La relación de Dios con su pueblo

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Nunca hace falta un loco para acollarar a un manso. Así dicen en el campo. Y la relación nuestra con Dios, la mía por lo menos, es una de ese tipo. Donde hay una de las partes que es muy fuerte y la otra parte es muy débil. Ya te darás cuenta cuál parte es cuál.

Y es así nuestra relación con Dios. Nosotros somos débiles frente a Dios en todos los órdenes, ponele, la inteligencia. Es fácil de ver eso. De paso, antes de ayer, cuando hablé del profeta Daniel, mencioné a la pasada que probablemente alguno piensa que Susana fue la esposa en algún momento de la vida de Daniel. No sé de dónde lo saqué. Eso no es así. Me equivoqué. Perdón, pido perdón, justamente porque en el tip de hoy, que está en el   capítulo 2 de Oseas, Oseas 2:16 al 20, se habla claramente de este vínculo desigual que tenemos con Dios. Cuando lo dije, me pareció que lo había leído hacía poco. Lo busqué y… no; para nada! Así que mi mente tenía algo que pensó que era así y que no era así, después de todo.

Digo esto, para que nos demos cuenta cómo nuestro vínculo con Dios, no nos pone en un vínculo de igual a igual. Que es un problema que mucha gente tiene, que cree que el vínculo con Dios es un vínculo de igual a igual. Entonces, la pregunta sería:

Qué pasa? Dios se ha hecho una persona débil como nosotros o nosotros somos todopoderosos como Dios?

Ese es el pecado original. Adán y Eva, el pecado que cometieron fue que Dios les dijo:

-No coman esto -que no era una manzana, de paso-

Y Satanás les dijo:

-Sí, van a ser como dioses, conociendo el bien y el mal.

Y nosotros, ese es el problema que tenemos, que queremos ser como dioses. Dios dice: “blanco”, yo digo: “negro”. Dios dice: -no hagan esto, y yo digo: -Sí, una sola vez! Dios dice: “no quiero tener otro perrito en casa” y nosotros, hijos buenos: “pero por esta noche nada más”. Nosotros todo el tiempo estamos así con Dios. Estamos tan acostumbrados a eso, que nos parece poco importante, una tontería. Pero a veces vale la pena pensar que esa actitud frente a Dios, esa actitud “raspante” frente a Dios…

Te imaginás la paciencia que tiene que tener Dios para lidiar todo el tiempo con millones y millones de personas que son así?

Dice la Biblia, Dios confiesa en la Biblia, dice que todo el día, todo el tiempo, “dediqué mis manos a un pueblo rebelde y contradictor.

Vos probá! Si vos te juntas con un grupo, y por ejemplo, decí:

-Tenemos que orar más

Y entonces no va a faltar uno decir:

-Sí, pero es difícil, porque pues…

Te das cuenta? Digas lo que digas, alguien va a decir:

-Sí, pero…

Aya-ya-ya-yay! Hubo un caso en el Antiguo Testamento, que es único. Extrañísimo. Sobre todo en el contexto contemporáneo. Dios le pidió a un profeta que se case con una mujer que era,  como diría mi padre; mi papá decía siempre:

-Esta mujer es medio casquivana.

Y él usaba el término “casquivana” en el sentido de que era una mujer medio peleadora, así… discutidora. Pero le dijimos a papá, en el diccionario, la definición de “casquivana” es una mujer que está en el ambiente de la prostitución, y que por lo tanto, es peleadora, digamos, discutidora y así. Y a la vez que coqueta y que le gusta llamar la atención. Mi papá, pese a eso, siguió diciendo de vez en cuando, “lo que pasa es que esta señora es medio casquivana”. Y el “medio” de mi papá, siempre era “medio algo”, que era para aliviar lo que iba a decir, que era durísimo.

Entonces, esta mujer del profeta Oseas, era una mujer “medio casquivana”. Lo engañó con cuánto tipo pudo. Y Dios le pidió el profeta, sabés qué? Que vez tras vez, la perdone y vuelva a arreglarse con ella. Para entender, y poder luego predicarlo, qué es lo que siente Dios respecto de su pueblo.

Y lo lindo del caso, es que el lado fuerte de esta relación, pudiendo decir:

-No, ya no quiero saber más nada de vos; estoy harto!

Dijo, en cambio:

En aquel día afirma el Señor, ya no me llamarás: mi señor, sino que me dirás: esposo mío. Te quitaré de los labios el nombre de tus falsos dioses, y nunca más volverás a invocarlos. Aquel día haré en tu favor un pacto con los animales del campo, con las aves de los cielos y con los reptiles de la tierra. Eliminaré del país arcos, espadas y guerra, para que todos duerman seguros. Yo te haré mi esposa para siempre, y te daré como dote el derecho y la justicia, el amor y la compasión. Te daré como dote mi fidelidad, y entonces conocerás al Señor.

(Oseas 2:16-20 NVI)

Querés conocer al Señor más en profundidad? Queremos? Yo también quiero conocer al Señor en la extensión total de lo que Él es. Conocerlo, pero  conocerlo bien, no superficialmente. Después de todo, Él está usando, y no es la única ni la primera vez que en la Biblia está usada la figura de la relación de entre Dios y el hombre con la relación de un esposo y una esposa. Que de paso, también es bueno para el propio matrimonio, que nos enseña a comportarnos respecto de nuestras parejas en una forma parecida a la que Dios se vincula con nosotros.

Te imaginás lo que sería, a vos que sos señora; te imaginás, vos señora, y los hombres también por extensión, no es cierto?. Te imaginás lo que sería que nuestra pareja fuera Dios? Cómo sería eso de que nuestra pareja fuera Dios? Que perdone, que ame, que provea, que esté siempre pensando en nosotros. No sería lindo estar en pareja con alguien así?

Que es lo que uno se queja de la pareja que tiene, cuando se queja o cuando se divorcia, que se separa. Dice justamente lo contrario de eso:

-No me da bolilla, no me escucha nunca, hace su vida.  Yo soy solamente un instrumento en sus manos, me quiere nada más que para obtener sexo.

Como me dijo una señora una vez. Perdón por lo que voy a decir, pero me lo dijo ella en la puerta del templo. Me dijo:

-Yo quiero que mi esposo me toque menos la cola y me toque más el corazón. Una metáfora medio vulgar, pero estaba triste esa señora porque el esposo no la cuidaba, no la amaba como Dios dice que ama a su pueblo; como Dios dice que me ama a mí y a vos.

Y mirá vos, que en el matrimonio oriental siempre está en juicio el valor de la dote. Dice: “te daré como dote mi fidelidad”. Qué bueno que es relacionarse con alguien que nunca te va a fallar!

Cuando vivíamos en Mar del Plata, se había armado un lío porque hay una, había, por lo menos en ese entonces, una comunidad gitana muy grande. Y el valor en aquel tiempo de una esposa, el valor de dote de una chica joven para darla en casamiento, era el valor de un Ford Falcon (®), no me acuerdo el año; modelo tal, ponerle ’79, ’80; una cosa así. Y había habido una revuelta de las mujeres casaderas de los gitanos porque querían que suban el valor de la dote del Ford Falcon (®) ’79, ponele, al ’82; una cosa así. Y era muy gracioso porque discutían encarnizadamente de que el valor de dote de la novia tenía que subir unos modelos más arriba del que estaba cotizando en ese momento.

Qué importante que es para nosotros saber que pertenecemos a alguien cuya dote para nosotros, lo que nos da, lo que nos regala por casarse con nosotros, es su fidelidad.


Es grande! Verdad?



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