Maldecir menos, bendecir más

Daniel Gaydou
DEVOCIONALES CORTOS DIARIOS BIBLICOS
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Bendigan a quienes los persiguen. No los maldigan, sino pídanle a Dios en oración que los bendiga.

Romanos 12:14 (Nueva Traducción Viviente - NTV)


Si yo fuera un gurú oriental, escribiría un libro que se llamaría: “Basta de maldecir, vamos a bendecir”. Entonces lo firmaría con un seudónimo oriental tipo “Sabdú Rabindranath Gaydú” en mis viajes a Pakistán, Nepal, e India y otros países del Oriente.

El primer capítulo de este libro diría así: “No maldigas”. Por qué no conviene? Vos pensá en esto: cuando uno maldice, que es una respuesta como, “natural” ¿no?. Uno está tranquilo, está bien y de repente se le cae un martillo y te pega en el dedo gordo, un golpazo en el dedo gordo! Qué es lo primero que sale? Una expresión grosera del tipo “cáspita”? Que nunca supe que quería decir, hasta ahora no sé qué quiere decir “cáspita”. Está en los dibujitos animados por ahí, en las historietas de antes. “Cáspita” o “caray”. Que ese ya es un eufemismo, sí ese es un eufemismo. O cualquier otra cosa. Maldecimos de entrada nomás cuando las cosas se apuran, como ahora, que hay un desastre universal! También maldecimos; maldecimos gente, maldecimos. El primer capítulo sería: “No maldigas”. Porque a quién le conviene que yo maldiga? Muchos van a decir: bueno es una reacción natural, uno así alivia su tensión interior…

Vos sabes que no? Hay estudios serios científicos que demuestran que las personas cuando dan rienda suelta a la ira, no disminuye su enojo interior. Y es muy interesante eso, porque siempre creemos que hay que descargar y hay personas que son muy calladas y deberían hablar y verbalizar lo que les pasa, pero una cosa es “verbalizar” y otra cosa es dar “rienda suelta”. Porque lo que pasa cuando uno da rienda suelta, es que se convierte en su peor enemigo. Pasa uno y te da un cachetazo y entonces vos lo corrés y le pegás con un palo. Lo que has hecho es convertirte en una versión “mejorada” de esa persona a la que vos estás pretendiendo corregir o solucionar una situación. Entonces, te conviene a vos? Era el primer capítulo, acordate, el primer capítulo del libro “Maldigamos menos y bendigamos más” del …cómo era? Sabdú Rabindranath Gaydú. Y así, al otro le conviene que vos lo maldigas?

Maldecir quiere decir “decir mal”, de cualquier forma, no es cierto? No solamente un encantamiento de maldición, sino a hablar mal de la otra persona. Al otro, le conviene? Y… no va a cambiar porque vos lo maldigas. Porque estamos viendo a quien le conviene. A Dios le conviene? A Dios, Dios, aprovechando nuestras maldiciones aclara bien cuál es su estrategia en el reino de los cielos y le ayuda a expandirlo? Vos sabés que los propios apóstoles cuando eran apóstoles “pichones”, que estaban atrás de Jesús, predicaron en algunas ciudades que no les hicieron caso y entonces cuando volvieron le dijeron:

-En esas ciudades de “miércoles” no nos dieron bolilla, así que por qué no pedir que caiga así tipo rayos y los mate a todos?

Y Jesús se puso contento? Se puso triste de eso Jesús? Se molestó porque no estaban entendiendo la esencia misma del Reino de Dios.

Capítulo 2: “Bendigamos más”.

Bendecir quiere decir: “decir bien”, que en realidad no es solamente decir -otra vez- no es tirar un encantamiento de magia blanca y que le se produzca una magia. No, no, no, no, no, no! Quiere decir: “decir bien” de una situación, de una persona, del mismo Dios. Porque bendecir… me conviene a mí bendecir? A la otra persona, le conviene que yo la bendiga? A Dios le conviene que yo bendiga, que yo vaya a su presencia y le diga: Padre, quiero pedirte por esta persona, que vos la bendigas, que vos hagas lo más que puedas por esta persona. Que ella se entregue a vos.

Me pasó en una experiencia bastante próxima, esta misma semana, al principio de la semana. Tenemos una señora conocida que es muy mandona. Es muy autosuficiente. Como es así, todo el año pasado pasó la pandemia sin cuidarse. Salía con sus amigas, hacía una vida social muy prolífica, por supuesto sin cuidarse, porque en su mente todo este tema de la pandemia es un invento no sé de qué entidad para perjudicarnos y que son todas pamplinas. Y la prueba está, que pasó todo el año pasado con lo difícil que fue, sin enfermarse. La semana pasada se enfermó. Empezó con síntomas y se empezó a asustar cuando vio que ya el aire no le alcanzaba. Entonces en esta semana, más temprano la llevaron a un sanatorio muy importante de Córdoba para que le hagan una revisación más a fondo y descubrieron que tiene neumonía bilateral, es decir, tiene los dos pulmones afectados por corona virus, obviamente.

Entonces yo oré por ella, y oré así, mientras estaba orando, empecé “pero Señor, vos viste cómo es, que no se cuida, mirá el lío que hay ahora… y el Señor me dijo claramente: qué querés vos de esa persona? Y me vino claramente la idea de que es mejor que a esa persona le vaya bien, que Dios realmente la bendiga. Y cómo podría bendecirla? Bueno, en lo inmediato, bendecirla en su salud, porque atrás de ella hay una familia que está acostumbrada a la mandona ésta que decide por todos y si ésta llegara a faltar; cosa que es una posibilidad real, concreta y a la vuelta de la esquina; sería un desastre, no solamente para la forma como ella terminaría su vida, sino para los que están en su familia que son dependientes de ella. Necesitan que ella decida, vaya, compre, traiga… eso sería un desastre! sería un desastre!

Y entonces yo pedí qué sería lo mejor para ella. Que ella salga de la enfermedad, que pueda volver a mandonear en su familia, pero que pueda conocer a Dios y pueda ser una hija de Dios, que es lo que va a ser el Espíritu Santo en la vida de ella. Si ella lo permite, va a ser que esa mujer mandona se convierta en una mujer guiada por el mismo Espíritu de Dios.

Y ahí te dije cómo se llamaría el capítulo 3 del libro este, que se titula “Maldigamos menos y bendigamos más”. Hagamos caso de Romanos 12:14 donde Pablo el apóstol dijo: “bendigan a quienes los persiguen”. La palabra “perseguir” puede ser acosar, es decir, las personas que siempre te están poniendo contra la pared, las personas que te han agarrado de punto, eso quiere decir. No los maldigan, sino pídanle a Dios en oración que los bendiga.

Hagamos eso. Amén.-

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