LAS MARCAS

Brendaliz Avilés :

Querid@ Amig@ :

Muchas fueron las experiencias que tuvo el apóstol Pablo. Lo persiguieron, azotaron, apedrearon y fue a la cárcel por predicar la verdad que había conocido. Marcas profundas quedaron no solamente en su piel, sino también en su corazón.

Por ello, en  nuestro caminar cristiano: cuántas veces nos hemos sentido a punto de desmayar? … ¿Cuántas veces el dolor ha parecido insoportable, insostenible? De igual forma en el proceso de sanación a veces quedan cicatrices por las heridas profundas que recibimos.      

Sí… las preciosas marcas del evangelio, y las espinas que a veces se incrustan, son las que nos llevan a una total dependencia de Dios, a confiar en Él con los ojos cerrados, a desarrollar  esa certeza segura que nos hace saber que si estamos en sus manos, podremos resistir y sobreponernos a cualquier cosa que se nos presente. 

Por ejemplo mis marcas me recuerdan que ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Que él me da vida cuando creo desfallecer y morir. Me llevan a refugiarme entre sus brazos, y permiten que no olvide que un día me encontraré cara a cara con Aquél que dio su vida por mí,  porque me amaba.

¿Saben? … Anhelo verlo, sonreírle y decirle: “¡Gracias!... Gracias porque tu sangre preciosa me dio liberación y vida. Las marcas de tu presencia y amor en mi vida son las que han hecho la gran diferencia en mí. Tu toque es lo que me hace ser feliz.”

Por lo demás, que nadie 

me cause más problemas,

porque yo llevo en el cuerpo 

las cicatrices de Jesús

Gálatas 6:17

 

 

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