del profeta Ezequiel, a quien cuando era chico, le decían “el EZE”, dice así: 

“He buscado entre ellos alguno que construyera un muro y se mantuviera de pie en la brecha ante mí, para proteger la tierra e impedir que yo la destruyera, y no he encontrado a nadie”. 

Esta es la frustración de Dios. hay una desgracia y la gente piensa: “-¡Ay! ¿Quién me va a ayudar? ¡Ay! ¿Ahora quién podrá defendernos? El “Chapulín Colorado” no existe. Pero quizás vos podés hacer algo. Ahora mismo podés hacer algo. Mandale un mensajito a tu amigo que vos sabés que está medio “desespereti”. Saludalo con cariño. Mandale el Tip. Decile: “-Mirá, esto te va a hacer bien”. Y espero delante de Dios, porque es lo que mueve en mi corazón, para hacer estos tips. Que alguna persona, entre chistes y ejemplos que traigo de la historia y de historias personales, esa persona por lo menos, le podamos robar una sonrisa.

Y ya hemos hecho algo, hemos hecho algo. De ponernos en un lugar arriesgado, el frente de batalla, en alguno de los tantos frentes de batalla que hay, ¡para dar batalla! 

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(a): Arturo Umberto Illia. (Pergamino, Buenos Aires; 4 de agosto de 1900-Córdoba, 18 de enero de 1983) Médico y político argentino. Presidente de la Nación Argentina entre el 12 de octubre de 1963 y el 28 de junio de 1966. Dirigente del partido Unión Cívica Radical. 

(b): René Gerónimo Favaloro (La Plata, 12 de julio de 1923-Buenos Aires, 29 de julio de 2000) Inventor, educador y cardiocirujano argentino, reconocido mundialmente por haber desarrollado la técnica del bypass coronario. Fundador de la Fundación Favaloro. 

(c): La Perla. También conocido como «La Universidad». Principal centro clandestino de detención de la Provincia de Córdoba destinado a la desaparición de personas, durante la dictadura militar autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional” (1976-1983). 

(d): Josef Mengele. (Gunzburgo, 16 de marzo de 1911-Bertioga, Brasil 7 de febrero de 1979). Oficial alemán de las SS y médico durante la Segunda Guerra Mundial. Se le recuerda especialmente por sus monstruosos experimentos mortales con prisioneros. Tristemente conocido como “el Ángel de la Muerte”.

(*): Oskar Schindler. Se mudó a Alemania tras la guerra y tuvo apoyo económico de organizaciones judías. Después de recibir un reembolso parcial por sus gastos durante el conflicto, se trasladó a Argentina con su esposa y se dedicó a la cría de animales.



Comentarios

  1. Gracias pastor Daniel. Son buenos sus planteamientos. Pero mejor voy a seguirlos escuchando los audios. jejeje. bendiciones.

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