Por qué hay menos milagros hoy?
Tim Chester
Coalición por el Evangelio
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En su libro que explora el crecimiento del cristianismo evangélico, The Hallelujah Revolution (La revolución del aleluya), el periodista Ian Cotton describe cómo Lloyd Kuehl, un cristiano estadounidense, viajó desde los Estados Unidos para unirse a un grupo de cristianos británicos que oraban por la sanación de un hombre llamado John que estaba sufriendo de cáncer de hígado. Resultó que Lloyd llegó para descubrir que John ya había muerto. Pero Lloyd sintió que Dios le dijo: “Lo resucitaré de entre los muertos”. Motivado por esta convicción, el grupo continuó orando para que John volviera a la vida. Cuatro días después se dieron por vencidos y John fue cremado.
Nadie ha apagado a Dios. La humanidad moderna no ha cerrado las puertas del mundo, dejando a Dios afuera y sin poder entrar.
Entonces, ¿podemos esperar que ocurran milagros de la manera en que sucedieron durante el ministerio de Jesús y de los apóstoles?
Nadie ha apagado a Dios. La humanidad moderna no ha cerrado las puertas del mundo, dejando a Dios afuera y sin poder entrar
Algunas personas piensan que sí. Nosotros vivimos en la era del Espíritu, argumentan, por lo que debemos esperar que la historia de Hechos continúe en nuestras propias vidas con un milagro para cada capítulo de ellas.
Sin embargo, es difícil evitar reconocer que los milagros no ocurren hoy en la forma en que sucedieron durante el tiempo de Jesús.
El patrón de los milagros hoy
El vínculo entre el rol de los milagros en la Biblia y el rol que la Biblia tiene hoy, nos permite explicar el patrón de los milagros en nuestra época.
1. En el frente de la misión
A menudo vemos más milagros al frente de las misiones y esto no debería sorprendernos. Vemos esto aún dentro del Nuevo Testamento (Jn. 4:29; Hch. 5:12-16; 8:6-8; 9:35). Los milagros abundan cuando el evangelio entra en un nuevo territorio. John Stott dice: “Sobre todo en la primera línea de las misiones, donde puede ser necesario un encuentro de poder para demostrar el señorío de Cristo, se han reportado y se están reportando milagros”.
Hay varias cosas que hacen que la gente tenga una mayor inclinación a prestar atención al mensaje cristiano: la vida de los cristianos (Tit. 2:9-10); nuestra respuesta a la persecución (1 P. 2:11-12); la vida comunitaria de la iglesia (Jn. 13:35; 1 P. 3:8-15); y la adoración de la congregación reunida (1 Co. 14:23-25). Pero estas cosas están ausentes en gran medida cuando una iglesia aún no se ha formado. En tales contextos, puede ser que los milagros sean más comunes.
2. Donde la Biblia está ausente
Otro factor clave sería la ausencia de la Biblia. Como hemos visto, encontramos las palabras y obras de Jesús a través del testimonio apostólico en el Nuevo Testamento. Pero en la primera línea de las misiones puede que no haya copias del Nuevo Testamento, tal vez incluso ninguna traducción de la Biblia en el idioma local. En tales contextos, puede ser que los milagros jueguen un papel más significativo.
3. Cuando el ocultismo es fuerte
Como hemos visto, parece ser que el enfoque primario de Satanás en el occidente en este momento es difundir la mentira del materialismo, y, para este fin, la actividad satánica abierta es poco común. En este contexto, nuestra guerra espiritual es enfrentar esta mentira proclamando la verdad. Pero donde la gente está involucrada en actividades satánicas o de ocultismo, podemos esperar un tipo diferente de confrontación entre el pueblo de Dios y los agentes de Satanás, uno que podría implicar alguna forma de liberación milagrosa de las garras de Satanás.
Hay un punto en la historia de los Hechos donde Lucas describe los milagros que se están realizando como “extraordinarios”. Aún de acuerdo a los estándares del período apostólico temprano, estos milagros fueron excepcionales. Lucas dice: “Dios hacía milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que incluso llevaban pañuelos o delantales de su cuerpo a los enfermos, y las enfermedades los dejaban y los malos espíritus se iban de ellos” (Hch. 19:11-12).
