El niño y la mesera
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Tan pronto como ella se dirigió a su mesa, el niño preguntó: «¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con chispas de maní?», «Cincuenta centavos», respondió la mesera. El niño metió su mano en el bolsillo y examinó con cuidado el número de monedas que tenía a su disposición.
«¿Cuánto cuesta un helado solo?», volvió a preguntar. Algunas personas ya estaban esperando a ser atendidos y la mesera un tanto arrogante e impaciente por la demora del niño, respondió en tono brusco: «treinta y cinco centavos». El niño volvió a contar las monedas y finalmente dijo: «Quiero un helado solo». La mesera le trajo el helado, colocó la cuenta en la mesa y se fue.
El niño terminó de comer su helado, dejó la cuenta en la mesa y se marchó. Luego, más tarde cuando la mesera regresó a limpiar la mesa quedó perpleja con lo que vio. Allí puesto ordenadamente junto al plato vacío, estaban los treinta y cinco centavos y veinticinco más… su propina.
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Moraleja:
«Las apariencias engañan«, muchas veces nos dejamos llevar por lo que vemos y resultamos sorprendidos al descubrir que lo que está frente a nuestros ojos no era en realidad lo que parecía.
Lo que define a una persona no radica en su exterior, sino que va en lo interno, en lo más profundo de su corazón. No midamos a la gente por sus bienes o éxito; valoremos a las personas por lo que son. Un alma bondadosa vale más que todas las posesiones materiales.
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