CANSANCIO y RESTAURACIÓN
Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Mateo
9:1-2
Por la década del 80; 70 y pico y 80 había un grupo de cómicos uruguayos que era muy ingenioso haciendo un humor muy inteligente. Seguramente algunos de los más viejos se van a acordar. Y un sketch que hacían, era el de dos hermanos siameses que usaban el mismo traje. Y entonces estaban todo el tiempo discutiendo, porque uno tiraba para un lado y el otro tiraba para el otro. Siempre estaban en conflicto. Uno de los hermanos decía una cosa el otro decía otra; uno quería ir a un lado el otro quería ir a otro; y ese sketch lo repetían siempre y siempre terminaba de la misma forma. uno de los dos que se llamaba Frade, de apellido. El que tocaba el piano, no sé si te acordás de él, uno gordito, bajito (*). Siempre terminaba ese sketch con el mismo remate. Decían: “!La familia es un clavo!”
“La familia es un clavo”. Hoy voy a hablar de eso. De las cosas de la familia, que son un clavo. En realidad, ¿sabés qué es lo que estoy queriendo decir? Que todas -y vos estarás de acuerdo con esta declaración- todas las relaciones personales pasan por un momento de desgaste y de cansancio. ¿Estás de acuerdo vos con eso?
Mirá: cuando yo era chico nosotros prestábamos atención a las cosas que nos decía especialmente mamá, que es con quien más tiempo estábamos, y más hablábamos en casa, cuando éramos chicos. Una cosa que mamá decía y nosotros abríamos el ojo y prestábamos mucha atención a lo que decía mamá. Porque decía cosas que al principio te sonaban raras y después tenían un sentido. Como tendrá sentido esa frase que ella me dijo varias veces, que yo hasta ahora la estoy pensando como una cosa importante de la vida, si la tenés en cuenta. Y la frase que ella me decía muchas veces: “-Sos cansador, ¿eh? ¡Cansador!”
“Cansador”. ¿De qué oficio es el de cansador? Habla, habla, y habla; y cansa. Hace cosas y ensucia y termina cansando. O es desobediente y termina cansando. O es vago para estudiar y termina cansando. ¿Y sabés qué? Ese cansancio, que es un cansancio moral ¿no es cierto?, se aplica a todas las relaciones personales. ¿Te das cuenta a dónde estamos yendo, no? ¿En qué dirección?.
Permitirme sugerirte la idea de que aún nuestra relación con Dios puede tener temporadas de cansancio. Que la palabra esa “cansancio”, se refiere a un tiempo cuando se ha perdido el brillo, se ha perdido la emoción, se ha perdido la ética de esa relación. Yo lo he visto esto toda mi vida. ¿Sabés en quién? ¡En mí mismo! Lo he visto en otra gente y entonces de momento era consolador para mí pensar “bueno, a éste también le está pasando; sé que no soy yo solo, loco; porque como mi mamá me decía yo soy cansador”
Y es más, como yo acabo de decir y te pregunté, si vos estás de acuerdo en que todas las relaciones personales terminan en algún momento siendo cansadoras, sugiero también la idea de que yo lo canso a Dios. Que nosotros cansamos a Dios. Que los apóstoles lo cansaron a Jesús. Y que la iglesia muchas veces termina cansando a Dios. Solamente que como la Biblia dice que Dios no se cansa con cansancio, lo único que nosotros hacemos es hacer cosas que cansarían a cualquiera, menos a Dios. Por eso todavía tenemos una relación con Dios.
¿Vos nunca la cansaste a tu esposa? ¿Tu esposa nunca te cansó a vos? ¿Tus hijos nunca se cansaron de vos? ¿Vos no los cansaste a tus hijos? ¿Tu jefe no te tiene cansado? ¿Y vos no tenés cansado a algún jefe? Tus amigos, ¿nunca se cansaron de vos? Y vos, ¿nunca te cansaste de tus amigos? ¿Querés que siga? La lista interminable porque todas las personas, tarde o temprano pasan por momentos, y ese es el punto.
Yo conocí parejas, por ejemplo -que todas las parejas tienen “altibajos”- es una forma elegante de decir que hay tiempos de épica y tiempo de cansancio. Tiempos de desgaste y tiempo de regeneración.
Todo es así ¿eh?. La piel que tenemos por el lado de afuera y las pieles que tenemos por el lado de adentro, que se llaman mucosas, todas están sometidas a desgaste y regeneración. Todas. Una cosa que tenemos los viejos, yo tengo unas manchitas en el pecho, unas manchitas chiquitas rojitas. Y digo: “-voy a buscar”, porque uno busca en el Google todo, pero le da vergüenza preguntar. Se llaman “rubí”. Y dije: “-¡Qué bárbaro! ¡Por fin tengo algún defectito con nombre digno! “Rubí” se llaman. Entonces, seguí leyendo en la Wikipedia. Son puntitos rojitos, son una especie de angioma pequeñito (“angioma” creo que se llama así), es una mancha hemática de sangre, es una circulación superficial de sangre, como una várice pero roja digamos, y dice “propio de una piel vieja”. Y yo que tenía pensado que iba a ser algo así tipo como tener sangre azul. Sangre azul y tengo puntitos rojos de rubí. Así que me frustraron con eso.
