LA PRIMERA MENCIÓN AL ESPÍRITU SANTO EN LA BIBLIA

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Salmos 51:9-12

Parece ser que Jesús cuando estaba en los últimos días acá en la tierra, ya después de resucitado y antes de ascender al cielo estaba más entusiasmado por qué iba a pasar con la venida del Espíritu Santo para los creyentes, que con lo que Él mismo iba a vivir respecto de su vuelta al cielo.

Y es interesante, muy interesante que no hay ninguna referencia a cómo cómo va a disfrutar Él de estar de vuelta en el lugar que abandonó voluntariamente para venir a salvar a la gente. Estaba más entusiasmado en que como les dijo a los discípulos, va a mandar el Espíritu Santo y el Espíritu Santo los va a ayudar, los va a recordar, les va a enseñar y los va a llevar adelante en la vida sin la presencia física de Jesús. Ese entusiasmo de Jesús no debe haber sido un entusiasmo falso, me refiero a esas personas viste que se entusiasman, te entusiasmás con algo que después te falla, después no era. Yo me compré en China, compré un aparatito que hace esto y el otro y después cuando lo recibís es una porquería. Que no creo que Jesús haya tenido ese tipo de confusión, que se confundió con la imagen que le mostraron y compró, y después no era como le parecía. Es decir que al día de hoy, en este preciso instante, Jesús sigue creyendo en el proyecto que Él lo llamó “Va a venir sobre ustedes el Espíritu Santo”.

La primera vez que aparece en la Biblia la palabra “Espíritu Santo”, es en el Antiguo Testamento, y como no podía ser de otra manera, en el Salmo 51. Hoy voy a leer el 51:9 al 12, que es justamente esto, que Jesús cada vez que citaba, que hablaba del Espíritu Santo, seguramente pensaba y recordaba estas palabras que yo te leo hoy .

Dice así David:

No sigas mirando mis pecados; quita la mancha de mi culpa. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu fiel dentro de mí. No me expulses de tu presencia y no me quites tu Espíritu Santo. Restaura en mí la alegría de tu salvación y haz que esté dispuesto a obedecerte.

(Salmos 51:9-12 NTV)

Este texto leído, sabiendo que fue escrito mil años antes de Cristo, y sin que David supiera exactamente qué es lo que iba a pasar, es muy interesante que usa las palabras restaura en mí la alegría de tu salvación. Cosa que se completó con la venida de Cristo y más específicamente de la muerte, cuando murió Cristo y después resucitó. Es muy interesante también que en este par de versículos, Él habla de su propio Espíritu; dice: “renueva un espíritu fiel dentro de mí” e inmediatamente dice: “no me quites tu Santo Espíritu”. Es decir que Él sabía que había una comunicación Espíritu-espíritu, entre mi espíritu que necesita un service medio pronto, chapa y pintura y de paso hacemos los documentos, con el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Dios.

Él usa la palabra “restaura”, que es muy interesante, porque “restaurar” quiere decir: “poner una cosa en la condición original”, a como era nuevo. Hay tanto para pensar en que este proyecto, de que la presencia física de Jesús sea reemplazada con la presencia espiritual de Él mismo, de Dios mismo adentro de nuestro interior; dicho en estos términos de acá, el Espíritu de Dios junto a mi espíritu en mi interior no sea una idea para seguir creyendo en ella hoy ¿verdad?

Quiero entusiasmarte a vos también con esta idea. Porque a veces nosotros pensamos que, ¿viste esa imagen de un hombre guiando a su burro poniéndole una zanahoria colgando con una caña delante de él? Y entonces el burro para tratar de alcanzar la zanahoria, avanza. Avanza hacia la zanahoria. cuando en realidad lo único que hace es avanzar como él cree hacia una zanahoria que va siempre delante de él y nunca la va a alcanzar. Y hay muchas esperanzas que se nos dan, que son de ese tipo. Y nosotros seguimos a veces alguna esperanza hasta que alguien de vez en cuando dice: “-Ché, hace 14 años que sigo esta zanahoria, nunca la alcancé, la verdad, ya me cansé de seguirla. Más vale me conformaría ahora con, qué sé yo, con unos yuyos frescos que no es tan delicioso como la zanahoria, la que después de todo, jamás voy a alcanzar.

La esperanza que Cristo ha puesto en nuestro corazón, es una esperanza donde se nos muestra la zanahoria y se nos la da para comerla ya. E inmediatamente comemos esa zanahoria, y el mismo Dios que nos dio su zanahoria, nos muestra una canasta llena de zanahorias y nos dice: “Bueno, acá vas a tener siempre zanahorias para que comas hasta el día que te mueras.

Es una esperanza bastante digna de dedicarle la vida ¿no te parece? Vos en tu interior, si buscás en el interior de tu corazón, ¿cómo está tu espíritu? ¿Es un espíritu fiel? ¿Es un espíritu limpio? ¿O está lleno de tierra, de quejas?... no sé de qué más puede estar lleno un espíritu de una persona. ¿O está lleno de luz, está lleno de felicidad y está lleno del propio Espíritu de Dios? Es decir la presencia de Dios en tu vida es una cosa cotidiana, natural, algo que ocurre que está ahí siempre; siempre. Y que a partir de esa presencia, Él mismo te ayuda a limpiar tu corazón, perdonando tus pecados, restaurando tu corazón, restaurando la alegría de tu salvación. ¿Vos no necesitás que se te recupere la alegría de tu salvación? ¿Y las ganas de obedecer y seguir a Dios?

Bueno, ¿cómo creés que eso ocurriría, si no es con la presencia esa que está dentro del corazón? ¿Y si esa presencia no estuviera? Vos qué crees que Dios haría si vos le decís a Él:

“Padre, yo creo en vos, quiero que vengas a vivir a mi corazón”


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