SALVADOR

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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2da. Samuel 22:1-3

Hace muchos años conocí en La Paz, Entre Ríos, al turco Salvador. Una noche estábamos comiendo un asado y yo le pregunté así, porque yo era medio pavote antes, y hacía preguntas ingenuas. Y le pregunté: “-Ché, discúlpame, pero, ¿por qué tu apellido es Salvador, que es un apellido español, si vos sos descendiente de turcos? De hecho le decían “el turco

Salvador”. De paso, también le decían “el turco” porque en una época a principios del siglo pasado, la inmigración que vino de todos los países árabes, estaban bajo el imperio turco; y entonces por eso se los llamaba “turcos”. Y hasta ahora, a los árabes y a todos los que vienen del oriente, se lo llama en general “turcos”, cuando en realidad, en el caso del turco Salvador, era sirio-libanés. Ahora, este sirio-libanés era un viejo pícaro y me contestó rápidamente así: “-Sabés lo que pasa? Cuando mi abuelo ingresó a la Argentina, cuando el empleado que lo recibió a él en Migraciones le ha preguntado el nombre, han estado luchando ahí porque no se entendían. El empleado no hablaba árabe y mi abuelo no hablaba castellano, ni una palabra. Le ha preguntado en algún momento por el nombre. Y el otro sea que entendió si le estaba preguntando por el nombre o no, le ha respondido algo así como “el invatur”. Y entonces, el empleado anotó: “Salvador”. ¡Listo! Sonaba parecido a “salvador” y listo! Le castellanizó ahí nomás una palabra que dijo este hombre al ingresar al país.

Y ese nombre tan común en España, en español, “Salvador”; menciona una de las funciones, quizá la más importante de Jesús en su venida al mundo. Vino como Salvador. Y vamos a pensar en eso, en Jesús como el Salvador. ¿De qué salva Jesús? ¿Cómo salva Jesús? ¿En qué sentido yo podría decir hoy, que Jesús es mi Salvador?

Es interesante ver como en los relatos de la vida de Jesús, que están en los Evangelios, se prefirió usar el nombre “Jesús”, el nombre propio de Jesús. Pero en el libro de los Hechos, en adelante en el Nuevo Testamento, el nombre favorito para designar a Jesús, de los escritores de estos libros de la Biblia, ha sido “Cristo”.

Que “Cristo” era una palabra, en realidad, un sustantivo en griego “christos” Así que “Christos” lo que quería decir era: “el Mesías”, que la palabra hebrea era “meshiah”, y que en la traducción ese mismo nombre dicho en griego, era “christos”. Y comenzaron a llamarle, y lo llamaron en todo el contexto del Nuevo Testamento, salvo en los Evangelios, le llamaron a Jesús: “Cristos” o también “soter”, que quiere decir Salvador.

Por una vieja concepción que hay desde el Antiguo Testamento como en 2do. Samuel 22 1, donde voy a leer esta mañana, donde se le llama a Dios “el Salvador”. Y voy a leer en uno de los versículos, 2do. Samuel 22 3, esa idea de que Dios es Salvador aparece tres veces en el mismo versículo de distintas formas. Y es muy interesante pensar en Dios como alguien que está para salvarme, para que mi vida no se desperdicie, para rescatarme, para sacarme del sinsentido, para darle sentido a mi vida. Para rescatarme de los peligros, pero no solamente como una protección contra los peligros, como un seguro, una cosa así; sino como una persona que protege mi esencia vital, que mi vida está protegida por Él y que es salvada mi vida de la perdición.

Que ese es otro concepto muy lindo para estudiarlo en la Biblia: qué quiere decir “ser perdido”. Es muy fácil de entender: ser perdido es como tener un Audi ® último modelo, que tiene las ruedas, del motor, los papeles, está todo en orden, está 0km. Lo único que no tiene, es combustible. Entonces ese auto pasa, de ser un medio de transporte seguro y veloz, para ser un pisapapeles carísimo. Porque no anda. Y esto, en un ser humano, si no tiene comunión con Dios ¿qué es? Bueno, es muy inteligente, tiene unos ojos muy bonitos… y está perdido. Está perdido porque una persona que no tiene el sentido final de su vida, no lo tiene. Y si vos te fijás la vida contemporánea no lleva a una vida con sentido profundo. Sino a sentido superficial. Qué aspecto tiene, bajá dos kilitos, acomodate el pelo de esta manera, andá a tales lugares, obtené prestigio. Y eso es todo superficial. Tan superficial es, que se termina con la muerte.

Como dijo un sabio, ahí mismo en La Paz, Entre Ríos, me contó este chiste que dice que un paisano del campo decía: “La vida en el antiguo imperio romano, no ha de haber sido tan buena. La prueba está que no ha quedado ninguno de ellos vivo”.

Hay que salvarse. Y salvarse no quiere decir salvarse de las deudas, sino salvar la esencia de la vida.

David dedicó al Señor la letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así: "El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! Él es mi protector y mi salvador. ¡Tú me salvaste de la violencia!

(2 Samuel 22:1-3 NVI)

“Dios es mi Salvador”. Y yo puedo decir también que en mi vida Dios es mi Salvador. Sin duda, desde que tenía siete años que yo le pedí a Él que me salve, que me perdone los pecados, porque es la primera cosa que había que salvar en mi vida. Ordenar mi vida respecto de los pecados, perdonarlos. Y la única forma que hay para perdonar los pecados de la vida de alguien, es que el ofendido te los perdone. Y eso fue lo que yo supliqué cuando tenía siete años, y se me concedió. Ahí nomás. Porque si hay algo que Dios quiere hacer en la vida de una persona, es perdonarle los pecados.

Así que, bueno, desde aquel entonces, Jesús es mi Salvador. Pero es mi Salvador en infinidad de situaciones donde Él me ha salvado. Algunas que ni siquiera sé que me salvó. Y me salvó. Y acá estoy, ¡salvado!

Y algún día cuando esté en el cielo, me voy a enterar de qué otras cosas me salvó Dios, más las que yo ya he visto, de la enfermedad, de algún accidente, de peligro de electrocución un par de veces, y etc. ese tipo de cosas.

Ha salvado la esencia de mi vida. Yo podría morir en cualquier momento tranquilamente porque mi vida esencial está rescatada porque yo se la entregué a Él y Él es mi Salvador.

Y la pregunta que cae con esto es, no te parece, vos que estás escuchando estos Tips, que te reís con mis chistes y que me corregís mis anécdotas y mis equivocaciones: ¿Jesús es tu Salvador? Tu vida, ¿está salvada, está rescatada? “Rescatate, hermano” dicen los drogadictos. Ahí tenés otro ejemplo de salvación. Un drogadicto le dice a otros drogadictos: “Rescatate, hermano; no fumés tanto!; “rescátate, no consumás de esa, que es una porquería”, Le está diciendo: “salvate, alcanzá la salvación”.

Y es lo mismo que yo te digo hoy: Alcanzá la salvación.

¿Y dónde está? EN UNO QUE DE NOMBRE, LE LLAMARON VARIAS VECES “EL SALVADOR”.



¿Agobiado por las culpas?


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