SIETE CONSEJOS VITALES PARA TODO EL QUE SIRVE EN UNA IGLESIA

Alex López
La Catapulta
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Más que hacer, viva para él

“»No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!” Mateo 7:21-23

Gente que hacía pero que no era conocida. Bien pudiéramos llamarles: los desconocidos activos. Activan en la congregación, pero el Señor, no los conoce, porque no activan en su reino al vivir en obediencia al Rey. Y es que las ovejas oyen la voz del Pastor y le siguen. Sabemos que seguimos a Jesús, el pastor de pastores, cuando nosotros escuchamos su voz, y entonces, vivimos para honrarle al andar en el camino de santidad. Sí, pecamos. Pero nos levantamos con su gracia. No para abusar, sino para honrar. Si hoy muriera, ¿Qué palabras le diría el Señor? “Te conozco hacedor de bondad” o “te desconozco hacedor de maldad.” Active en su iglesia, pero si no vive para Dios, se engaña y sólo activa para el ser humano.

Más que producir, produzca buenos frutos

“No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.” Juan 15:16

Todo el que sirve en la iglesia conoce el programa de su congregación. Este suele ser muy parecido vez tras vez. Pero más allá de producir el mismo, somos llamados a producir la mejor adoración por medio de una vida rendida a Cristo en el programa que dura toda una vida. Producir frutos que demuestren arrepentimiento, es la señal de un verdadero creyente. Si el árbol de su vida manifiesta el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza, está produciendo el mejor servicio al Padre celestial. Piense más allá de producir reuniones, produzca buenos frutos. Estar en Cristo es estar en el único huerto perfecto del mundo, en donde el fruto, fluye naturalmente. Porque el Jardinero es quien pone tanto el querer como el hacer en nosotros.

Más que enseñar, modele de cerca

El discipulado es más que transmitir información, para esto bastarían videos, los cuáles son una herramienta útil. Pero el verdadero discipulado, es algo más que transmitir información, es compartir la vida y a través de ese compartir buscar que Cristo sea formado en otros. Jesús se dedicó a enseñar a todos, pero vivió con sus discípulos. Piense en esto, ¡vivió! Su discipulado fue vida compartida por tres años. Es en la vida compartida sin barreras y con las vulnerabilidades expuestas a flor de piel, en donde Dios nos forma. En ese compartir fue que Jesús explicó, reprendió y animó a sus discípulos. En el ministerio en donde sirve, enseñe cómo servir. Pero, sobre todo, enseñe cómo servir a Dios. A él no se le sirve con un horario, se le sirve con una vida rendida en obediencia a sus mandamientos que son nuestra seguridad. Discipular, es enseñar modelando. Esto sólo se puede en una relación íntima y estrecha de amigos verdaderos. En donde le que va delante enseña la palabra y modela. Y modela alrededor de la mesa de su casa, alrededor de un café en un restaurante, alrededor de un día de campo. Sí puede ser sistemático, pero es más como un padre enseña a sus hijos, les enseña en cada interacción. Cuando se levanta, cuando se acuesta y cuando va por el camino. Y qué se enseña, la palabra y el temor a Dios.

Más que buscar crecer, crezca en Dios

He escuchado a personas decir que los números no son importantes. Vaya que sí son importantes. Porque los números representan a una persona, a una familia, a un vecindario y a una ciudad. Pero números por tener números, eso es otra historia. Todo lo que es sano crecerá a su ritmo y no existe una ley para comparar crecimientos entre iglesias. Nosotros somos pescadores de seres humanos, pero es Dios quien atrae al pez. Es él el que convence con su Espíritu Santo de pecado y lo engancha al anzuelo que lo trae al arrepentimiento. Más que buscar crecer en número, crezca en Dios, los números llegarán como un efecto secundario no como una visión primaria divorciada de lo demás. ¿Cómo crecemos en Dios? Conociendo su palabra diariamente, meditando en oración en él y confesando nuestros pecados y huyendo de la tentación que nos hizo caer. Y todo esto, en comunidad fuera de la iglesia en grupos pequeños y en la privacidad de nuestra puerta cerrada. ¿Qué debiera hacer entonces en donde sirve?

