Centrífugo o centrípeto?

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Salmos 46

En una aburrida tarde-noche del invierno de Cipoletti, Rio Negro, hace más de 60 años estaba la pequeña familia del pastor Gaydou, mi papá, que en aquel entonces tenía menos que la edad de mis hijos. Estaba mi papá leyendo en el living, mi mamá tejiendo en el sillón de dos cuerpos, mis hermanos y yo estábamos jugando por ahí. Yo estaba jugando atrás del sillón; es un lugar lindo los atrás de los sillones de varios cuerpos, son lindos para para jugar.

Pero yo estaba ahí atrás. Tenía una media, de esas medias “streech” de nylon llena de bolitas. Ahí tenía mis bolitas. Las tenía guardadas en la media, bastante práctico el envase. Entonces yo estaba paradito ahí atrás del sillón, mamá estaba tejiendo adelante en el sillón ese, y yo estaba revoleando las bolitas en la media. Y, claro, en esa época no había ninguna pantalla. La única cosa que brillaba de medios, era el dial de la radio, que ni sé si ese día estaba prendida o no. Y yo le estaba dando vueltas entonces a la media, un entretenimiento pasatista, si se quiere. Pero no tomé en cuenta una ley de la naturaleza, que a partir de esa fecha la aprendí y es que la fuerza que uno produce cuando gira algo hacia afuera del eje de giro de eso, que se llama fuerza centrífuga, se aplica al contenido, en este caso, las bolitas que estaban adentro de la media.

Y la media streech, de nylon todo el mundo sabe que streech quiere decir que se estira. Y entonces yo le fui dando y dando y dando sin darme cuenta, que cada vez el arco que recorrían las bolitas era más amplio. Y en un momento le pegué en la sien, en la cabeza de mi mamá, que cayó noqueada ahí mismo en el sillón. Se quedó inclinada para un costado. Se sintió “tuck” y mamá cayó. Menos mal que recuperó el conocimiento ahí nomás. Porque si no, hubiera sido una desgracia. De hecho hubiera podido ser una desgracia, pero quedó como una anécdota. El día que la desmayé a mi mamá con unos bolazos en el parietal, creo que fue el parietal derecho. Y que me permitió descubrir la ley de la fuerza centrífuga.

La fuerza contraria de la fuerza centrífuga, es la fuerza centrípeta se llama. En este caso es un poco más sofisticado el tema del análisis. Pero quiere decir la fuerza que atrae las cosas hacia el centro mientras están en rotación. Y ese es el caso, en este caso de la media, la media es la que contenía las bolitas que tendían a salir en el sentido radial desde el centro hacia afuera, del centro hacia el centro.

Es tan linda esta ley de la naturaleza, que nos enseña algo. Como toda la naturaleza. La naturaleza es una universidad. Es que muchas personas, y en general todos lo estamos haciendo, más en tiempos de agitación social, en vez de volvernos hacia fuera “centrífugamente”, nos volvemos hacia adentro “centrípetamente”.

El problema con la persona volcada hacia dentro de sí mismo es que se ahoga a sí mismo. Voy a tratar de explicar esto un poco mejor. Si vos te fijás cómo razona una persona depresiva, o si te fijás como razona una persona que es víctima del consumo de algunas sustancias, como el alcohol o las drogas, vas a ver que su pensamiento está todo el tiempo referido hacia adentro de él mismo. Es lo que antiguamente los griegos llamaban “idiocia” o “idiotez”. Que quiere decir en algún tiempo se usó la palabra idiota como un diagnóstico psicológico, en otros casos se lo ha usado la mayoría de las veces, como un mero insulto. Porque da rabia eso de la persona que está ensimismada. Idiota quiere decir eso, del griego “jirios” que quiere decir “uno mismo” (εαυτός-NdE), y entonces un idiota es una persona que se tiene, literalmente es la palabra, “que se tiene a sí mismo”. El punto es: “lo único que tiene, es a él mismo”. Es decir toda su vida gira alrededor de él mismo. Es extremadamente egoísta. Si vos te fijás, un adicto a las drogas, por ejemplo, es extremadamente, pero extremadamente egoísta. Él para conseguir su dosis, hace cosas horribles en relación a los que están alrededor. Horribles, cuando digo “horribles”, son realmente horribles.

Pero en un grado menor, muchas personas están todo el tiempo pensando ¿por qué me pasará esto a mí? ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Te das cuenta el pensamiento? Pensamiento “centrípeto”. Continuamente referido a mí, a pensar en mí, a evaluar en mí. Y hay una filosofía que nació a principios del siglo pasado, que se llama “existencialismo” Y ha marcado todo el siglo pasado y lo que va de éste, con ese pensamiento idiota. El pensamiento de ¿qué es la vida? ¿Por qué me pasan estas cosas? ¿Por qué la vida es sufrimiento? O como dijo alguien que escuché la semana pasada: ¿Por qué los argentinos vivimos como que siempre nos falta 10 para el peso, 10 centavos para un peso?

A nosotros siempre nos están faltando 10 centavos para un peso; siempre. Nunca estamos 100% contentos, 100% satisfechos, 100% nada. Nunca es 100%, siempre es 90%. Eso es específicamente, una vida centrípeta. Una vida que gira sobre sí misma, una vida idiota. Una vida que gira en alrededor de sí misma.

Había un viejo paradigma de los romanos, de un hombre que se llamaba Narciso. Que era tan bonito que un día mirando su imagen en el agua de un lago se cayó y se ahogó. Y ese paradigma está bueno ¿no? ¡Cómo uno se ahoga mirando su propia imagen! Pero se salva mirando alrededor. El scanner periférico. En el Salmo 46, dice así:

[Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.] Dios es nuestro refugio y fortaleza, socorro en la angustia, siempre a punto. Por eso no tememos si se altera la tierra, si los montes vacilan en el fondo del mar, (en las islas canarias) aunque sus aguas bramen y se agiten, y su ímpetu sacuda las montañas. (¡Con nosotros Yahvé Sebaot, nuestro baluarte el Dios de Jacob!) ¡Un río! Sus brazos recrean la ciudad de Dios, santifican la morada del Altísimo. Dios está en medio de ella, (el medio, fijate el medio, en el medio no estoy yo, está Dios) no vacila, Dios la socorre al despuntar el alba. Braman las naciones, tiemblan los reinos, lanza él su voz, la tierra se deshace. ¡Con nosotros Yahvé Sebaot, nuestro baluarte el Dios de Jacob! Venid a ver los prodigios de Yahvé, que llena la tierra de estupor. Detiene las guerras por todo el orbe; quiebra el arco, rompe la lanza, prende fuego a los escudos. "Basta ya, sabed que soy Dios, excelso sobre los pueblos, sobre la tierra excelso". ¡Con nosotros Yahvé Sebaot, nuestro baluarte el Dios de Jacob!

(Salmos 46:1-12 Jer 2001)

Y si te fijás, Dios, que es efectivamente EL CENTRO DEL UNIVERSO, no es un Dios egoísta.


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