Granito de arena o... piedrita en el zapato
Luis Caccia Guerra
La Roca Ministerios
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Aconteció que cuando él hubo acabado de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo. Y Saúl le tomó aquel día, y no le dejó volver a casa de su padre. E hicieron pacto Jonatán y David, porque él le amaba como a sí mismo. Y Jonatán se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte.
(1 Samuel 18:1-4 RV60)
Hay personas que poseen camisetas y pelotas de deportistas famosos firmadas por ellos. Otras, han pagado fortunas por la guitarra que usó algún músico mundialmente reconocido… Ambas cosas tienen un denominador común: se convierten en verdaderos tesoros, no por el valor propio de los objetos, sino por de quien provienen. Jonatán era guerrero estrella del ejército de Saúl. ¡Imagínate como se habrá sentido David cuando semejante personaje puso sobre él su propia capa!
Más allá de los significados y simbolismo teológico que este hecho pueda tener, Jonatán había visto a David con los ojos de Dios y había entendido muy bien la importancia de “cargarle bien las baterías” a quien quiere involucrarse en la obra.
¡Qué tremenda cosa es cuando alguien nos contagia de su entusiasmo y nos carga de esa “energía” vital para emprender el camino! Qué penoso y desalentador, en cambio, es cuando la conducta de líderes y dirigentes sólo es estrategia, jugada de ajedrez, no tiene mínima capacidad de generar confianza.
Dios tiene un propósito para ti, y para mí. Y aunque todavía muchas personas creen que llegaron tarde al reparto de talentos, tú y yo tenemos algo especial para Dios. Muchos se pueden pasar toda una vida esperando ese milagro, pero ya llegó y ellos no lo ven.
El Señor necesita trabajadores de campo. Gente comprometida con su Obra. Líderes y mentores con visión e imaginación, capaces de generar confianza y de sacar lo mejor de cada uno. Que sin importar lo que haga, sus logros representan crecimiento y su crecimiento siempre nos hace bien a todos. Porque todo lo que está bien hecho y conforme al corazón de Dios es de edificación para todos. Desde lo más sencillo hasta lo más complejo.
El verdadero líder ve esa piedrecilla chiquita que somos tú y yo, como “el granito de arena” que siempre suma. Para el mediocre es la “piedrita en el zapato”.
Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros…
(1 Tesalonicenses 5:11 RV60)
Correcto, amigo : "Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. 10 Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!" (Eclesiastés 4:9-10).
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