Valiente también es el que huye...
Alex López
La Catapulta
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Los Kaibiles, son la fuerza élite del Ejército de Guatemala. Ellos tienen un lema: “Si avanzo sígueme, si me detengo aprémiame, si retrocedo mátame”.
La valentía de un guerrero está en seguir avanzando. Incluso, continuar avanzando si esto implica el dar la vida por su equipo o por cumplir su misión.
Hemos escuchado dichos como: “Para atrás, ni para agarrar impulso”. Siempre la mentalidad está en que la victoria, consiste en seguir avanzando y sin importar qué enemigo se nos presente por delante.
Bíblicamente, hay un momento en la vida, en donde la valentía no consiste en proseguir. Tampoco consiste en detenernos y sentarnos a contemplar el panorama, consiste en huir.
Huir para muchos es muestra de cobardía. Pero el cristiano es llamado a “cobardía” sólo en una situación y es, ante la tentación.
Hemos escuchado decir: “De rodillas, sólo ante Dios”. Y qué tan cierto es, pero si nos quedamos frente a la tentación, esta nos noqueará. No somos llamados a luchar contra sino a huir de la tentación.
Y es que, la tentación es poderosa. Es más, la mayoría de veces, esta no viene de afuera. Es como el caballo de Troya, habita en nuestro corazón desde nuestro nacimiento. Mi yo carnal, es mi peor enemigo.
Nuestros propios malos deseos son los que nos seducen y arrastran. Somos como el pez, pero el anzuelo está en nuestro corazón, tiende hacia el mal. El pez es seducido por una carnada, la tentación opera siempre con una carnada y es, la invitación al mal. Una vez el pez muerde el anzuelo, es arrastrado. Lo mismo ocurre, cuando cedemos a la tentación somos arrastrados al a desobediencia y esta, da a luz vergüenza, miedo y muerte.
Esta invitación hacia el mal, es el menú más amplio que alguien pudo haber conocido. La tentación es distinta para todos nosotros, se viste de muchos tipos de platos con manjares atractivos diseñados para cada quien en particular.
Así como algunos sienten que se mueren ante el olor de la carne asada, hay quienes su debilidad es la comida frita. Para una amiga, su debilidad es el brócoli cocido ¡Vaya qué debilidad!
Un amigo fue atraído por la tentación de jugar en los Casinos. Ni siquiera había terminado el mes y ya se había gastado el dinero del salario que ni había recibido y todo, por apostar. La tentación se viste de mil maneras y siempre busca engañarnos.
La tentación busca decirnos: “Podés dominar este deseo. Tranquilo. Vas a poder”. El propósito es claro, que nos acerquemos a la tentación y el que se acerca a la tentación, siempre cae.
La tentación siempre es una invitación al mal. Y como dice una amiga: “La mejor arma contra la tentación, son las piernas”. Somos llamados a huir de la tentación.
Quien huye de la tentación, permanece firme. Quien se acerca a la tentación, cae.
¿De qué personas, lugares, cosas o situaciones debe huir para estar firme delante de Dios viviendo en santidad?
¿Qué escucho?, ¿Qué hablo?, ¿Qué leo?, ¿Con quiénes me junto?, ¿Qué lugares frecuento?, ¿Cómo uso la tecnología? Alejarnos es vital para vivir en santidad y la santidad nos da lo que el dinero no puede comprar, paz con Dios y paz con nuestro prójimo.
“Pero el que me obedezca vivirá tranquilo, sosegado y sin temor del mal».” La Biblia Proverbios 1:33
Huir ante la tentación, es de valientes. José, en el libro de Génesis capítulo 39, huyó cuando la esposa de Potifar, estando solos en la casa, lo tomó de su ropa y le pidió que tuviera relaciones sexuales con ella. José no se puso a orar, no se puso a platicar y a aconsejarla, José huyó. ¿Queremos estar firmes? Huyamos, ya y sin pensarlo.
“Huye de las malas pasiones de la juventud, y esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con los que invocan al Señor con un corazón limpio.” La Biblia en 2 Timoteo 2:22
La próxima vez que enfrente la tentación, producto de sus malos deseos quienes desean seducirlo y arrastrarlo al pecado, huya. Si es un pensamiento, piense como el apóstol Pablo enseñó, quien dijo que sólo debemos pensar en lo que es excelente o merezca elogio. Porque el que se acerca cae. Pero el que huye, permanece firme.
Y si un día cae, no es para quedarse tirado revolcándose en el lodo del pecado. Sino para arrepentirse y poner la fe en el Intercesor y abogado que tenemos en el cielo en Jesús. A través de su sacrificio en la cruz. El que se arrepiente de sus pecados y pone su fe en Jesús para salvación, es perdonado por la obra de Cristo, alcanza misericordia.
“Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero, si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo.” La Biblia en 1 de Juan 2:1
Ante la tentación un buen lema sería: Si avanzo grítame, si me detengo llámame, si retrocedo acompáñame…
¿De qué huirá a partir de hoy?
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