DIOS NO CAMBIA. SU PALABRA TAMPOCO

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Salmos 105:8

En el año 1959 nos fuimos a vivir con nuestra familia, yo era chiquito -todavía lo soy- nos fuimos a vivir a Adrogué, Provincia de Buenos Aires, de Cipolletti, Río Negro. La iglesia que papá pastoreaba en aquel entonces, como un joven pastor evangélico, tenía una tecnología impresionante. En la parte de adelante del templo, cuando uno estaba sentado en los bancos mirando hacia el púlpito, había una pizarrita de más o menos unos 40 x 50 cm. una cosa así, no era muy grande; que tenía una especie de tela corrugada, es decir como plegada en líneas sobre la cual se enchufaban en esas ranuras unas letras de celuloide, que tenían en la parte de arriba y en la parte de abajo cada letra tenía una solapita doblada y entonces se podían enchufar esa solapita y escribir ahí en esa pizarra, con letras blancas sobre el fondo marrón de la tela. A mí me encantaba eso. Yo decía no puede ser acá en Buenos Aires las cosas que hay. ¡Qué tecnología! Entonces ahí en esa pizarrita se anotaban poniendo letra por letra, se enchufaban, se ponían los números de los himnos que se iban a cantar durante la reunión. Cosa que si vos te habías perdido el detalle, no entendiste bien el número, mirabas ahí de reojo y ahí sabías qué número era el himno que iban a cantar. Lo buscabas en el himnario, que tenía como 300 himnos, por ahí, puestos en orden numérico. Entonces así se anunciaban las canciones en esa época. “Ahora vamos a cantar el 536” y entonces ahí le pedían por números los himnos.

Una vez estando en Quilmes, en el culto de la noche, éramos poquitos esa noche; y yo empecé el Culto dirigiéndolo de esta forma. Dije; “-Bueno, me gustaría que contáramos cuántos años hace que conocemos a Jesús. Cada uno de nosotros diga cuántos años hace que conociste a Jesús. Entonces se hizo un silencio y empezaron las personas a decir: un año, diez años, cuarenta, dijo uno; ocho, y cada uno con todos los demás nos mirábamos con una sonrisa pensando ¡qué lindo todo este tiempo que lo hemos conocido a Dios. Y entró tarde y apurada una gordita alemana que no sabía lo que estábamos haciendo. Se paró ahí en su banco y se quedó pensando ahí por un ratito y escuchó que estaban diciendo números. Y entonces dijo ella: ¡360! Ella pensó que estaban pidiendo números de himnos favoritos y no que cuántos años hace que conocés a Jesús. ¡Fue muy gracioso! ¡Nos reímos con tantas ganas! ¡Ay! ¡Sí que nos reímos con muchas ganas!

Esa tecnología se abandonó, la de poner himnos en una pizarrita. En una pizarrita semejante, ponían por ejemplo la cotización del dólar en la calle Florida. Sí, la calle desértica esa que hay en Buenos Aires ahora. En una época, todas las agencias noticiosas tenían una vidriera que daba a la calle Florida, los grandes diarios, etc. Y entonces ponían la cotización del dólar porque recibían las noticias por telégrafo y entonces ahí nomás un empleado sacaba las letritas y ponía otras y entonces la gente miraba y estaba pendiente de lo que ponían en la vidriera. Y siempre había un grupito de gente mirando la vidriera para ver cómo estaba cotizando el dólar o si entraba alguna noticia importante. Y también había carteristas que mientras la gente estaba mirando atenta la pizarra, le deslizaban los dedos en el bolsillo para ver si los podían “bolsiquear”; término que consiste en extraer de modo fraudulento objetos que están en los bolsillos de los transeúntes.

Ahora vas a la iglesia, a mi iglesia el domingo, y te proyectamos en la pantalla la letra de la canción. Y yo cuando lo miro, digo: ¡Qué tecnología! ¡Qué lindo! Lo mismo que hace como no sé cuántos miles de años cuando yo era chiquito y me encantaba esa tecnología.

