La lucha de la mariposa
La Roca Ministerios
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Alguien dijo: “a muchos les gusta la historia de Job… hasta que les toca ser Job”.
Debo confesar que el libro de Job, ha sido y aún lo sigue
siendo en una buena parte, un enigma difícil de comprender para mí. Hasta enojo
me causó en algún momento de prueba y angustia, que a raíz de una discusión
entre Dios y Satanás, Dios le permite a Satán tocar los bienes de Job, su
familia, su salud… lo único que no le autorizó a quitarle, fue su vida, que es
propiedad de Dios. ¿Y qué tenía que ver Job con esa discusión en las altas
esferas de los cielos? Nada. Absolutamente nada. También he leído y aprendido
sobre la Soberanía de Dios… pero aún así me parecía arbitrario e inclusive,
hasta caprichoso. No entendía nada.
Pero esta historia me ayudó a comprender un poco más.
Un hombre observaba una mariposa a punto de salir de su
capullo. El pequeño insecto se retorcía y forcejeaba para romper la envoltura,
hasta agotar sus fuerzas. Entonces, aquel hombre, con mucho cuidado para no dañarla, decidió
intervenir y “ayudarla” a romper el capullo.
Pero su sorpresa fue tan triste como lo fue su decepción.
Cuando la mariposa por fin emergió del capullo, no tenía los hermosos colores que
habitualmente tienen las mariposas… ni siquiera tenía fuerzas para volar. Su
vida recién comenzada y ya se estaba extinguiendo. Rato después, murió gris y sin
haber volado.
¿Qué había pasado?
Precisamente es el intenso esfuerzo que hacen las mariposas
para abrirse camino a través del capullo,
lo que hace que ciertos fluidos que se hallan en el cuerpo se desplacen hacia
las alas y les den el colorido y las fuerzas para volar. Es justamente esa
lucha por emerger de su natural envoltura la que hace que aparezcan los bellos
colores y motivos en sus alas. Una mariposa sin ese intenso trance previo a la salida
de su capullo, muere sin fuerzas ni hermosura.
Y esto es justamente lo que hace en nuestras vidas, las
pruebas y el sufrimiento autorizado por el Señor. Me emociona y me alienta, al tiempo que me
ayuda a comprenderlo, por qué Nuestro Amado Señor permite adversidad y
tribulaciones en nuestras vidas; y esto, nunca en mayor medida de lo que
estamos en condiciones de soportar. Y es que sin esa clase de “entrenamiento”
sucumbiríamos sin pena ni gloria en un mundo corrupto y caído, como el que nos
toca transitar.
Dios tiene el poder para romper el capullo de las
adversidades que tantos dolores de cabeza nos dan. Dios tiene el poder de
reprender y disipar la tormenta con tan sólo una palabra de su boca. Muchas
veces clamamos en soledad y en medio de nuestra desesperación por esa intervención
divina. Y no pasa nada. Es que sólo
gracias a esas dificultades, hemos de transformarnos en la mariposa con las
alas de la Gracia y el alto vuelo del Espíritu de Dios para ser ministrados
sobre quienes nos rodean, a través de nuestras vidas.
Justificados, pues, por la fe,
tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien
también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y
nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que
también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce
paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no
avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
el Espíritu Santo que nos fue dado.
(Romanos 5:1-5 RV 1960)
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