Ganar la vida. Perder la vida.

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Luego Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz y seguirme. Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero, si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma?* ¿Hay algo que valga más que tu alma? Pues el Hijo del Hombre vendrá con sus ángeles en la gloria de su Padre y juzgará a cada persona de acuerdo con sus acciones.

(Mateo 16:24-27 NTV) 

En La Paz, Entre Ríos, conocí a un hombre que lo llamaban el viejo Zacarías. Ya no trabajaba, casi. Era un hombre muy mayor. Y su fama había alcanzado todos los lugares más remotos de las ciudades y los lugares del campo, porque él en una época participó de una transformación histórica muy importante. Las primeras radios portátiles que hubo, funcionaban con baterías, es decir con pilas. Por alguna razón en Argentina, a lo que en otro lado llaman “baterías”, nosotros les llamamos “pilas”. Pero es lo mismo. ¿Te acordás que había distintos tamaños? Hasta ahora los hay distintos tamaños. Los tamaños de las pilas fueron determinados justamente por esas viejas radios a batería. Incluso los autos tenían radios que funcionaban a batería. Eran a válvulas. Se desarrolló toda una categoría de válvulas para poder hacer radio especialmente, antes de la invención de los artefactos de estado sólido, como el transistor y los diodos. Este hombre tomó la época -el viejo Zacarías- cuando en los campos empezó a haber luz eléctrica. Antes, lo que hacían, era cargar las baterías con unos cargadores que se llamaban wind-charger importados de Estados Unidos y algunos fabricados acá por gente ingeniosa en la Argentina. Que lo que hacían, era tomar la energía del viento y daban vuelta y en la parte de abajo de la torrecita donde estaban esos generadores eólicos muy primitivos se cargaban las baterías para poder arrancar un tractor, un camión, un auto o para arrancar la radio, que eran a válvula. Una alternativa a eso, era tomar la batería e irse al pueblo que tenía electricidad y en el pueblo había gente que hacía ese servicio, cobrándote unos pesitos de cargarte las baterías. Porque las radios podían llegar a tener hasta tres tipos diferentes de  baterías para las distintas funciones de los circuitos de esas pequeñas valvulitas que se encendían con una lucecita roja en su interior y permitían escuchar o mínimamente, un poco de las noticias del mundo exterior que era tan interesante.

En el desarrollo de la electricidad rural, que empezó a llevar electricidad a los campos, primero a los más próximos de las ciudades, pero después más y más recorriendo todo el interior, le permitió a la gente de las colonias tener todo un adelanto sumamente, sumamente, renovador. Entre ellos, el de poder tener la radio directamente conectada a la electricidad, sin tener el tedioso trabajo de tener que asegurarse de cargar las baterías o de llevarlas para que alguien las cargue.

Y ahí es donde entra el viejo Zacarías. Que lo que hacía era, tomaba esas radios que le traían del campo que estaban buenas todavía, les hacía una magia dentro, soldándole unas cositas y echando humo con olor a resina de estaño y entonces te devolvía una radio que simplemente la enchufabas en la corriente y podían ponerse alrededor de ella a escuchar las noticias, básicamente; pero también a escuchar música y ese tipo de cosas.

En esa época la radio estaba vista no solamente en el criterio tan localista como tenemos hoy, de estar aficionado a una radio local, sino que había muchísimas radios en onda corta, es decir, emisoras que estaban por distintas partes del mundo que se podían escuchar. Ahí, mirá, en el medio del campo en Entre Ríos podías escuchar, si eras evangélico, en el HCJB una radio que transmitía programas evangélicos. La gente las escuchaba con interés. Las radios más locales que transmitían noticias y como en La Paz, Entre Ríos, una pequeña radio, digo pequeña por la baja potencia, que tenía un servicio muy útil para la gente de campo, que era la retransmisión por radio de los telegramas que se mandaban. Entonces, por ejemplo, alguien había ido para tener un hijo a Paraná, y entonces cuando nacía el hijo, le mandaba un telegrama, que el telegrama en vez de ir al campo, iba a la radio de la zona y la radio en ciertos horarios del día los transmitía y decía: “Telegrama para fulano de tal…” Y yo escuché una vez uno que me causó mucha gracia! Decía así: “Telegrama para la familia (no me acuerdo ahora el nombre de la familia) en la zona rural de tal lugar. Nací nena, todo bien, firmado: Roberto”. Así que había un Roberto, que en la alegría de que había salido todo bien en el nacimiento de la nena, firmó con su nombre, sin darse cuenta que parecía que el Roberto era una nena! Pero no, la nena era la hija de Roberto, probablemente. Y aprovechaban de paso algunos vagos, mandar chistes a la radio, con esos nombres que ahora se ponen de moda otra vez y la gente se reía de chistes de gente que tiene nombres graciosos. Le mandan a la radio para que lo lean y todo el mundo se reía y era una broma y también lo hacían en aquella época.

