PERDIDO Y ENCONTRADO-REFLEXIONES SOBRE LUCAS 15

“Si solo tuvieras la parábola del hijo pródigo, ¿cuál sería la conclusión principal de la historia?”. Esta es una pregunta que le hago a mi clase de Introducción a los Evangelios y Hechos que enseño cada año en Perth Bible College. Como puedes imaginar, a lo largo de los años he escuchado algunas respuestas interesantes:

  • Sabiduría (vivir sabiamente; el hijo menor no vivió sabiamente).
  • (In)justicia (el padre actuó irracionalmente hacia el hermano menor).
  • Arrepentimiento (el hijo menor regresa).
  • Perdón/reconciliación (el padre abraza al hijo menor).

¡Nadie sugirió “celebración”! Interesante. Sin las parábolas de la oveja y la moneda perdida, el escenario de celebración aparenta pasar desapercibido. Sin embargo, lo que une a las tres parábolas es el escenario de celebración y regocijo.

Dicho esto, también hay una diferencia fundamental entre las dos primeras parábolas y la parábola del hijo pródigo; una diferencia que de otra manera se pasaría por alto si las dos primeras parábolas no estuvieran allí. Ten en cuenta que cada una de las dos primeras parábolas sigue el mismo patrón. En cada caso:

  • algo valioso se pierde,
  • hay una búsqueda,
  • se halla lo que se había perdido y
  • hay una celebración.

Esto tiene mucho sentido. Cuando pierdes algo de valor, lo buscas.

¿Qué hacer, entonces, con el hijo pródigo a quien no se busca? La oveja perdida tiene un equipo de búsqueda. La moneda perdida tiene un equipo de búsqueda. El hijo rebelde en la historia no tiene un equipo que salga en su búsqueda. ¿Qué está pasando aquí?

La oveja perdida tiene un equipo de búsqueda. La moneda perdida tiene un equipo de búsqueda. El hijo rebelde en la historia no tiene un equipo que salga en su búsqueda

La narrativa

Consideremos la narrativa. El hermano menor solicita su herencia anticipadamente y (sorprendentemente) ¡se le concede su solicitud! Luego derrocha su riqueza en una vida loca antes de que una hambruna azote la tierra. No le queda nada y (al parecer se encontraba en territorio gentil) termina alimentando cerdos para sobrevivir. Sabemos que había tocado fondo cuando escuchamos que anhelaba comer la comida del cerdo.

Es en este punto, si hemos prestado atención a las parábolas anteriores, que deberíamos esperar: ¡un equipo de búsqueda! Sin embargo, no tenemos uno. ¿Por qué?

Aférrate a esa pregunta y continuemos…

En los versículos 17-19, el hijo menor vuelve en sí y comienza el largo viaje a casa. Ten en cuenta su forma de pensar (Lc 15:18): ya no se ve a sí mismo como un hijo y, por lo tanto, decide buscar la posición de un siervo asalariado.

Sin embargo, antes de que pueda siquiera pronunciar su pequeño discurso, el hijo pródigo es abrazado con gozo por su padre. El padre corre a abrazarlo. Intenta confesar, pero en un abrir y cerrar de ojos, está de vuelta en la familia como un hijo amado. Le ha dado una túnica, un anillo, sandalias; hay banquete y celebración. Este hijo estaba muerto y volvió a la vida; estaba perdido y ahora ha sido hallado.

Antes de que pueda pronunciar su pequeño discurso, el hijo pródigo es abrazado con gozo por su padre

Para resumir: hemos tenido escenas de partida, libertinaje, tragedia, regreso y restauración. Ahora el hermano menor está de regreso dentro de la casa, disfrutando de las celebraciones. Hay cantos, bailes y fiesta por su regreso.

¿Qué hay del hermano mayor?

Pero el hermano mayor no está contento. El padre, habiendo salido a encontrar al hermano menor, ahora debe salir a encontrar al hermano mayor. Le implora que se una a la celebración, pero el hermano mayor se niega a hacerlo. Su respuesta merece una mención completa:

“Pero él le dijo al padre: ‘Mira, por tantos años te he servido y nunca he desobedecido ninguna orden tuya, y sin embargo, nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos; pero cuando vino este hijo tuyo, que ha consumido tus bienes con rameras, mataste para él el becerro engordado’” (Lucas 15: 29-30).

Observa que:

  • Al igual que el hermano menor, el hermano mayor ha perdido todo sentido de filiación, viéndose a sí mismo como un sirviente/esclavo: “por tantos años te he servido…”.
  • Él está fuera de la casa debido a su obediencia: “…nunca he desobedecido ninguna orden tuya”.
  • Al igual que el hermano menor, el hijo mayor también quiere cosas de su padre: “nunca me has dado un cabrito…”.
  • El hermano mayor niega al hermano menor: “Este hijo tuyo…” (es decir, no “este hermano mío”).
  • Acusa al padre de usar favoritismo: “[Tu hijo] ha consumido tus bienes con rameras, [y] mataste para él el becerro engordado”.

La parábola termina con el padre y el hermano mayor fuera de la fiesta, el padre instando al mayor a unirse. Sin resolución.

¿Dónde está el equipo de búsqueda?

