QUÉ ESPERAR CUANDO LAS PUERTAS SE CIERRAN?

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A lo largo de nuestra vida, a menudo tenemos que enfrentarnos a puertas cerradas y no siempre es fácil. Cuando luchamos durante mucho tiempo por algún propósito, sacrificamos nuestro descanso, el tiempo con los que amamos y al final no encontramos recompensa, por lo que podemos estar realmente conmocionados y perder la motivación para seguir adelante.

A primera vista, las puertas cerradas son algo malo, indicando que estamos fallando y alejándonos cada vez más de lo que buscamos. Sin embargo, necesitamos mirar más profundamente para encontrar que las cosas no son así.

Lo que nos parece mal, a simple vista, puede llegar a convertirse en una gran bendición y una oportunidad de crecimiento y felicidad a través de la fe.

Por mucho que las cosas parezcan no tener sentido para nosotros, en determinados momentos, ningún plan de Dios falla, y todo lo que nos pasa está siguiendo un camino predeterminado, que nos conducirá a la victoria.

Si Dios ha cerrado una puerta en tu vida es porque hay una mucho mejor que abrir. Si no te ha permitido lograr algo que has deseado durante algún tiempo, es porque guarda logros aún más valiosos para darte.

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Dios no actúa sin propósito, en cada una de sus decisiones hay una meta, y eso nos lleva a un camino mucho mejor. Él es siempre justo y fiel, somos nosotros los que muchas veces no tenemos la sabiduría para reconocerlo.

Somos egoístas e inmaduros, queremos que las cosas sucedan como deseamos, ignorando que lo que queremos no es lo que necesitamos. Nos quejamos a Dios, somos ingratos y nos retiramos de Su presencia por pura inmadurez, y con eso no logramos una vida de victoria y felicidad.

Necesitamos aprender a mirar más allá de nuestro orgullo y comprender que Dios es quien determina lo que es mejor para nosotros.

Él nos conoce mejor que nosotros mismos, él es quien guía nuestros pasos y nos conduce, incluso cuando no sabemos en qué dirección vamos.

Si Él nos está privando de algo que deseamos, es por alguna razón, y cuando aprendemos a simplemente confiar en Él y dejar nuestro orgullo, podemos entrar en contacto con una vida totalmente diferente.

Lo que Dios ha preparado para nosotros nunca se puede comparar con los planes que hacemos; todo lo que viene de Él siempre es mejor, por eso debemos aprender a ser sus verdaderos amigos, entregando nuestros caminos en Sus manos y confiando en que Él siempre hará lo mejor para hacernos felices.