Un milagro de sanidad para un corazón roto

Luis Caccia Guerra
La Roca Ministerios
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En Génesis cap. 12 y luego en el 20 encontramos a Abraham mintiendo acerca de su esposa, haciéndola pasar por su hermana para que el rey de turno no lo mandara a matar a él para quedarse con ella. En aquellas épocas, las cosas eran así. He leído a ciertos autores que piensan que se trata de un mismo relato, de dos versiones distintas de un mismo hecho. Independientemente de que se trate de dos ocasiones diferentes o de dos relatos distintos acerca de un mismo evento, lo cierto es que las Escrituras lo exponen a Abraham DOS VECES MINTIENDO, acerca de lo mismo y Dios trajo desgracia sobre las personas involucradas. Además, Abraham quedó en vergüenza cuando todo salió a la luz. Intentó proteger a su esposa que era joven y bonita, y también temió por su propia vida. En aquellas épocas el gobernante en el poder de turno podía enviar a matarlo para quedarse con ella. Tal vez Abraham tenía un problema de poca confianza en su Dios.  

En 2da. Samuel cap. 11, hallamos al rey David ocioso y deseando una mujer que no era su mujer, usando todo su poder de rey para enviar a matar al esposo y quedarse con ella. Y lo hizo bien al estilo “maffioso”: ¡Que parezca un accidente! Lo envió a la primera línea del frente de batalla para que el enemigo se encargara del trabajo sucio.

En Josué cap. 2 encontramos  a Rahab ayudando, protegiendo, escondiendo, a los espías que Josué había enviado tras los muros de Jericó. ¿Qué profesión, oficio, ocupación, medio de vida tenía Rahab? ¿Coiffeur? No. ¿Enfermera? No, tampoco. ¡Psicóloga! ¡No, menos! Bueno, tal vez, ingeniera… ¡No, ni hablar! ¡PROSTITUTA!

Sin embargo, gente como ésta… ¡FORMA PARTE DE LA LINEA DE DESCENDENCIA DE JESUS!  (Mateo 1:2; 1:5 y 1:6).

Pero aún hay más: esta gente también forma parte de la galería de los próceres de la fe de Hebreos cap. 11 (Hebreos 11:8, 11:31 y 11:32).

Es que para Dios no importó las culpas, los errores del pasado. Dios vio en ellos lo que los hombres no pueden ver.  Dios vio en sus corazones lo que nadie más podía ver: SU PROPIA OBRA CONSUMADA.

Esta gente tuvo que tomar decisiones para Dios. No es que “así soy yo, acéptame Dios como soy”. Así no es como funciona.  Estas personas tuvieron que tomar decisiones para Dios y confiar en Dios.

Los tres tienen denominadores comunes y hoy están más vigentes que nunca:

·         Confiaron en Dios su propia caída y derrota

·         Se arrepintieron y aprendieron a verse, no como ellos se veían a sí mismos, sino como Dios los ve

·         Fueron restaurados por Dios

Al entregar su derrota en las manos de Dios, El hizo lo que ellos mismos no podían hacer: el milagro de traer sanidad y nueva vida a su corazón roto.

Hoy Dios hace lo mismo y está dispuesto a hacer lo mismo en tu corazoncito roto tan sólo si se lo entregas tal como está, en sus dulces manos.

Jesucristo es el mismo ayer,  y hoy,  y por los siglos.

(Hebreos 13:8 RV60)


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