EL MINISTERIO OLVIDADO DE HACER PREGUNTAS

BLAKE GLOSSON
Coalición por el Evangelio
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Todos los derechos reservados-Publicado con permiso


Piensa en las personas que te hacen sentir amado. ¿Qué cosas de ellos te hacen sentir así? Sin conocerte a ti (ni a ellos), puedo casi garantizar que son personas que hacen buenas preguntas y saben escuchar. Como ha observado David Augsburger: “Ser escuchado está tan cerca de sentirse amado que la mayoría de las personas no pueden notar la diferencia”. Muéstrame a una persona que hace preguntas y que sabe escuchar, y te mostraré a una persona que hace que la gente se sienta conocida y amada.

Lamentablemente, este es un don cada vez más raro. Como observó Stephen Covey: “La mayoría de la gente no escucha con la intención de entender; escuchan con la intención de responder”. En otras palabras, la mayoría de la gente en realidad no escucha, sino que espera. Esperan a que dejes de hablar para poder hablar. Hay una parte de esto que tiene que ver con la capacidad de atención: habiendo sido entrenada por videos cortos en las redes sociales, las mentes divagan con rapidez. Pero en un nivel más profundo, la mayoría de las personas simplemente están más interesadas en lo que ellos tienen que decir, en vez de lo que la otra persona tiene que decirles.

Hacer preguntas y escuchar activamente es una de las formas más raras (y más poderosas) de comunicar amor

Esto hace que hacer preguntas y escuchar activamente sea una de las formas más raras (y más poderosas) de comunicar amor. Cuando bendecimos a otros haciendo buenas preguntas y escuchando bien, reflejamos el carácter y el amor de Dios de una manera única y poderosa. Hacer preguntas era una de las herramientas favoritas de Jesús. Aunque Jesús sabía todas las cosas (Jn 16:30), incluyendo el corazón de las personas (Jn 2:24-25), hizo más de 300 preguntas solo en los Evangelios.

Aunque sabemos esto por experiencia, a menudo podemos sentirnos mal equipados para hacerlo nosotros mismos (y avergonzados de preguntar cómo hacerlo). Esto es particularmente cierto para las generaciones más jóvenes, cuyo desarrollo social a menudo está más determinado por las redes sociales que por la interacción humana genuina. Con ese fin, aquí hay tres principios para una conversación basada en preguntas.

1. Sé curioso

Hacer buenas preguntas comienza con ser genuinamente curioso sobre la persona con la que estás hablando. El acrónimo FORCE es una buena herramienta de conversación que debes mantener en tu maletín de herramientas. Cuando converses con personas nuevas, pregúntales sobre su:

  • Familia,
  • Ocupación,
  • Recreación,
  • Conocimiento y
  • Espiritualidad.

Hacer buenas preguntas comienza con ser genuinamente curioso acerca de la persona con la que estás hablando

Las mejores preguntas que podemos hacer a menudo son las que comienzan con un “por qué”. Esto ayudará a extraer las motivaciones, pasiones y sentimientos de la otra persona, lo que no solo mejora la conversación, sino que también te ayuda a conocer a esta persona más allá de la superficialidad.

Otra excelente manera de comenzar una pregunta es con la frase “¿Puedes enseñarme sobre eso?”. Elige un tema que tú sabes que a la otra persona le apasiona o en el que tiene experiencia y pídele que te eduque al respecto. Esta es una de las formas más efectivas (y divertidas) de conocer a las personas y hacer que se sientan valoradas. Además, te brinda la oportunidad de aprender. Todos ganan.

2. Da seguimiento

Cuando la otra persona termine de hablar, intenta repetir el contenido con tus propias palabras (por ejemplo, “Entonces, ¿lo que estás diciendo es…?”). Adquirir el hábito de hacer esta pregunta de seguimiento te ayudará a aprender a escuchar bien. También le asegura a las otras personas que han sido escuchadas y que valoras lo que tienen que decir.

Otra gran pregunta de seguimiento es: “¿Puedes contarme más sobre [elige una parte de lo que acaban de compartir]?” o “¿Qué quieres decir con [elige una parte de lo que acaban de compartir]?”. Esto no solo provoca una conversación más profunda, sino que le dice a la otra persona: “Me interesa lo que tienes que decir y quiero asegurarme de no malinterpretar lo que estás diciendo”.

3. Haz preguntas guías

Una de las mejores maneras en que podemos amar a los demás (y glorificar a Dios) es hacer preguntas que guíen a una discusión que exalte a Cristo y donde se edifiquen mutuamente. Dios nos dice que pensemos en las cosas que son dignas de alabanza (Fil 4:8) y que hablemos de las cosas que edifican a las personas en la conversación (Ef 4:29). Piensa en el tipo de preguntas que sueles hacer. ¿Suelen estimular las discusiones que guían a elogios y gratitud? ¿O tus preguntas suelen estimular los chismes o las quejas?

Una de las mejores maneras en que podemos amar a los demás (y glorificar a Dios) es hacer preguntas que guíen a una discusión que exalte a Cristo

Todas las preguntas nos guían a alguna parte y marcan el tono y la trayectoria de una conversación. La próxima vez que hables con alguien, pregúntate: ¿A dónde me guían mis preguntas? ¿Derriban o construyen? ¿Promueven la ira o el amor? ¿Me guían hacia la frustración o a la edificación mutua?

Comunicar amor

Todo el mundo tiene algo que decir, pero pocos tienen la oportunidad de decirlo, ya que hacer preguntas y escuchar son cada vez menos frecuentes.

La próxima vez que te reúnas con alguien, asume el reto de hacer más preguntas de las que respondes. Esto puede ser de gran ayuda para que la otra persona se sienta valorada, y es una de las formas más poderosas de comunicar el carácter y el amor de Dios.

Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.


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