MI... MI... MI... COMO CUERDA DE GUITARRA

William Brayanes :

Se cuenta que en cierta oportunidad una periodista fue invitada por un prestigioso médico, a presenciar una complicada cirugía que iba a realizar.

El día señalado, y ya rumbo al quirófano, el referido cirujano se detuvo un momento en el pasillo, e inclinó su cabeza, lo que hacía presumir que iba a orar. La periodista invitada que observó el detalle, esperó que el médico concluyera, para decirle:  

-Yo creía que un profesional de su prestigio, confiaba en su propia capacidad,

El médico, entre otras cosas le respondió:  

“… En lo personal,  me siento tan cerca de Dios cuando estoy con el instrumental de cirugía en mis manos, que no sé dónde termina mi habilidad y dónde comienza la suya; pero lo que sí sé, es que la gloria le pertenece a Él”

Amig@: Dios nos prestado a todos, diversos dones y talentos para que hagamos buen uso de ellos. Lo que significa que en cada triunfo que obtengamos, debemos dar el mérito a quien nos los facilitó.

Sin embargo muchas veces en ese afán legítimo de sobresalir, nos enfocamos tanto en nosotros mismos, que en cada victoria que obtenemos, nos vemos como dueños únicos de la misma. Y aunque con falsa modestia decimos “no fue nada”, no podemos disimular el estado de embriaguez en el que nos pone el excesivo consumo de vanagloria.

Y si alguien nos pregunta respecto a “nuestro” éxito, el estribillo que  repetimos es: “mi capacidad”, “mi talento”, “mi esfuerzo”, “mi preparación”, “mi, mi, mi …”  como la primera cuerda de la guitarra. ¿Y el real dueño de los talentos?... No figura.

Cambiemos esa actitud; reconozcamos que solamente somos mayordomos de lo que nos otorga Dios; y por lo tanto, démosle el honor que le corresponde, no porque Él lo necesite, sino por obediencia al mandamiento que nos exhorta a no apropiarnos de lo ajeno. (WB)     

 

Hagan brillar su luz delante de todos,

para que ellos puedan ver las buenas obras 

de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.

Mateo 5:16

 

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