Los dos creyentes de los últimos tiempos, ¿Con cuál te identificas?

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El libro de Apocalipsis nos da a conocer la existencia de dos iglesias en el tiempo postrero; una de ellas es Laodicea y la otra es la iglesia de Filadelfia; estas iglesias representan al creyente de la actualidad.

Bien sabemos que los tiempos están cambiando y que cada vez nos acercamos más a los acontecimientos apocalípticos profetizados por la Biblia. El creyente de los últimos tiempos juega un papel muy importante en el cumplimiento de estas profecías, tanto así que en el libro de Apocalipsis se encuentra un mensaje dirigido especialmente a el.

Carta al creyente de Laodicea

«Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo», Apocalipsis 3:14-17.

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Esta carta nos muestra al creyente de Laodicea como un hombre tibio, que no está realmente comprometido con las cosas del Señor; es un cristiano que no está completamente en el mundo ni en la iglesia, sino que se encuentra en un punto intermedio. Su tibieza no le permite estar metido en el fuego del Espíritu Santo, y llega a convertirse en un asistente más a la congregación, más su corazón no está allí.

Otra característica de este creyente, es que se cree rico en su propia opinión. Se nota que es un hombre que tiene recursos materiales aquí en la tierra, pero en el cielo es una persona «desventurada, miserable, pobre, ciego y desnudo«. Se ha enfocado tanto en acumular riquezas en la tierra que se ha olvidado de hacer tesoros en el cielo, por eso ante los ojos de Dios, este no tiene nada.

Lamentablemente hoy vemos a muchos creyentes como este, cristianos a los cuales la iglesia se ha convertido en una monotonía; un pasatiempo. Creyentes religiosos que conocen la Biblia y que saben lo que es malo y lo que no, pero por no tener una comunión profunda con el Señor, simplemente se estancan en su doble vida.

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«Puede que alguna vez nos hayamos encontrado tibios, alejándonos cada vez más del Espíritu Santo, pero lo más importante es que reconozcamos nuestra condición espiritual y que nos volvamos al Señor. Hoy estamos a tiempo de buscarlo y de escapar de su ira».

La carta continúa diciendo: «Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas», Apocalipsis 3:18.

Carta al creyente de Filadelfia

«Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre», Apocalipsis 3:7-8.

La carta dice que el creyente de Filadelfia «tiene pocas fuerzas«, pero a pesar de ello persiste y guarda la Palabra del Señor. Quizás este creyente no tiene recursos materiales, es un creyente que ha luchado contra las adversidades, motivo por el cual ha quedado sin fuerzas, pero con todo y eso, es un cristiano que no se da por vencido y aun con sus pocas energías sigue adelante sin flaquear en la fe.

También dice «Yo conozco tus obras«. Claramente este creyente tiene obras buenas, es decir, trabaja en el reino de Dios, predica, alimenta a los pobres, vive una vida en el temor a Dios y aunque sus fuerzas son pocas no ha soltado lo que el Señor le ha entregado en sus manos.

«Cuántas veces nos hemos quedado sin fuerzas, cuántas veces nos hemos cansado de las batallas que peleamos día a día. Muchos de nosotros nos identificamos con el creyente de Filadelfia; un creyente que lo ha dado todo hasta lo último de sí para servir al Señor; puede que no tengamos las riquezas materiales que nos presenta el cristiano de Laodicea, pero tenemos más que eso; tenemos los mejores tesoros espirituales acumulados en el cielo. Además de el gran galardón que el Señor les va entregar, a todos aquellos que permanezcan firmes, sin flaquear».

Y finaliza diciendo «Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra», Apocalipsis 3:10.

¿Cuál creyente somos, seremos Laodicea o Filadelfia? Reflexionemos en esto y entendamos que la mejor iglesia que le podemos entregar al Señor, es una iglesia obediente y fiel a pesar de las tribulaciones. Querido hermano, te conviene ser un creyente Filadelfia.

 

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