Cuatro razones por las que ser diligente en todo lugar paga bien

Alex López
La Catapulta
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¿Es usted diligente o negligente? De lo que usted sea hoy, tendrá un futuro esplendoroso o un futuro doloroso.

De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, el diligente es alguien cuidadoso, exacto y activo. Pronto, presto, ligero en el obrar. En Guatemala le llamarían chispudo. Chispudo es aquel que parece una chispa de fuego que brinca de un lado a otro, jamás detiene ante lo que se le delega. Chispudo es aquel a quien se le dicen las cosas una sola vez y listo. Chispudo es aquel que es líder de sí mismo y de sus responsabilidades. Chispudo es aquel que no piensa en excusas, sino en mostrar resultados. Una persona diligente, es un alivio y un apoyo para otros. Es alguien querido y deseado en todo lugar que pide responsabilidad y resultados.

Por el contrario, tenemos al negligente. De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, el negligente es alguien descuidado y falto de aplicación. En Guatemala un negligente es un dejado. Como diría un conocido exagerado, el negligente es un: “Bueno para nada y malo para todo”. No porque le falte capacidad, le falta chispa. Le falta responsabilidad, compromiso y misión. El negligente nunca cumple y si cumple siempre será a medias y sin el sello de excelencia. Es un arrastrado, porque o lo jala uno para que haga algo o no lo hace. Una persona así sufrirá dolor y será un dolor para todos.

Quiero darle cuatro razones por las que la diligencia paga bien, para que continúe siendo diligente, sea más diligente o comience a ser diligente:

El diligente siempre tiende a prosperar

Porque el diligente se ha casado con los resultados y los produce, aunque no tenga jefe, tenderá a prosperar. Su vida el año que viene, será mejor que la de este año. En lo que un vendedor negligente hace una cotización hasta que le recuerdan, el diligente hace todo por sí solo, hoy y no una, sino que diez cotizaciones.“El perezoso no atrapa presa, pero el diligente ya posee una gran riqueza.” Proverbios 12:27

El diligente desea y suele conseguir lo que desea

La recompensa del diligente, siempre será obtener lo que se desea. Tal vez no en un mes, ni en un año, ni en una década, pero sus deseos se cumplen. El diligente es pronto para todo, pero conoce el sentido de la paciencia y de la espera del logro anticipado mientras día a día hace su parte y siembra la semilla, la riega y espera. “El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos.” Proverbios 13:4

El diligente en su trabajo se codeará con reyes y nunca será un don nadie

¿Quién quiere a un diligente? Todos los jefes de este mundo quieren no un equipo, sino un ejército de personas diligentes. El trabajador diligente siempre se abrirá puertas no sólo con la reputación, sino con las pruebas de una vida activa, responsable y entregada a los resultados. “¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes, y nunca será un don nadie.” Proverbios 22:29

El diligente espiritual, suele comprender que en todo lo que hace sirve a Dios y a su prójimo

Servir en todo lugar a todos nos da una perspectiva única. El diligente espiritual, no está siendo diligente sólo para prosperar, para ver cumplidos sus deseos o para llegar a ocupar un puesto de alta influencia. No, su visión suele ir más allá de esta tierra. El diligente espiritual cree en Dios y vive para Dios. Y no se puede vivir para Dios, sin creer en la salvación gratuita de Jesús por nosotros quien tomó el lugar de nuestro castigo para liberarnos. Sino que tampoco se puede honrar a Dios sin amar al prójimo y amar al prójimo y a Dios con diligencia es el más alto nivel de cuidado y entrega activa. Se trabaja no sólo para el suelo, sino para el cielo. Pero al cielo no se entra con diligencia, sino a pesar de la negligencia, desobediencia y rebelión ante Dios. Jesús es nuestra reconciliación con el Todopoderoso.

La diligencia paga bien. El diligente siempre tiende a prosperar, el diligente desea y suele conseguir lo que desea, el diligente en su trabajo se codeará con reyes y nunca será un don nadie. Y, El diligente espiritual, suele comprender que en todo lo que hace, sirve a Dios y a su prójimo. ¿Diligente o negligente?, ¿Cuál de los dos desea ser? Y, ¿Qué necesita para ser diligente en todo lugar?

“El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien. Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente. Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu. Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración. Ayuden a los hermanos necesitados. Practiquen la hospitalidad. 14 Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan. Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran. Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben. No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor. Antes bien, «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta». No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.” Romanos 12:9-21


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