Pero hay una piel vieja, hay un corazón viejo, hay un cerebro viejo, hay un viejo que tiene todas esas cosas, y hay una vieja relación y hay un viejo matrimonio. Acá al lado mío tengo a Mónica. Este año vamos a cumplir 50 años de casados. ¿Vos querés que yo diga que estoy cansado de ella, con ella acá al lado? ¡Escuchame! Hay cosas que yo aprendí en la vida… ¡y a ella ni le pienso preguntar! Porque si vos le preguntás: “¿Estás cansada de Daniel?” Ella te va a decir: ¡No! Es igual. Una respuesta cruda, cínica, sería: “!Sí, la tengo cansada!” Y la otra respuesta sería: “No, digamos que hemos pasado momentos difíciles, pero nos llevamos bien, nos amamos. Bueno, las cosas se superan”. Esa es la parte épica.
¿Y respecto de Dios? Porque ese es el foco para mí. Nosotros los creyentes pasamos épocas que leemos la Biblia todos los días, oramos, vamos viendo el mundo y decimos: “-¡Ay, Señor, te alabo! ¡Qué hermosa helada que cayó esta mañana!”. Y otros días decimos: “-¡Siempre lo mismo! ¡Se queman los campos, la gente no cuida! ¡Esto es un desastre! ¡En la iglesia son cuatro gatos locos, y son unos chantas! ¡Van a la iglesia a criticar nada más!”. De momentos pasas de la iglesia, de ser el Cuerpo de Cristo, a ser el lugar más repugnante donde está todo lleno de gente hipócrita. ¿Cuál es la verdad de eso? Y si es verdad lo que vos estás pensando, ¿por qué dice en el Nuevo Testamento de la Biblia, que Jesús dio su vida por la iglesia? ¿Y la enfermedad? No, una enfermedad que te da de vez en cuando. ¡Ay, me engripé! y listo. Sino una enfermedad como la piel envejecida. Que no va a cambiar, no se va a rejuvenecer. Había un hombre que Jesús conoció en su ciudad, que dice así:
Jesús subió a una barca y regresó al otro lado del lago, a su propia ciudad.
Ahí vivía Jesús, y tenía el DNI (Documento Nacional de Identidad-NdE) el domicilio, código postal: 1001-Cafarnaúm.
Unos hombres le llevaron a un paralítico en una camilla. Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo mío! Tus pecados son perdonados».
(Mateo 9:1-2 NTV)
¡Fue fantástico eso! Porque ese hombre estaba cansado de la enfermedad. A todos lados se tenía que hacer llevar. Decía: “-Me gustaría ir…” Bueno, pará, que te llevamos”. Los amigos, que en un momento decían: “-¡Uy! ¡El paralítico este ya me tiene cansado! ¡Se le ocurre cada cosa!” Dice: “-Me gustaría ir a ver la montaña”. “Y tenemos que nosotros llevarlo en la camilla. La verdad, que no tenés vida con él”. “¡Ay, tengo que hacer un trámite en el banco… ¿no me llevan?” “Y nosotros tenemos que dejar lo que estamos haciendo y llevarlo. Es cansador, tener un amigo paralítico!” ¿Y para el paralítico? Es cansador tener una enfermedad. Pero, ¿qué le dice Jesús a él? Le hubiera dicho: “Mirá, sinceramente tu vida es un desastre, y tratá de no ser tan cansador”.
Las palabras de Jesús, -para mí- porque cuando yo escucho que Jesús le habla a alguien, yo digo: ESTO ME SIRVE A MÍ TAMBIÉN. Son estas: “Ánimo, hijo mío”. Una palabra cariñosa: “Ánimo, hijo mío. Tus pecados te son perdonados”.
Los míos también han sido perdonados y mi ánimo también necesita una renovación. Y me encanta cuando Jesús me dice: “Ánimo, hijo mío, tus pecados te son perdonados”.
¿A vos no?
(*):Julio Frade. Julio César Frade Pintos. (Montevideo, Uruguay, 3 de noviembre de 1943) Pianista, compositor, actor, humorista y locutor de radio. En 1963 debutó en la televisión argentina, con el programa humorístico “Telecataplum”. Fue parte del famoso y recordado grupo de humoristas uruguayos junto a Ricardo Espalter, Enrique Almada y Eduardo D’Angelo, que trabajaron en la televisión argentina por décadas.
¿Agobiado por las culpas?
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