EL AMOR VALE MÁS QUE LOS DONES ESPIRITUALES

IÑIGO GARCÍA DE CORTÁZAR
Coalición por el Evangelio
Todos los derechos reservados-Publicado con permiso


¿Alguna vez te has sentido atacado porque discrepas con otros sobre algún tema candente? De ser así, no sería la primera vez que entre hermanos nos hayamos hablado de forma inapropiada, tanto cara a cara como a través de las redes sociales. Por eso el Señor nos llama a amarnos unos a otros y ser humildes, dos características esenciales que debemos modelar al tratar temas polémicos entre cristianos.

Estuve reflexionando en lo anterior al leer el libro Sabiduría y poder: Una exposición bíblica de los dones espirituales (B&H Español, 2021). Este libro fue escrito por Joselo Mercado, miembro del Concilio de Coalición por el Evangelio y pastor de la Iglesia Gracia Soberana en Gaithersburg, Maryland. El libro comienza recordándonos que “tenemos a Cristo, quien murió por nuestros pecados y nos hace hermanos en la fe salvadora. Esa unidad es más importante que nuestras posiciones con respecto a cualquier otra definición doctrinal” (p. 4).

Mercado explica la importancia de los dones dentro de la iglesia y cómo estos, al ser entregados por Dios, mediante el Espíritu Santo, son claves para el cristiano en su servicio a la iglesia. El autor afirma que los dones espirituales “son regalos de Dios para la Iglesia; para que, por medio de ellos, podamos ver con más claridad la obra redentora de Cristo” (p. 4).

El amor evita los extremismos

Sabiduría y poder considera los dones espirituales tomando en cuenta las posturas cesacionista y continuista, que veremos más adelante. Al comienzo del libro, hace una afirmación que los cristianos creemos, pero que a veces no evidenciamos en nuestro comportamiento: “el Espíritu Santo es Dios mismo, y merece nuestra adoración, está activo en nuestra salvación y santificación, y es Dios en todo el sentido de la palabra, tal como lo son el Padre y el Hijo” (p. 12).

Lo anterior nos lleva a comprender que el abuso de los dones espirituales es tan malo como vivir un cristianismo en el que no se ponen en práctica. Ambos extremos en nuestra relación con el Espíritu Santo nos llevan al riesgo de pretender ser independientes del Señor. Por eso, y de manera acertada, el autor afirma que “usar los dones es un reflejo de que confiamos en Dios, ya que al hacerlo estamos comunicando que creemos que lo que se ofrece en la Biblia para nuestro uso es para la edificación de Su cuerpo” (p. 93). Esa edificación descansa en Cristo, su obra en la cruz y su actuar en nosotros.

El amor nos lleva a respetar las diferencias

Es un hecho que en el mundo evangélico hay variedad de posiciones en asuntos doctrinales secundarios, es decir, doctrinas que no tienen que ver con temas fundamentales como la salvación. A veces pareciera que existe una batalla entre denominaciones que buscan demostrar quién tiene razón o quién lo hace mejor con respecto a determinados temas y prácticas dentro del cristianismo.

¿Será que dentro de esa diversidad existe la posibilidad de acercarse de forma correcta, aunque distinta, a temas no tan claros? Creo que sí. Sabiduría y poder lo evidencia y nos anima a buscar con humildad ese acercamiento. De lo contrario, pensar con orgullo en nuestra “infalibilidad teológica” nos demuestra que “estamos tan ocupados con la controversia que no nos sometemos al mandato bíblico de usar los dones para la edificación del cuerpo” (p. 102).

Esta realidad de los conflictos nos debe guiar a considerar que somos parte de un cuerpo y, por lo tanto, somos responsables de su edificación (Ro 12:4-5). Los dones son la herramienta entregada por medio del Espíritu Santo que nos capacitan para que a través de su uso en la comunidad demos gloria a Dios (Ef 4:13).

Al mismo tiempo, necesitamos recordar que Dios ha entregado una variedad de dones. Por el tipo de servicio que llevamos a cabo en las iglesias, estamos acostumbrados a los dones visibles como el de maestro, evangelista o pastor. Pero existen otros tantos que no son tan evidentes públicamente, pero que son muy necesarios: hospitalidad, generosidad (repartir), misericordia, etc. Nos corresponde pedir a Dios que nos ayude a descubrir cuáles nos ha otorgado y ponerlos en práctica respetando las diferencias. También somos responsables de honrar todos los dones presentes en la iglesia sin desmerecer o restarle valor a ninguno porque todos son para nuestra edificación.

El amor debe primar al usar los dones

La parábola de los talentos nos invita a considerar la importancia de ser siervos útiles al Señor (Mt 24:14-30). Una forma práctica y bíblica de ser siervos útiles en la iglesia es a través del ejercicio de los dones que el Señor ha concedido a cada uno de los creyentes.

En el ejercicio de los dones, seamos cesacionistas o continuistas, hay un orden establecido: El amor debe primar. Después de dar un listado de algunos dones, Pablo termina la sección diciendo: “el amor sea sin hipocresía” (Ro 12:9). La palabra que describe al amor es que este sea sincero o genuino. En 1 Corintios 13, Pablo usa hipérboles (exageraciones) para darnos a entender que si no hay amor en medio de lo que hacemos, aunque hagamos un sacrificio inaudito, no sirve para nada. Los dones no son para gloriarnos, sino para dar la gloria a Dios y amar a nuestros hermanos. El pastor Mercado lo expresa diciendo que “el amor descrito aquí se puede resumir como morir a ti por el bien de otros” (p. 117).

El amor nos lleva a la humildad

Como explica el autor:

“La humildad de tomarnos el tiempo para estudiar el argumento contrario comunica claramente que no somos Dios y menos que somos omniscientes. Por el contrario, es una evidencia de que creemos en la posibilidad de ser convencidos por la Palabra de Dios si estuviéramos equivocados” (p. 157).

Por eso Sabiduría y poder no trata de demostrar quién tiene razón, sino que en la pluralidad de acercamientos todo cristiano ponga en práctica los dones que el Espíritu le asignó de forma soberana. Los dones son un regalo del Espíritu Santo para cada cristiano. Debemos ponerlos en práctica dentro del orden bíblico establecido y el amor a los demás debe primar por encima de todo.


Iñigo García de Cortázar, junto con su esposa Ana Cristina, es misionero actualmente en Cali, Colombia. Es ingeniero industrial y teólogo, y es parte de las congregaciones Centro Bíblico en Colombia. Le gusta la teología, la predicación y la enseñanza. Además, le gusta escribir artículos de reflexión teológica. Puedes escribirle a: inigo.pnz@gmail.com


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