SER SALVO: ¿ES IMPORTANTE? ¿Y CÓMO SE HACE?

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Hechos 16:30-34

En un pueblito del interior invitaron a predicar un día a un muchacho que acababa de recibirse de pastor. Y estaba con todas las ínfulas de su reciente preparación teológica. Y entonces predicó sobre un tema muy importante para él, que era la concupiscencia. Entonces dedicó mucho tiempo a hablar de la concupiscencia y a explicar el origen de la palabra y su significado en la Biblia, etc., etc. Cuando terminó, el pastor de la iglesia local le pidió a una viejita que había en el culto que tenga una oración. Y la viejita muy entusiasmada por lo que había escuchado, oró así:

“Señor Jesús, te pedimos que tú nos llenes de concupiscencia”.

Quería la plenitud de la concupiscencia, la viejita. No sé qué es, pero suena tan lindo!

Bueno, así hay muchas palabras teológicas que tienen un sentido, un sentido a veces muy profundo y que a veces la gente no conoce, o no conoce bien. Y de repente, en estos temas, tenés que entender claramente lo que significan las palabras, porque por ahí uno dice una cosa y está hablando en su mente de otra cosa. Es como las palabras técnicas de cualquier cosa. Las de medicina por ejemplo. Una cosa es el apéndice y otra cosa es el “cosito” ese que está ahí en la punta del intestino. Es muy diferente.

Y una de las palabras que más usamos en el ambiente cristiano es la palabra “salvo” o “salvación”. Cantamos de la salvación; hablamos, predicamos la salvación, de hecho. Y a veces no sabemos qué es, o en todo caso qué significa en mi vida personal. O sea, si yo que yo quiero ser salvo, sí; pero ¿y qué tengo que hacer? Esa pregunta la hizo un hombre que era carcelero en Filipos, donde Pablo y su compañero estaban predicando. Los metieron presos a los dos y mientras estaban, en la madrugada y en la cárcel, hubo un terremoto y se vino todo abajo y quedaron todos los presos libres. Este hombre se quería matar. Y entonces, Pablo y su compañero Silas le dijeron: “¡No, no, no; no te mates! ¡No te mates!” Porque sabía que si se le escapaban todos los presos, al carcelero le cortaban la cabeza. A él le cortaban la cabeza, directamente. Entonces este hombre los sacó, dice de ahí, de toda la polvareda esa que había habido ahí, y les dijo así; en Hechos 16 30 está el texto que leo:

Después los sacó y les preguntó: —Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?

¡Mirá qué sintética su inquietud!

Ellos le contestaron. —Cree en el Señor Jesús y serás salvo, junto con todos los de tu casa.

(Hechos 16:30-31 NTV)

Y le presentaron la palabra del Señor tanto a él como a todos los que vivían en su casa. “Casa” en este contexto quiere decir: “todos los que viven bajo el mismo complejo habitacional” por decirlo de una forma. Si tiene una familia pobre, eran los de la familia nada más. Pero si eran de una familia rica, como este hombre probablemente era, tenían algún esclavo, algún hijo a cargo, alguna persona que vivía con ellos por alguna razón, etc., todos. Bueno, todos en casa, es todos lo que están bajo el mismo techo. Y por supuesto, todos tenían el mismo sistema de autoridad, etc.

Y le presentaron la palabra del Señor tanto a él, como a todos los que vivían en su casa. Una reunión familiar de emergencia, después del terremoto. Aún a esa hora de la noche el carcelero los atendió y les lavó las heridas. En seguida a ellos lo bautizaron, a él y a todos los de su casa. El carcelero los llevó adentro de su casa y les dio de comer, y tanto él como los de su casa, se alegraron porque todos habían creído en Dios.

Si te fijás, todas las expresiones que se usan intercambiablemente, es “haber creído en Dios” y “creer en Jesús”, o “recibir la palabra del Señor”. Son las expresiones que se usan en este parrafito de cuatro versículos, para explicar qué es lo que él quería saber, y que efectivamente pasó, y pasó ahí en un rato. Pasó en un rato. No es un proceso de años… ¡no, no, no! ¡Instantáneamente!

Cuando esa inquietud espiritual que probablemente, en el caso del carcelero fue levantado cuando a medianoche dice, Pablo y Silas, que estaban en el fondo de la cárcel, una cárcel mugrienta maloliente, estaban en el cepo. Y en el cepo no podés salir para ir al baño, ¿me explico lo que te estoy diciendo? No comés si nadie te trae comida, nada. Estaban ahí a la buena de Dios, y sin embargo Pablo y Silas dice que esa medianoche cantaban himnos al Señor. Estaban como contentos, o estaban locos, o las dos cosas. Y quizá hizo eso hizo mella en el carcelero, que probablemente estaba ahí escuchando lo qué estaba pasando, porque era raro. Y ese impacto de esta gente cantando a Dios en esa pocilga y de repente el terremoto, fue lo que le hizo “clic” a él para decir bueno, “qué tengo que hacer para ser salvo” Y ellos le explicaron, y yo te explico a vos hoy.

Vos: ¿ya has creído en Jesús? ¿Ya le has pedido perdón por tus pecados? ¿Ya le has entregado tu vida a Él? ¿Ya te has bautizado? Bautizado habiendo entregado tu vida a Cristo ¿eh? No vale el bautismo infantil para esto. El bautismo infantil es una expresión de deseo de los padres de que esa criatura sea cristiana. Pero si esa personita va a ser cristiana o no, lo va a elegir él cuando sea más grande, cuando tenga posibilidad. Y cuando tenga posibilidad, ¿elegirá como los padres pensaron que él iba a elegir? ¿O elegirá otra cosa? ¿O no elegirá nada? Porque esa también es una elección.

Por eso quisiera animarte a que si vos tenés también esta misma inquietud ahora que sabés qué quiere decir la palabra “salvo”. Es una vida que está re-vinculada con Dios. Una vida que queda re-vinculada con Dios y por lo tanto, toda la vida. Cuando esa persona se muera, toda la vida va a tener un sentido trascendente, porque va a ir a la presencia de Dios, porque ha creído en Jesús.

Ahora mismo podés decirle al Señor, tener un momento de soledad con Él y decirle que creés en Él. Y como creés en Él, entregale toda tu vida a Él. Pedile el perdón de los pecados, que son parte de la vida nuestra, lamentablemente, y Él te los va a perdonar, sin duda alguna.

Y ese hombre nos da este ejemplo, de que una persona puede ser de cualquier condición. Pero en la condición que está, puede perfectamente venir a Dios y en un rato ser salvo.

Y, de paso, si hay forma, me gustaría saber si vos has hecho esta oración tan especial, como yo la hice cuando tenía 7 añitos. Siempre me acuerdo de eso. Y el pastor dijo: “si hay alguien aquí que quiere entregar su vida a Jesús, quiere recibir el perdón de los pecados que levante su mano”.

Y levanté mi mano. Y el pastor dijo: “que Dios te bendiga”. Y yo dije: “¡Sonamos! ¡Mes “spoteó” donde yo estaba, y que levanté mi manito queriendo realmente en mi corazón recibir a Jesús!

Y ¿sabés qué? ¡Ese es el día en que nací de nuevo!


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