¿Pueden los Juegos Olímpicos ayudarnos a describir la Trinidad?

ROBERT MARTIN
Coalición por el Evangelio
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La Trinidad es uno de los misterios más profundos de la fe cristiana. Dios es uno (“El SEÑOR uno es”; Dt 6:4), pero también adoramos a tres Personas distintas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) al mismo tiempo.

Los apologistas cristianos, predicadores y maestros de escuela dominical han luchado por ilustrar y explicar esta unión sin caer en la herejía. Algunos tratan de representar la unidad de Dios usando el agua, es decir, Dios es uno y tres de la misma manera en que el agua puede tomar la forma sólida, líquida o gaseosa. Otras analogías comparan a Dios con cosas como los huevos donde hay diferentes partes (por ejemplo, yema, clara y cáscara) dentro de un todo. Las imágenes de tréboles de tres hojas, triángulos e incluso el wicket del críquet funcionan de la misma manera: un objeto se compone de tres elementos diferentes e identificables.

Sin embargo, a pesar de su ingenio, todas estas analogías trinitarias populares fallan de maneras significativas.

Por ejemplo, fallamos al intentar representar a Dios a través del agua, porque el agua no existe en sus diferentes estados al mismo tiempo. El agua es vapor, líquido o hielo; es una sustancia que se manifiesta de diferentes formas. Sin embargo, Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no se transforman el uno en el otro de esa manera; existen juntos eternamente. La analogía del agua se asemeja a una herejía llamada modalismo (o sabelianismo) donde se pierde la pluralidad de la Trinidad.

Además, los intentos de representar a Dios a través de cosas como huevos, tréboles, triángulos o el wicket del críquet fallan porque cada parte no es una expresión completa del todo. Una hoja de trébol no es un trébol completo así como una yema de huevo no es un huevo completo. Estas analogías implican que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo juntos componen a Dios, cada una de las personas de la Trinidad es solo una parte de Dios y solo se convierten en Dios plenamente cuando están juntas.

Ayuda de la Olimpiada

Sin embargo, me pregunto si algo de los Juegos Olímpicos ofrece una analogía mejor y más sólida: la analogía de la medalla de oro.

Cuando el equipo femenino de Australia ganó el oro en relevo de 4×100 metros de nado libre, se entregaron cuatro medallas de oro a Bronte Campbell, Meg Harris, Emma Mckeon y Cate Campbell. Tenemos cuatro medallas de oro distintas en este escenario. Sin embargo, si miramos el recuento de medallas de los Juegos Olímpicos, Australia recibió solo una medalla de oro por el evento. Una medalla de oro y cuatro medallas de oro. ¡Cuatro en uno!

Esta analogía supera el reto de negar la pluralidad de la Trinidad: realmente hay cuatro medallas personales distintas; la única medalla de oro en el registro de medallas existe al mismo tiempo que las cuatro medallas de oro individuales. 

También supera el peligro del trinitarismo de las partes. Las cuatro medallas no son cada una un cuarto de la medalla de oro (son iguales a cualquier medalla otorgada a los vencedores individuales). Son la misma medalla. Así como Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo son tres personas pero un solo Dios. 

Un último punto a favor de la analogía: no se entregan cinco medallas físicas después de un relevo. La medalla que representa las cuatro medallas no se entrega en el podio. Es algo abstracto. Las medallas solo son vistas alrededor del cuello de las cuatro competidoras. Esto también se asemeja un poco a la Trinidad. No hay una Persona extra acechando detrás de las tres Personas. La única naturaleza divina solo existe como Padre, Hijo y Espíritu.

Imperfecta pero útil

Sin embargo, no es una analogía completamente perfecta (¿Es posible que alguna analogía sobre el centro de la divinidad lo sea?). Por ejemplo, las personas de la Trinidad no son compañeros de equipo intercambiables. Vienen en un orden: el Hijo y el Espíritu vienen eternamente del Padre. La naturaleza divina comienza (lógicamente, no en el tiempo) con Él.

Quizás la debilidad de la analogía en este punto pueda mitigarse reconociendo que, incluso en los deportes de equipo, donde cada persona obtiene la misma medalla, todavía hay diferencias de roles. Por ejemplo, tenemos capitanes de equipo; hay un orden en una carrera de relevo. Los diferentes miembros del equipo participan en la misma victoria de diferentes maneras apropiadas a su lugar en el equipo, al igual que, para nosotros, hay:

“…un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y nosotros somos para Él; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por medio de Él existimos nosotros” (1 Corintios 8:6).

De modo que la analogía de la medalla es imperfecta, pero podría ser útil. Supera muchas de las debilidades de las analogías más populares de la Trinidad. Nos recuerda que nuestro mundo aun tiene algunas características que son extrañas de la misma manera que la Trinidad es extraña y, en consecuencia, que la unidad y la trinidad de nuestro Dios no es tan difícil de concebir como algunas personas dicen que es.

Quizás esto nos ayude a meditar en nuestro gran Dios mientras vemos las noticias de los ganadores de los Juegos Olímpicos. Mientras vemos como en los eventos de relevos se otorgan cuatro medallas otorgadas por una medalla, podemos considerar cómo esto apunta, de una manera pequeña, a la gloria (y victoria) infinitamente mayor de nuestro verdadero Dios: Padre, Hijo y Espíritu.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition: Australia. Traducido por Equipo Coalición.

Robert Martin es parte del equipo de liderazgo nacional de City Bible Forum (Foro bíblico de la ciudad). Robert tiene títulos en Comercio y Teología. Él aborda con regularidad los problemas relacionados a la vida cristiana en el trabajo y es también el anfitrión del programa de radio y podcast Bigger Questions (Preguntas más grandes). Robert está casado con Di y tienen tres hijos.

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