Y eso cambió. Y cambió y es una cosa que tiene que ver con la tecnología, con las comunicaciones, así. Pero hay algo que no ha cambiado. Y quiero establecerte esta mañana, como un principio teológico de la teología de Danielito Gaydou, y que la estoy por escribir -en cualquier momento me pongo y le escribo- que tiene un mandamiento, que tiene un estatuto, que tiene un principio teológico, que es el siguiente:

No creas -escuchate esto, ¿eh?- no creas ninguna doctrina nueva. Para que una doctrina sea verdad fijate si tiene por lo menos un par de miles de años. Te lo dejo para que lo pienses.

Nosotros estamos acostumbrados hoy día, que en la iglesia aparte de que los pastores usamos pantalones chupines y zapatos puntudos; y tenemos el pelo desarreglado, y que cantamos mirando una pantalla electrónica en la pared; se han deslizado cosas que tienen que ver con la DOCTRINA. Es decir, las cosas que deberían conocer y difundir los DOCTOS. Y entonces vos de repente, escuchás que alguien dice: “Vos sabés que fui a una iglesia que estaban haciendo tal o cual cosa, una cosa rara. Por ejemplo, ví esta semana de una pastora… y está bien eso, está bien. Eso es una doctrina antigua. Fijate las mujeres en la Biblia y te vas a dar cuenta que eso tiene miles de años ¿eh?. Tiene miles de años, ¡sí, sí, sí! Ester, Ruth, María, hay nombres y nombres que si yo fuera mujer estaría honrado de usar algunos de estos nombres de mujeres que están en la Biblia. Esto es fantástico. Y ahora que se plantea otra vez el tema islámico radical, fijate cómo la Biblia como es. Que es más antigua que eso, es miles de años más antigua que estas ideas de los musulmanes más radicales. Y vos fijate qué apertura que tiene la Biblia. Eso es doctrina. Tenés que ser docto para entender eso. Y si sos docto en la Biblia, pero lo vas a tener bien claro, porque salta bastante a la superficie.

Ahora, estas doctrinas nuevas que aparecen como la que te digo de la pastora, que está bien que sea una pastora mujer, porque mi objeción no es sobre que hay una pastora que es mujer; sino porque ella se sienta en el borde de la plataforma en una silla, se saca los zapatos y le pide a la gente que pase y le bese los pies mientras ora por sus necesidades y le pone un billete debajo de la planta del pie de ella. Y entonces así ella te asegura que ella todo ese momento va a estar orando especialmente por vos y va a haber maravillas de Dios en tu vida. ¿Dónde está eso en la Biblia? Bueno, mi pregunta esta mañana no es: “dónde está en la Biblia”. No busques, porque no está. Sino ¿cuánto hace que en una iglesia cristiana se practica esa doctrina?

Bueno, volvé a escuchar este principio “gaydousal” de interpretación: Dios no está improvisando su palabra como hacen los gobiernos, que van siguiendo las encuestas de opinión. O como hacen los canales de televisión, que van midiendo lo que se llama el minuto a minuto y entonces si están entrevistando una persona que sufrió algo y está llorando y ven que sube el rating, sigue la entrevista. Entonces, vos decís “pero, pobre persona; mirá cómo lo hacen, le revuelven el puñal en la herida”. Lo hacen porque está midiendo bien. Y así hay iglesias que van haciendo lo que mide bien, y no lo que tiene miles de años de antigüedad. Porque la palabra de Dios es una palabra que fue dada desde el principio y para siempre, porque Dios no cambia de un año a otro.

Y cierro entonces, para no ser duro, para decirte mirá qué bueno, qué confiable que es Dios, que este texto que te voy a leer ahora, tiene 3000 años. Y entonces, vos podés decir “lo que dice acá es “posta, posta, posta” (*). ¿Por qué? Porque tiene 3.000 años de antigüedad, y Dios no cambia de un lado para el otro. Se acordó, dice en el Salmo 105:8:

Se acordó para siempre de su pacto;

De la palabra que mandó para mil generaciones

(Salmos 105:8 RV 1960)

No sé, no las he contado. Pero mil generaciones todavía no se han cumplido.

 

(*): Posta. En este caso no se trata de los sitios que se disponían en los caminos para el relevo de caballos de correos y diligencias. En lenguaje coloquial argentino significa algo muy, muy en serio y/o muy cierto.



¿Agobiado por las culpas?


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