Más que preocuparse, ocúpese

Dios no prohíbe el afán, prohíbe el afán por el mañana, porque por el mañana, no se puede hacer nada hoy. Pero por el afán de hoy, sí que podemos hacer algo y debemos hacerlo ya. Debemos planificar el mañana y soñar con un futuro, pero si sufrimos por los problemas que ni siquiera han venido, estamos perdidos. Ocupémonos de lo que podemos hacer hoy. Cuando capacito a líderes, siempre les enseño que, ante un muro, el nuevo y que tan sólo es un seguidor, se sienta, se queja y se pone a llorar. El líder maduro se ocupa. Consigue una escalera y salta el muro, cava un túnel, rompe el muro con una almágana, aparece con tractor o contrata un helicóptero. No podemos trabajar por el afán del mañana, pero sí por el de hoy. Basta a cada día su propio afán. No se aflija por el ministerio del mañana, porque al final de cuentas, no es nuestro, es de Dios.

Más que llorar, clame

Bien decía el sabio Salomón, ese tercer rey de Israel e hijo del rey David, que es mejor llorar que reír, pues llorar le hace bien al corazón. Llorar no cambia nada, pero me cambia a mí, cambia mí interior. Necesitamos más líderes llorones. Y es que llorar no es señal de debilidad, sino de sensibilidad. Jesús lloró ante la tumba de Lázaro conmovido por el dolor de Marta y María. Llore, pero también clame. Es más, llore clamando y no solo, llore en equipo como familia espiritual. Fuimos llamados a ser familia como hermanos en Cristo que somos. Dios nos da familia en Jesús. Reímos con los que ríen y lloramos con los que lloran. La risa y las lágrimas unen y sanan. Jamás he tenido la sensibilidad que hoy tengo, puedo manifestar ante otros y le doy gracias a mi Dios por ello. Que las lágrimas de otros le conmuevan y juntos, llorando clamen a Dios. Vivir en victoria, es mantener la fe a pesar de las pruebas. Vivir en victoria, es mantener la fe a pesar de las lágrimas. Vivir en victoria no es no sufrir, es sufrir con fe, hasta que Dios nos dé un milagro o nos llame a su presencia.

Más que un ministerio, viva una vida de servicio

Un amigo me explicaba que la palabra ministro era el concepto de lo más pequeño. Pero esta palabra ha llegado a convertirse en algo que suena muy grande, cuando la idea es contraria. Cuando ministramos o servimos en algún área de nuestra congregación, podemos llegar a creer que hemos cumplido, que es lo más grande. Pero más que un ministerio con el que usted cumple con un calendario, es llamado a vivir una vida servicio cada momento de su vida. Su trabajo es su ministerio, su rol en la familia es su ministerio. Donde estamos, allí es nuestro ministerio. Jesús encontró su ministerio frente a un pozo y ante una mujer samaritana. ¿Cuáles son sus pozos y sus samaritanos? Abra los ojos a la necesidad y haga algo respecto solo y después con otros. Esa es mi definición de liderazgo, de una vida de servicio. Servir es hacer lo que sea por la necesidad de otro. Y al hacerlo por la necesidad de otro, estamos haciéndolo a Jesús.

Estos consejos no son los únicos, pero son siete que hoy sentí en mi corazón compartirle. Vivimos para amar con todo a Dios y para amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. ¿Cómo puede manifestar este amor en sentido vertical y horizontal en cada momento? Esa es la pregunta que le llevará a un cambio profundo y duradero con respecto al Señor y a su prójimo. Y, por cierto, si responde a estos correos, los recibo. ¡¡¡Un abrazo!!!

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