En los brazos de Jesús

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El abrazo de Dios no solo nos ayuda a calmarnos y decidir qué es lo mejor, sino que también nos ayuda a confrontar nuestros intereses, valores y motivaciones con “… todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre… ” (Filipenses 4: 8).

Por lo tanto, no nos demoremos más en buscar el consuelo del regazo del Padre. Todos los días debemos buscarle como agua en el desierto, como el único refugio donde podemos reposar entre tanto que ha sobrevenido la tormenta.

Cada vez que miramos la cruz, vemos que la forma en que Cristo murió en ella, con los brazos abiertos, lo que simboliza el gran y tierno amor de Dios, ofreciéndonos su abrazo, a todos nosotros y en todo momento, a través del Consolador, el fiel amigo de todas las horas el Espíritu Santo.

Las Palabras de nuestro Dios son importantes para nuestra vida. Son la luz que se enciende repentinamente cuando estamos en un lugar oscuro e incómodo. Son los brazos los que envuelven nuestro cuerpo y nos impiden caer al abismo mientras intentamos subir a la cima de la montaña.

ARTÍCULO DE INTERÉS: Salmos 91:4 «Un refugio seguro»

No esperes que el Señor haga lo que tú tienes que hacer. Él está allí con los brazos abiertos esperando a que vallas a ese lugar de refugio seguro. Recuerda que Él jamás te obligaría a nada, eres tú en tus fuerzas y decisiones el que debe acudir a su presencia y dejarte abrazar por Él.

Cristo te ofrece unos brazos seguros en donde puedes dejar tus temores y angustias; un lugar en donde puedes estar seguro porque cual león te cuidará de las asechanzas del enemigo.

«… El amado de Jehová habitará confiado cerca de él; Lo cubrirá siempre, Y entre sus hombros morará», (Deuteronomio 33:12).