Hora de comenzar de nuevo
La Roca Ministerios
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Hay muchas oportunidades en las que tenemos que lamentarnos; algunas de ellas, amargamente; por haber hecho o dicho esto o aquello. ¡Cómo no me mordí la lengua antes de decir…! ¡Cómo no me corté la mano antes de…! ¿Te ha pasado esto alguna vez?
Creo que si tuviéramos un pasaje
en la máquina del tiempo, muchos de nosotros no dudaríamos un segundo en
regresar al pasado y cambiar decisiones, palabras, conductas… o tal vez dar esa
palmada de aliento que no dimos, decir ese “te quiero” que callamos…
Pero, ya está! Ya fue! Lo que se
dijo, se dijo; lo que no se hizo, pues no se hizo. Y muchas veces, caigo en la cuenta de que en
verdad, es una gran bendición de Dios que no nos sea posible transitar la línea
del tiempo a nuestro antojo. Porque así como hemos tenido que lamentar algo que
dijimos y no debimos haber dicho, también es verdad que a veces nos
arrepentimos de haber hecho o dicho algo… que a nuestro parecer estuvo mal
¡pero que en verdad estuvo bien hecho y bien dicho! Si como consecuencia de las
decisiones mal tomadas, podemos convertir nuestra vida en un caos, imagínense
qué sería de nosotros si estuviésemos constantemente cambiando el rumbo desde
las mismas raíces del pasado.
Muchos viven atrapados en las
malas decisiones o en las indecisiones del pasado. Muchas personas viven su
“hoy” obsesionadas con el “qué hubiera sido si…” del pasado. Pero no existen los “presentes alternativos”.
Eso sólo se encuentra en los libros y películas de ciencia-ficción. Y otra vez:
gracias Dios, por darnos las cosas hechas así!
Está buena la autocrítica, la
revisión del pasado, el autoanálisis para ver qué salió bien y qué salió mal, y
por qué. Pero revisión no es lo mismo que remordimiento, lamento, derrota. Thomas
Alva Edison, conocido en la historia como de profesión “Inventor”, patentó más
de mil inventos. Pero tuvo que pasar por muchos traspiés en el transcurso de su
prolífica carrera, incluyendo un incendio del taller donde tenía en proceso muchas
de sus visionarias ideas. Pero supo CAPITALIZAR la experiencia; la buena y la
mala experiencia. Supo convertir el fracaso del pasado en el éxito del presente.
Alguien dijo: “la escuela del fracaso me enseñó mucho más que la del éxito”.
Dios nos dice en su Palabra: “he
aquí todas las cosas son hechas nuevas”. Y muchas personas le piden a Dios que
transforme casi “mágicamente” sus vidas, por decirlo de alguna manera; que sane
milagrosamente sus heridas del pasado, que literalmente borre esos malos
recuerdos y eche fuera los fantasmas del pasado que las atormentan. Todo ello
prácticamente sin esfuerzo, sin dolor, sin trabajo, de su parte. Eso no es
posible, no es lo que Dios dice. No nos hizo así. El dolor por la misma puerta
por donde entró es por la que tiene que salir. Un atleta no consigue el estado
físico que necesita, milagrosamente. Hay todo un proceso de años, esfuerzo,
conducta, disciplina, entrenamiento, inclusive dolor; pero por sobre todas las
cosas: DETERMINACIÓN.
Tienes que aprender a perdonarte
a ti mismo. Creer de corazón que si tu arrepentimiento es sincero y has
confesado a Dios tu pecado, Él tiene el Poder y la Autoridad para perdonarte. Y
tienes que aprender a perdonarte a ti mismo con ese mismo perdón con que te ha
perdonado Jesús. Eso sólo es posible con una relación personal, una comunión
íntima con Él.
No es con la estatuilla, no es
con el cuadro, ni siquiera con lo que esa figura representa. Tampoco es con el
hombre que toma tu confesión en un templo. Es con la misma presencia de Dios en
persona. Es estar determinado a pasar esa hoja de tu vida y dejar que sea Dios
el que escriba la nueva hoja en blanco. Podrás equivocarte, podrás caerte de
nuevo. "Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor" escribió
Samuel Beckett (dramaturgo, novelista y poeta). Es hora de soltar lo que no
pudo ser y de tomarte con todas tus fuerzas, de SU mano, y entender que si
llegaste hasta acá es porque Dios te quería exactamente donde estás; mirar
hacia adelante y entender que Dios tiene planes para tu vida y para los tuyos,
que todo no está terminado, que es hora de empezar de nuevo, pero esta vez con
Dios. Y si las cosas no salen como queremos, es porque Dios en su Soberanía,
sabe qué es lo mejor para nosotros. Entonces cobra sentido, lo que Dios dice en
su palabra. Así funciona. Así es Dios.
De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas.
(2 Corintios 5:17 RV 1960)
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