Del Señor y para el Señor somos

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Vamos a remontarnos a la época cuando había poca gente en la tierra. Estamos hablando de más de 20 mil años antes de Cristo. Y de ahí para atrás es muy nebuloso lo que conocemos de cómo éramos los seres humanos y que hacíamos etcétera. Aunque hay mucha luz que la ciencia va trayendo sobre eso, que se llama arqueología, que es el estudio de lo que pasaba antes del invento de la escritura, en los tiempos  antiguos respecto de la existencia del hombre. La gente era poca, estaban como grupos de familias desparramados en distintos lugares, que iban mudándose de un lugar al otro practicando el nomadismo, así se llama eso. Ser nómada que implicaba que iban siguiendo, por ejemplo, los lugares donde pudieran siempre encontrar agua y encontrar plantas y animales para comer. Los hombres más antiguos usaban  herramientas muy primitivas para hacer esta sucesión. Los animales de rapiña cazaban animales y se comían la carne. Después venían los animales carroñeros, en segunda fila, que esperaban que los animales más grandes terminaran de comer. Los que habían comido y cuando ya se desinteresaban, iban y comían los restos. Pero en los restos en el interior de los huesos todavía hay lo que nosotros hoy día llamamos caracú o tuétano. Y eso es un alimento muy rico y muy concentrado. Entonces el ser humano aprendió a quebrar esos huesos con herramientas o serrucharlos para poder comer lo que estaba adentro de esos huesos. Pero era muy impráctico, muy tedioso y muy insano en muchos sentidos. Pero aprendieron con el tiempo, a que algunas semillas que eran un tipo de alimento muy concentrado se podían sembrar y que a lo largo de un tiempo, iban a dar cada semilla una planta, que diera como dijo Jesús: 30, 60, 100 semillas por cada semilla que vos sembrás.

El problema con eso, es que los obligó a quedarse quietos en el mismo lugar, o a moverse, pero a corta distancia; a una distancia limitada, porque si sembraban, tenían que volver después para cosechar donde habían sembrado. Eso dio origen a la vida en ciudad, es decir en un lugar donde ya la construcción del sistema de vida no es tan volátil y tan ligero como tiene que ser en el nomadismo. Vivir en carpa, para pasar a vivir en un lugar donde ya tendría su lugarcito para guardar los granos, tu casita un poquito más grande, más sólida. Más calentita donde tendrías tu fogón, ya para siempre, permanente y donde tendrías un corral de piedra donde poder guardar algunos animales, que no se te escapen y así comenzó la vida social.

El problema es que con estos 20 mil años que pasaron, la vida social ha favorecido el desarrollo de grandes ciudades. Y hoy día, en nuestro tiempo la persona que vive así, en el campo, aislado de otros grupos sociales y todo eso, en vez de ser lo normal como era hace tantos años atrás, ahora es lo extraño. Y la gente da por sentado que lo normal es vivir en ciudad. Ahora la ciudadanía, es decir el vivir en grandes ciudades donde ya no hay un par de ranchitos separados por la conveniencia nada más, sino que cada vez tratamos de hacer otro ranchito más en el medio de estos dos, que tienen una especie de separación y después podemos hacer otro arriba de, y después podemos hacer otra en el huequito que nos quedó atrás. Y así obligó a hacer por ejemplo, calles; es decir, bueno, vamos a circular por acá porque si no me hacen una red si no, me hacen un ranchito más y no podemos entrar.

Y así, la vida social impone un montón de regularizaciones para poder vivir en la vida de la ciudad. Y trae su propio problema; por ejemplo no podemos salir a cazar apenas al lado de la casa como era antes que íbamos andando y de repente apareció un bicho, lo matábamos y lo comíamos. Ahora hay que salir y los animales cuanto más grande se va haciendo la ciudad, más lejos y más escasos son esos animales y entonces la necesidad de regulaciones, de medios de transporte y de otro tipo de cosas, va haciendo más y más compleja la vida ciudadana y las relaciones entre las personas. Se puede cantar a toda voz, una persona que le gusta cantar, en una pequeña ciudad de la prehistoria sin que algún vecino diga: -ché, loco! Dejá dormir la siesta, dejá dormir a la noche que después mañana a la madrugada cuando vos te quedás durmiendo, nosotros tenemos que salir a trabajar! Entonces, empezó así. Bueno, vamos a hacer una cosa: desde ahora en adelante se podrá cantar en voz alta desde que sale el sol hasta que se pone el sol. Y así te das cuenta cómo va.

Por eso, por todo esto ante dicho, es que la biblia tiene mucho, mucho, mucho; de que la fe en Dios no es una experiencia mística con Dios solamente, sino que es una experiencia mística con Dios que se debe traducir en una experiencia social, donde respetamos y somos respetados; donde aprendemos a vivir unos con otros compartiendo los mismos recursos.

Acepten a los creyentes que son débiles en la fe y no discutan acerca de lo que ellos consideran bueno o malo. Por ejemplo, un creyente piensa que está bien comer de todo; pero otro creyente, con una conciencia sensible, come solo verduras. Los que se sienten libres para comer de todo no deben menospreciar a los que no sienten la misma libertad; y los que no comen determinados alimentos no deben juzgar a los que sí los comen, porque a esos hermanos Dios los ha aceptado. ¿Quién eres tú para juzgar a los sirvientes de otro? Su amo dirá si quedan en pie o caen; y con la ayuda del Señor, quedarán en pie y recibirán la aprobación de él.

Del mismo modo, algunos piensan que un día es más sagrado que otro, mientras que otros creen que todos los días son iguales. Cada uno debería estar plenamente convencido de que el día que elija es aceptable. Los que adoran al Señor un día en particular lo hacen para honrarlo a él. Los que comen toda clase de alimentos lo hacen para honrar al Señor, ya que le dan gracias a Dios antes de comer. Y los que se niegan a comer ciertos alimentos también quieren agradar al Señor y le dan gracias a Dios. Pues no vivimos para nosotros mismos ni morimos para nosotros mismos. Si vivimos, es para honrar al Señor, y si morimos, es para honrar al Señor. Entonces, tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos al Señor. Cristo murió y resucitó con este propósito: ser Señor de los vivos y de los muertos.

¿Por qué, entonces, juzgas a otro creyente? ¿Por qué menosprecias a otro creyente? Recuerda que todos estaremos delante del tribunal de Dios. Pues dicen las Escrituras:

 «Tan cierto como que yo vivo—dice el Señor—,

toda rodilla se doblará ante mí,

    y toda lengua declarará lealtad a Dios».

Es cierto, cada uno de nosotros tendrá que responder por sí mismo ante Dios.

ROMANOS 14:1-12 (NTV)

Y cierro con la pregunta: Te fijaste de algunos ejemplos en la historia que han tratado de uniformar todo, cómo les ha ido?

Te lo dejo como una inquietud para que lo pienses, mi querido, mi querida!


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