EUREKA!

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Entonces Jesús salió de nuevo a la orilla del lago y enseñó a las multitudes que se acercaban a él. Mientras caminaba, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en su cabina de cobrador de impuestos. «Sígueme y sé mi discípulo», le dijo Jesús. Entonces Leví se levantó y lo siguió.

Más tarde, Leví invitó a Jesús y a sus discípulos a una cena en su casa, junto con muchos cobradores de impuestos y otros pecadores de mala fama. (Había mucha de esa clase de gente entre los seguidores de Jesús). Cuando los maestros de la ley religiosa, que eran fariseos, lo vieron comer con los cobradores de impuestos y otros pecadores, preguntaron a los discípulos: «¿Por qué come con semejante escoria?».

Cuando Jesús los oyó, les dijo: «La gente sana no necesita médico, los enfermos sí. No he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores».

Marcos 2:13-17 NTV

Si tuviéramos que responder en una frase, qué es lo que Dios quiere de nosotros, nos costaría mucho. En parte porque así, a bocajarro, una pregunta de esta naturaleza, es difícil sintetizar en una sola frase. Si le preguntáramos a Jesús Él habría dicho algo como dijo en Marcos capítulo 2:17: “no he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores”. Él tenía una capacidad de síntesis realmente admirable y está claro también, y ahí es donde apunto hoy, a que Él tenía claro qué es lo que quería que la gente respondiera de su mensaje.

Es decir, el hombre se molestaba en ir de pueblo en pueblo, de casa en casa, donde lo invitaban, en responder todas las preguntas, a hablar con la gente, aconsejarlos siempre con un sentido, no es cierto? Nadie haría eso por nada. Bueno, hay un montón de gente que hace eso por moneditas. Los santones de la India, vos te encontrás a gente en todos los pueblos cerca de los templos, te encontrás cientos de personas que están ahí y entonces hacen alguna cosa. Lo que esperan es que le des una monedita. No le importas vos, no quieren ofrecerte algo que te sirva para tu vida, sino simplemente es como una especie de espectáculo, que a cambio del cual, ellos reciben algunas chirolitas con las cuales se mantienen.

En cambio Jesús tenía, que eso le sorprendió no? Pongo esto por ejemplo, porque también le sorprendía a la gente del tiempo de Jesús, que esperaban ese tipo de cosas. Esperaban el sabio que dice por ejemplo, una adivinanza. En la antigüedad era muy valioso eso de la adivinanza, de poder hacer una  pregunta que nadie pueda responder o que para responderla, hay algún truco, alguna cosa así por el estilo. A ellos les gustaba eso.

Conocido el ejemplo de Arquímedes. Arquímedes fue encargado por un rey a que le diga si él podía saber si la corona que acababa de encargar era una corona de oro puro o si era una corona de plomo, que es bastante pesado, y después bañada en oro. La diferencia en el valor intrínseco era muy diferente y entonces el rey le dijo a este hombre, que era sabio. Y entonces dice que él un día, bañándose, descubrió que pesaba menos cuando estaba dentro del agua que afuera del agua. Y entonces se dio cuenta que el agua lo empujaba, aliviaba su peso en una forma directamente proporcional al volumen de agua que desalojaba el objeto que metíamos en el agua. Y así descubrió lo que llamamos hoy día el peso específico. Es decir, un volumen de un litro, por ejemplo, de plomo, pesa muchísimo más que un litro de Telgopor (®), puede ser? Que sea bien opuesto y no caer en la tonta pregunta: qué pesa más, un kilo de plumas o un kilo de plomo? Con esa pregunta hay mucha gente que ha caído y se ha emperrado en discusiones y justamente mirá vos cómo va la sabiduría en la respuesta a esa pregunta. Que es una pregunta tonta, porque no tiene prácticamente una aplicación en ese ejemplo, “qué pesa más, un kilo de plumas o un kilo de plomo?” No tiene una aplicación directa, un beneficio económico, productivo en algún sentido. Pero la aplicación sí, porque es el famoso principio de Arquímedes. Que cuando lo descubrió dice que salió así desnudo como se estaba bañando, gritando en griego: -Lo descubrí! Lo vi, lo vi!  Eureka, eureka! Y ahí salió y dice  la historia que pasó así con él, porque descubrió cómo se podía hacer para saber bien si una cosa que vos metés en el agua es de plomo o es de oro, o es de plomo bañado.