Lo sorprendente es que estos tuvieron lugar en Éfeso, un centro notorio de actividades relacionadas al ocultismo. El mismo Lucas destaca este punto. Él describe a un grupo de siete exorcistas judíos itinerantes tratando de evocar el nombre de Jesús pero siendo dominados por el espíritu maligno (Hch. 19:13-17). Como resultado, muchas personas confesaron sus prácticas ocultistas. Aquellos que habían practicado la “brujería” trajeron sus libros de hechizos y los quemaron en una hoguera pública, transformando en humo objetos valorados en alrededor de 50 000 monedas de plata (Hch. 19:18-19).
Esta era una cultura profundamente enredada en prácticas ocultistas y este es el contexto en el que Pablo hizo milagros extraordinarios. Sin embargo, la atención se centra en la Palabra de Dios, porque Lucas cierra esta confrontación con las palabras: “Así crecía poderosamente y prevalecía la palabra del Señor” (Hch. 19:20).
4. Cuando los creyentes son inmaduros
John Frame (La doctrina del conocimiento de Dios) también sugiere que Dios a menudo provee para los creyentes más nuevos en la fe de maneras más directas y milagrosas. Un padre vigila de cerca a un niño pequeño y a menudo interviene de manera directa para evitar que se haga daño. El niño se desvía hacia la carretera y el padre los saca de peligro. El niño siente hambre y el padre le lleva la comida a la boca. De manera similar, tal vez, Dios interviene más directamente en la vida de los nuevos creyentes. Los mantiene alejados del peligro más veces de las que quizás se dan cuenta. Pero su intención es que crezcan y maduren. Quiere que aprendan a evitar la tentación y confíen en Él en la adversidad.
Así que, Dios interviene menos a medida que los cristianos maduran. Sus intervenciones se dirigen a moldear el corazón del cristiano en lugar de cambiar sus circunstancias. De hecho, Dios puede usar el sufrimiento y la oración sin respuesta para refinar nuestra fe. Frame concluye:
“Cuando los nuevos cristianos se vuelven más maduros, a menudo se preguntan por qué esas cosas les suceden con menos frecuencia o no le suceden en lo absoluto. Les preocupa que su fe se haya apagado, porque no ven tantos eventos sobrenaturales en sus vidas. Eso puede ser así, pero también puede ser el caso de que en sus vidas individuales, como a menudo en las Escrituras, lo extraordinario ha sido una preparación para lo ordinario”.
Nuestro Dios compasivo
En una ocasión, Jesús pasó una tarde sanando a muchas personas. A la mañana siguiente los discípulos salen a buscarlo porque todo el mundo lo está buscando. La gente está haciendo fila, por así decirlo, para ver un milagro. Pero Jesús evita las multitudes. “Vamos a otro lugar”, dice, “a los pueblos vecinos, para que Yo predique también allí, porque para eso he venido” (Mc. 1:38). Lo siguiente que sucede es que Jesús se encuentra con un hombre con lepra que dice: “Si quieres, puedes limpiarme” (Mc. 1:40).
Es extraño decirlo. Si el hombre me hubiera conocido, podría haber dicho: “Si fueras capaz, pudieras limpiarme”. Dudaría de mi habilidad. Pero no hay dudas acerca de la habilidad de Jesús. Lo que está en duda es su voluntad porque acaba de evitar las multitudes que buscan milagros para poder dedicarse a predicar. Predicar es su prioridad y los milagros son una distracción. Entonces, ¿qué pasa? “Movido a compasión, extendiendo Jesús la mano, lo tocó y le dijo: ‘Quiero; sé limpio’” (Mc. 1:41). La predicación es la prioridad de Jesús, pero aún así Él realiza un milagro porque está lleno de compasión.
El propósito primario de los milagros es revelar la gloria de Dios y rescatar a su pueblo
Lo mismo es cierto hoy. El propósito principal de los milagros es revelar la gloria de Dios y rescatar a su pueblo. Estos propósitos han llegado a su clímax en el Señor Jesucristo y en el registro de su obra en el Nuevo Testamento. Dios sigue activo en su mundo. Todavía es un Dios que está lleno de compasión. Así que interviene a través de milagros para proveer a su pueblo. Pero lo hace con menos frecuencia ahora que el propósito principal de los milagros se ha cumplido. Ciertamente no tenemos que preocuparnos si no vemos muchos milagros en nuestras vidas o en nuestras iglesias.
Lo que importa es que tengamos fe en la resurrección de Jesús, que es la señal principal y la promesa de la vida eterna.
Publicado originalmente en The Good Book. Traducido por Sergio Paz.
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