CACERÍA DE GRANDEZA

William Brayanes

Cada vez crece más la avalancha de corrientes filosóficas, y hasta espirituales, preparadas al  gusto del usuario -a la carta- según su propia necesidad o conveniencia. Y básicamente todas ellas promueven  en el humano búsqueda urgente  de: grandeza, poder y gloria, en el “aquí y ahora” .

Tales corrientes coinciden en que somos los arquitectos de nuestro destino, dioses adormitados, que en cuanto despertemos, podríamos tener el mundo a nuestros pies, si lo quisiésemos.

Y para ello circulan toneladas de  manuales,  considerados los libros más vendidos del planeta, con temas recurrentes, parecidos a : “Cómo ganar tu primer millón”; “Cómo alcanzar la dicha”; “Diez pasos para adueñarte del mundo”; “Suéñalo, decláralo y alcánzalo”… Etc.

Dichos contenidos obviamente son una invitación abierta a saciar el  hambre de: vanagloria, fama, riqueza material y reconocimiento humano. ¿Las herramientas para lograrlo?:  culto  a la imagen externa;  culto a la belleza física, culto al arribismo; y sutilmente, desprecio a la clase humilde, catalogada de mediocre o perdedora, en la maratón por la felicidad.   

Amig@

No dejes que la atolondrada cacería de grandeza sea tu meta, te llene de afán y te haga menospreciar tu propio concepto de la sencillez. Recuerda que todo lo que alcanza el grado de vanagloria, el día menos pensado se hunde, derrumba o colapsa, igual que les ha ocurrido a castillos, mansiones, torres, y “titanics”, a quienes la soberbia humana les garantizaba perpetuidad. Sin embargo, sucumbieron.   

Sueña, planifica, avanza y crece,  claro que sí, pero sin hacer de ello una arma de autodestrucción, que te despoje de los valores humanos y la espiritualidad, lamentablemente calificados como decadentes. Y finalmente, asegúrate que tus planes tengan el respaldo de Dios, como garantía de que estás yendo por la senda correcta.   

"Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre, sino del mundo."

(1ª Juan 2:16)

 

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