Y la trampilla que hay en eso, es que si a vos te hacen la pregunta: qué pesa más, un kilo de plomo o un kilo de plumas? El problema es que como es una cosa tan trivial, de ahí viene la palabra “trivia”; si es una cosa tan trivial, entonces no podés no saberla. Y eso te genera una presión.

Yo he hecho ese tipo de cosas, a mí me encanta hacer eso! Es una payasada, pero tiene un principio de sabiduría atrás. Por ejemplo ese que yo ya he hecho, pero lo vuelvo a hacer y lo podés usar en tus fiestas, para ser el alma de la fiesta! Tú les dices a todos: -les voy a hacer una pregunta que la mayoría no va a saber responder. Bien, ahí va la pregunta: Cuántos dedos tenés en una mano? Bien, cuántos dedos tenés en dos manos? Y cuántos dedos tenés en diez manos?

Crick-crick, crick-crick, crick-crick, crick-crick…

Incorrecto! No! Pero cómo, si no…

En diez manos tenés cincuenta dedos. Si respondiste otro número estás equivocado. Por qué uno tiende a responder: cien? Porque uno mentalmente cuando escucha la pregunta cuántos dedos tenés en una mano, se imagina una mano. Y después, cuando dice: cuántos dedos tenés en dos manos, se imagina las dos manos. Y cuando te dicen: cuántos dedos tenés en diez manos? uno en vez de imaginar diez únicas manos, se imagina el par, que fue la última imagen que tuvo en su mente. Porque la mente te lleva a conclusiones, y conclusiones incorrectas.

Entonces vos te podés reír un rato, todos nos reímos, pero aquel que  respondió mal, no se ríe nada. De hecho, yo ya lo hice esto en un tip y entonces me escribieron un par que habían quedado como pavos y entonces no les gustaba ni medio el tip de ese día, porque te hace mostrar como pavo.

Dice Marcos 2:13-17

Entonces Jesús salió de nuevo a la orilla del lago y enseñó a las multitudes que se acercaban a él. Mientras caminaba, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en su cabina de cobrador de impuestos. «Sígueme y sé mi discípulo», le dijo Jesús. Entonces Leví se levantó y lo siguió.

Más tarde, Leví invitó a Jesús y a sus discípulos a una cena en su casa, junto con muchos cobradores de impuestos y otros pecadores de mala fama. (Había mucha de esa clase de gente entre los seguidores de Jesús). Cuando los maestros de la ley religiosa, que eran fariseos, lo vieron comer con los cobradores de impuestos y otros pecadores, preguntaron a los discípulos: «¿Por qué come con semejante escoria?».

Cuando Jesús los oyó, les dijo: «La gente sana no necesita médico, los enfermos sí. No he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores».

Marcos 2:13-17 NTV

Y ahí está planteado la pregunta básica de hoy, que sería: bueno, “Qué es lo que quiere Dios de nosotros?” Y sabés qué es lo que quiere Dios de nosotros? Que arreglemos nuestras cuentas con Dios y que vivamos una vida normal.

Mucha gente, yo me doy cuenta a través de tantos años de pastor, que le tienen miedo a escuchar el mensaje del Evangelio, porque dicen -estos me están metiendo en una secta y después termino haciendo sacrificios humanos a las doce de la noche en un bosque. Y tiene miedo! Por qué tienen miedo? De que en vez de que la vida sea liberada para tener una vida plena, sea una vida encarcelada para tener una vida religiosa.

Y entonces, es cierto que Jesús dio su vida por la Iglesia, pero también es cierto que Dios nos llamó para que vivamos una vida normal, pero una vida normal en el sentido de que una vida humana normal debe ser guiada por el Espíritu Santo. Si no, no es normal.

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