El problema con las baterías es que duran un tiempo y hay que recargarlas. Así se hizo famosa una de las primeras marcas que vino en la Argentina y que hubo en el mundo, que era la marca Eveready (®). Ever – ready. Al principio eran dos palabras separadas en inglés “ever” – “ready”, quiere decir “siempre listas”. Y tenían un símbolo que ya no usan más. Era un  número “9”, donde en el agujero del “9” salía un gato negro con los ojos chispeantes y la cola en forma de rayo. Y la idea era asociar la idea de que las pilas Eveready (®) estaban siempre listas y no se gastaban tanto, porque tenían como el gato, 9 vidas. Porque sí, mi querido! En el hemisferio norte los gatos, la gente cree que tiene 9 vidas y en el hemisferio sur, cree que tiene 7 vidas. Y eso era usado con un sentido de la vida.

Yo quisiera pensar hoy, junto con vos en el tema de la vida, de nuestra vida. Y te digo, desde ya, por las dudas: no tenemos ni 9, ni 7 vidas. Y los gatos tampoco. Porque yo he visto gatos chiquitos que lo pisó un auto y perdieron todas las vidas de una sola vez.

Nosotros tenemos una sola vida. Yo dije la vez pasada, no si te acordás, que en nuestra vida coexisten diferentes vidas. Por ejemplo, la vida  educativa, la vida laboral, la vida sexual, la vida estudiantil, la vida social, la vida deportiva en algunos, la vida profesional en otros, y así. Pero en realidad, no son “vidas”. Son aspectos de la vida. Porque nosotros tenemos una única y sola vida que comenzó el día que nacimos y que va a terminar el día que muramos. Y esa vida, esa cosa que llamamos “la vida”, es una sola. Y nosotros podemos hacer con ella, lo que queramos. 

“Luego Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz y seguirme. Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero, si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma? Pues el Hijo del Hombre vendrá con sus ángeles en la gloria de su Padre y juzgará a cada persona de acuerdo con sus acciones.” 

Ganar la vida. Perder la vida. Mateo 16:24 al 27, es la palabra de Jesús que leí. ¡Mirá qué interesante! Hay gente que se aferra a la vida y se hunde. Y gente que entrega la vida y redime su vida. La hace tener sentido eterno. Tom Sawyer, el del cuento de Mark Twain, dice que una vez la tía lo mandó a pintar la cerca de la casa. Una cerca de madera, tenía que pintarla con cal y era una tarea muy tediosa. Eran muchos metros de cerca. Y a éste se le ocurrió, empezó a pintar, se acercó uno de los amigos del barrio. Y dice: -¿Qué estás haciendo? Y él le dijo: -Estoy haciendo una tarea muy importante, por eso me la han dado a mí. -¿Y qué tenés que hacer? -Y… tengo que pintar, pero no cualquiera puede pintar. Tiene que saber. Entonces el amiguito le dijo: -¿Puedo probar yo? –No! Esta es una tarea de mucha responsabilidad. No se la pueden dar a cualquier niño! Entonces el chiquito le dijo: -Te doy una manzana si me dejas pintar un poco. Entonces le dijo: -Bueno, pero tené cuidado eh? Seguí mis instrucciones. Pasó otro amiguito y lo mismo. -¿Qué está haciendo fulano? –Y… está pintando, pero eso no es para cualquiera. Porque hay que ser responsable. Le dijo: -Yo te ofrezco unas monedas que tengo, si puedo pintar. –Sí, pero tienes que tener cuidado! La cosa es que al rato había una cola de chicos esperando todos para pintar la cerca a cambio de distintos tipos de recompensas.

Y así Tom Sawyer nos muestra que, con la misma cara que podríamos decir: ¡Huy! ¡Me toca pintar esto! ¡Que trabajo molesto!; Tom Sawyer no solamente que no se manchó de pintura, sino que consiguió una verdadera colección de pequeñas recompensas, para su tesoro personal.


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