Todo esto nos lleva de nuevo a nuestra pregunta sobre el equipo de búsqueda. Porque este era su trabajo. Un verdadero hermano mayor habría honrado a su padre, dejando la comodidad y la seguridad del hogar para ir a buscar y traer de vuelta al hermano menor perdido. En cambio, se queda en casa, seguro y siendo “obediente”, esperando por las cosas de su padre; tal vez deseando que su hermano menor nunca regrese.

Reconocer el fracaso del hermano mayor nos permite ver que una persona puede ser un supuesto hijo pródigo de dos maneras: (1) por rebelión (“Dame la parte de la herencia que me corresponde”), perdido lejos de casa como la oveja perdida; o (2) por obediencia (“por tantos años te he servido y nunca he desobedecido ninguna orden tuya”), perdido en casa como la moneda perdida.

Una persona puede ser pródigo de dos maneras: por rebelión o por obediencia

Es importante considerar que ambos hijos se ven a sí mismos como sirvientes o esclavos. El hermano menor regresa con la esperanza de trabajar como asalariado (es decir, un sirviente, un esclavo). El hermano mayor se queja: “todos estos años he trabajado como esclavo para ti”. En cada caso, el padre afirma su filiación. No hay nada que puedan hacer para ganar o perder el amor de su padre.

Hermanos fracasados

Por eso Jesús abre las tres parábolas con el siguiente sentimiento: “¿Quién de ustedes no iría a buscar lo que es valioso?”. Este es el punto que Él está tratando de hacer. Este es exactamente el fracaso del establecimiento religioso de Israel. Los llamados “pastores” de Israel no han cuidado de las ovejas. No han ido a buscar lo más valioso. Son el “hermano mayor” que no fue tras el hermano menor para llevarlo a casa.

En el Antiguo Testamento, Ezequiel proclamó duras palabras de parte de Yahvé a aquellos pastores que fallaron en su deber por estar solo alimentándose a sí mismos, y prometió que el Señor mismo sería el que buscaría y pastorearía sus ovejas:

“Por tanto, pastores, oigan la palabra del Señor: ‘Vivo Yo’, declara el Señor Dios, ‘ya que Mi rebaño se ha convertido en presa, que incluso Mi rebaño se ha convertido en alimento para todas las fieras del campo por falta de pastor, y que Mis pastores no han buscado Mis ovejas, sino que los pastores se han apacentado a sí mismos y no han apacentado Mi rebaño, por tanto, pastores, oigan la palabra del Señor: Así dice el Señor Dios: ‘Yo estoy contra los pastores y demandaré Mi rebaño de su mano y haré que dejen de apacentar el rebaño. Así los pastores ya no se apacentarán más a sí mismos, sino que Yo libraré Mis ovejas de su boca, y no serán más alimento para ellos’.

Porque así dice el Señor Dios: ‘Yo mismo buscaré Mis ovejas y velaré por ellas’…’Yo apacentaré Mis ovejas y las llevaré a reposar’, declara el Señor Dios. ‘Buscaré la perdida, haré volver la descarriada, vendaré la herida y fortaleceré la enferma; pero destruiré la engordada y la fuerte. Las apacentaré con justicia’” (Ezequiel 34:7-11, 15-16, énfasis del autor).

Jesús, nuestro verdadero hermano

Jesús es el que deja la gloria y el santuario de la presencia de su Padre para rescatar a los pródigos como tú y yo

¿Quién, entonces, es el verdadero hermano mayor que dejará el consuelo y la gloria de la casa de su padre para rescatar a los hijos rebeldes? ¡JESÚS! Jesús es el que deja la gloria y el santuario de la presencia de su Padre para rescatar a los pródigos como tú y yo[1].

Jesús, al mirar a la multitud de 5,000, los vio como “ovejas sin pastor” (Mr 6:34). Es decir, dispersos, sin nadie que los cuide, ningún equipo de búsqueda detrás de ellos. Los discípulos querían despedirlos, pero Jesús se apiadó de ellos y los alimentó. En resumen, practicó la hospitalidad.

Entonces, ¿qué significa el ejemplo de Jesús para nosotros como creyentes e iglesias en el día de hoy?

Sin duda, nuestra respuesta depende en gran medida del contexto, pero creo que en un clima social cada vez más polarizado, seguir a Jesús en términos de su hospitalidad es un comienzo maravilloso. Abrir la vida y el hogar con una buena comida es muy útil. La mayoría de las personas solo quieren saber que los amas, incluso después de que todo en su vida ha fracasado. La hospitalidad es una excelente manera de demostrar esos sentimientos a largo plazo, y cuando la pandemia se calme, esto debe ser una prioridad.

Mientras tanto, las iglesias y los creyentes deben ser creativos en la forma en que aman y sirven a sus respectivas comunidades.


Publicado originalmente en https://elegantlydishevelled.substack.com/p/lost-and-found

Publicado originalmente en The Gospel Coalition: Australia. Traducido por Equipo Coalición.

[1] Para más información sobre Jesús como el verdadero hermano mayor, recomendamos leer El Dios pródigo de Tim Keller y escuchar su serie de sermones (en inglés) aquí.

 

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