La guerra espiritual: qué es y cómo se hace
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La guerra espiritual es una batalla que los hijos de Dios llevan a cabo mediante una oración aguerrida, en contra de los principados y huestes de maldad.
La mayoría de las personas desconoce, que los problemas y circunstancias adversas que viven diariamente, son producto de los ataques que se maquinan desde el mundo espiritual.
En la mayoría de las ocasiones culpan a las circunstancias y a la gente de todos sus problemas, y desgastan su vida batallando en condiciones naturales.
Sin conocer, que su principal enemigo no pertenece al ambiente físico, sino que mora e interviene en la vida del hombre desde un mundo «invisible», que se constituye como «sobrenatural».
Satanás no quiere que las personas conozcan esta realidad, porque sabe que cuando alguien le declara la guerra, tiene el respaldo de Dios para vencerlo a Él y todos sus demonios.
Ante todo esto, Dios ha llamado a su pueblo a librar diariamente estas batallas, debido a que constantemente son atacados. Ejecutar la guerra espiritual le proporciona al creyente ejercer autoridad y obtener victorias.
«Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo«, Efesios 6:12.
Por tal motivo, Dios le entregó a sus hijos un arma poderosa para vencer todas las artimañas del enemigo, y es la guerra espiritual, donde el creyente obtiene la autoridad para derribar, destruir y cancelar todo plan de Satanás por medio del poder de Dios.
Para que un cristiano pueda ejercer esta batalla, es necesario que tome en cuenta los siguientes puntos:
Reconocer al adversario
Lo primero es reconocer que el mayor enemigo del creyente es Satanás, (1 Pedro 5:8-9).
Cuando el creyente reconoce quien es su verdadero adversario, deja de pelear con sus fuerzas humanas, porque sabe que no es el hombre quien le está haciendo frente, sino que es Satanás por medio de aquella persona.
Su visión natural y espiritual cambia, porque evalúa todas las circunstancias desde un punto de vista diferente.
Aceptar la autoridad delegada por Dios
La mayoría de los creyentes no saben lo poderosos que son en las manos de Dios, Lucas 10:19.
Satanás y sus demonios reconocen cuanta autoridad posee un hijo de Dios, ellos perciben el dominio que ejerce el creyente en el mundo espiritual.
Esta autoridad puede caer en las manos equivocadas sino se ejerce con poder sobre el adversario, dándole lugar a satanás de que la use para manipular la vida del creyente a su antojo.
Es necesario creer en el poder y la autoridad que el Señor ha depositado en cada creyente, para combatir las fuerzas de las tinieblas.
Colocarse la armadura de Dios
Debe vestirse con la armadura de Dios para estar protegido al momento de pelear la batalla, declarando que tiene todos los utensilios que la componen; estas son la verdad, la justicia, el apresto del evangelio, el escudo de la fe, el yelmo de la salvación y la palabra de Dios.
«Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo», Efesios 6:11.
Preparar el campo de batalla
El principal campo de batalla del creyente es «su mente», es por ello que la misma debe estar protegida, preparada ante toda asechanza del enemigo, 2 Corintios 10:5.
La mente es el principal medio por donde Satanás tiene el acceso para atacar la vida del creyente, poniendo pensamientos contrarios a la palabra de Dios. Es por esto, que se debe llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo.
Por medio de la guerra espiritual el creyente puede pelear todas sus batallas, con la certeza de que Dios le dará la victoria por medio de la oración.
«Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas», 2 Corintios 10:4-5.
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