En el huerto

Alyson Kieda
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Leer: Juan 20:11-18

La Biblia en un año: Rut 1–4; Lucas 8:1-25

Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor… (v. 18).

A mi papá le gustaba cantar viejos himnos. Uno de sus preferidos era «A solas al huerto yo voy». Hace unos años, lo cantamos en su funeral. El coro era sencillo: «El conmigo está, puedo oír su voz, me asegura de su amor; tan preciosa es nuestra comunión, a solas con mi Señor». Esta canción le traía gozo a mi papá… y ahora a mí.

El escritor de himnos C. Austin Miles dijo que escribió esta canción después de leer el capítulo 20 del Evangelio de Juan: «Mientras lo leía, me pareció que yo formaba parte de la escena. Me transformé en un testigo silencioso de ese momento en la vida de María cuando se arrodilló ante el Señor y exclamó: “¡Raboni! [Maestro]”».

En Juan 20, encontramos a María Magdalena llorando junto a la tumba vacía de Jesús. Allí, un hombre le preguntó por qué lloraba. Pensando que era el hortelano, habló con el Salvador resucitado… ¡Jesús! Su angustia se transformó en gozo y corrió a decirles a los discípulos que había visto al Señor (v. 18).

¡Nosotros también tenemos la seguridad de que Jesús resucitó! Ahora está en el cielo con el Padre, pero no nos ha dejado solos. Los creyentes en Cristo tenemos al Espíritu en nuestro interior, y a través de Él, tenemos la seguridad y el gozo de saber que está con nosotros, y que somos suyos. — Alyson Kieda


Jesús, ¡gracias por estar vivo y por vivir en mí!
¿Cómo te consuela saber que no estás solo en la vida? ¿Cuándo sentiste la presencia de Jesús de manera íntima?

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