EL VASO QUE DIOS QUIERE USAR
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Tenemos un propósito en esta tierra, y es: «ser instrumentos útiles en las manos del Señor». Dios conoce nuestro valor y desea usarnos como vasos honorables a su disposición. No obstante, la pregunta es: ¿Estamos nosotros dispuestos a convertirnos en esos vasos que Dios desea usar?
Existen varios tipos de vasos que nos menciona la Biblia, pero en este artículo nos enfocaremos en «los vasos de honra», podemos encontrar el sustento Bíblico en 2 Timoteo 2:20 «Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles».
«Vasos de honra»
En los tiempos antiguos, se acostumbraba a colocar en las entradas de las casas un vaso lleno de agua fresca, el cual se disponía para saciar la sed de cualquier visitante y mucho más cuando este venía de recorrer largas distancias, estos eran «llamados vasos de honra». Era una costumbre muy importante, cuya finalidad era brindar atención a los huéspedes.
Del vaso se sacaba el agua para saciar la sed del visitante así como también para lavar sus pies. Esto representaba también una forma de honrar a esa persona.
Todos los días se hacía este trabajo, se llenaba el vaso con agua fresca y limpia y se colocaba en la entrada para que cualquier persona que se acercara a la puerta pudiera saciar su sed. También eran puestos en la entrada del templo de Jerusalén.
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Dios nos compara con «vasos» es decir, que nos considera instrumentos útiles para un servicio en específico. Al estudiar un vaso, lo primero que notamos es que este instrumento ha sido diseñado para contener «algo valioso», lo segundo, es que tiene una utilidad, y es: servir a quien desee hacer uso de su contenido. Otra de las cosas que podemos apreciar del vaso, es que no es un instrumento que se crea solo. Tiene un hacedor que se encarga de diseñarlo y darle la forma que desea que tenga.
El hombre es igual que el vaso, ha sido diseñado por Dios con la finalidad de ser útil. Esto nos habla de servicio. Lleva dentro de sí la esencia del Padre Creador, su Espíritu Santo y ha sido creado con un propósito eterno, desde antes de la creación del mundo.
«Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas», Efesios 2:10.
Pero, no todos los vasos son honrosos o agradable a los ojos de Dios, la Palabra refiere que hay unos vasos que se utilizan con fines honroso y otros viles (2 Timoteo 2:20).
Dios desea que las personas se conviertan en esos vasos de honra agradables a Él en todo. El desea limpiarnos de la contaminación del mundo y que estemos dispuestos para toda buena obra. Somos vasos en las manos de Dios, portadores de un tesoro inigualable. No despreciemos el privilegio de servir a nuestro Dios.
Hay algo muy valioso que ha sido depositado dentro de nuestro corazón, El Espíritu Santo que mora en nosotros y que nos da la identidad de hijos.
«… Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros…» 2 Corintios 4:7.
Somos vasos de barro, nuestro valor no radica en lo que somos, sino en lo que hay depositado dentro. Nuestra gloria está en Cristo, en su verdad y en la misericordia con la que Él nos ha alcanzado. Convirtámonos en esos vasos honorables que puedan saciar la sed de aquellos que estén sedientos y sin esperanza. Tenemos una misión, y es anunciar al mundo las buenas nuevas de salvación, apartémonos de todo lo que nos contamina y nos descalifica para llevar a cabo nuestra función. ¡Conviértete en un vaso de honra!
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